Era la una de la tarde del domingo. Veinte jóvenes, todos hombres, estaban atiborrados en la improvisada gallera que se levantó junto a una de las viejas casas de la vereda Munchique.
Algunos se gastaban los pesos que se habían ganado en la semana sacando oro de las minas apostándole a los gallos de sus amigos. Oros acompañaban la riña de los animales con una cerveza en la mano tarareando la música que la algarabía de la pelea poco dejaba escuchar.
La tarde, que era más de descanso dominical que de fiesta gallera, se ennegreció con la primera ráfaga de fusil. Encapuchados que aparecieron de la nada empezaron a disparar contra la ventena de muchachos. Varios cayeron sin darse cuenta qué estaba pasando. Otros alcanzaron a correr un par de metros antes de ser baleados por la espalda.
El estallido de lo que al parecer fueron dos granadas atemorizó aún más el paso de los minutos que fueron eternos para quienes corrían potrero abajo. Cuatro murieron en la improvisada gallera; dos más se desangraron mientras corrían para salvarse.
Cuenta uno de los testigos que mientras le huía a la muerte, su hermano, que corría a su lado, fue alcanzado por una ráfaga. Al verlo caer se detuvo e intentó llevárselo a rastras, pero los asesinos venían ya muy cerca para acabar con los que más pudieran. –váyase o nos matan a los dos—dijo el hermano caído. El que sobrevivió lo soltó y siguió corriendo. Al voltear a mirar pudo ver que su hermano, aún vivo, fue rematado con un tiro en la cabeza.
Quienes perdieron su vida en el cruento ataque fueron José Manuel Mancilla Caicedo, quien tenía 19 años, quien vivía El Crucero, muy cerca de la gallera; Edwin Caicedo Jiménez, también de 19 años, y su hermano Víctor Hugo Caicedo Jiménez, el menor de edad, de 17 años; Harrison Balanta Rodallega tenía 28 años; Jhon William Ibarra Juanillo tenía 29 y Juan Camilo Salinas Caicedo de 21 años.
El ataque de los encapuchados, que el Ejército cree se trata del grupo disidente de las FARC conocido como 'Jaime Martínez', duró casi media hora. Los encapuchados mataron, se divirtieron y se fueron tan fácil como llegaron. Fueron una sombra negra que nadie más que sus víctimas vieron existir.
–Por allá la ley es la de nosotros, porque no hay ni ejército ni autoridades ni nada de eso—contó otro de 14 sobrevivientes.
Según Indepaz, esta es la masacre número 60 que ocurría en el país en lo corrido del año y la novena que se presenta en tierras caucanas. Horas después la masacre 61 fue un hecho en el vecino departamento de Nariño. En la vereda La pampa del municipio de Mosquera cuatro hombres fueron sacados a rastras de sus casas y baleados en la rivera del mar pacífico. Tres de ellos pertenecían a una misma familia.