A los pobres usuarios no nos va a quedar otra alternativa que andar cada uno con su tabla busetera indicándoles a los todopoderosos conductores de taxis para dónde vamos, con la esperanza de que se dignen prestarnos un servicio público en su taxi privado
Uldarico Peña, el amo y señor de las empresas de taxis, es un hombre combativo cuando se trata de defender sus propios intereses, pero no los intereses de los taxistas afiliados a su todopoderosa empresa. El hombre de los bigotes no es un empresario, es un simple afiliador de taxis, por lo cual cobra cifras astronómicas. Sus bolsillos, sus inversiones y sus cuentas bancarias crecen en la misma proporción en que los pequeños propietarios de taxis ven disminuir sus ingresos.
Uldarico combina todas las formas de lucha para defender sus particulares intereses. Los pequeños propietarios de taxis son la carne de cañón. Unas veces amenazan con un gran paro que paralizará la ciudad y hará estremecer a los poderosos y al alcalde de turno, y en otras se saca una foto con el político que va a ganar la alcaldía. Un buen día se declara amigo del Gobierno y es recibido en Palacio por el presidente de turno y el alcalde de Bogotá; y otro día decide promover una marcha de taxista como la realizada ayer.
Ahora el zorro de los unos estrena una nueva forma de lucha: declarar a Uber su gran enemigo y convocar a las autoridades y a la ciudadanía a la noble empresa de exterminarlo de Bogotá y de sus calles. Para Uldarico Peña, Uber es el Pablo Escobar de los taxistas.
Este maléfico señor Uber, quien se disfraza detrás de una aplicación, se inventó y propagó la mentira de que el servicio de taxis es un pésimo servicio, que incluye toda clase de vejámenes contra el indefenso usuario: no tengo vueltas, le puedo quedar debiendo los ochocientos pesitos, voy a entregar ya, no voy para ese lado, si quiere lo acerco hasta tal parte, bajar a golpes al usuario que reclama, cobrar más de lo debido, compartir a todo volumen sus pésimos gustos musicales con el pasajero, no devolver los objetos que se quedan dentro del taxi, y un largo etcétera de ineficiencia y grosería. Nada de eso es verdad, es una campaña de desprestigio promovida y pagada por Uber.
Ahora solo falta que la tablita redentora que se propone la venda en exclusiva Uldarico Peña, llamando a los 1111111. Apague y vámonos, pero no en taxi