De niños, la peor ofensa que le podían hacer a uno era cuando en el colegio, en medio de una discusión, le mentaban la madre. La primera defensa cuando alguien se manifestaba de manera demasiado gráfica acerca de posibles actividades extramaritales de nuestra progenitora, era respondiendo “y la suya también”. Esta mutua madreada terminaba casi siempre con ojos morados, narices reventadas y comparecencia ante la rectoría del colegio, en donde un muy aburrido director de disciplina echaba el consabido sermón acerca de la importancia de valores como el respeto y la tolerancia, exigencia de estrechar la mano del contrincante de ese día y vuelta al salón de clase con cierta aureola de honor satisfecho.
En medio del debate circense montado por los representantes de la oposición al gobierno, quienes en un acto de contorsionista digno del mejor de los circos quieren acusar al gobierno de todo lo que haga o deje de hacer el fiscal que dejó como retaguardia el por fortuna hoy expresidente Santos, la vocera del Centro Democrático hizo público un corto video en el cual se aprecia al Senador Petro recibiendo y acariciado morbosamente unos fajos de billetes que le entregaban en un lugar cerrado.
Mi impresión es que la persona que lo filmó es la misma que le entregó el dinero, o por lo menos esta sabía de la filmación, ya que de forma poco natural trata de hacer que la cámara oculta enfoque la primera página del diario El Tiempo.
De igual manera, a falta de la transcripción completa de este video, se alcanza a escuchar que ese dinero se entrega como aporte de alguien para algo, no se sabe hasta el momento para qué. Lo que sí se escucha es que ante el ruego del intermediario para obtener algo de esa plata, la respuesta del senador Humano es la de anunciarle que les va a reintegrar “muchísimo”.
En el momento de escribir esta nota solo su peor amigo ha salido a defenderlo. Fiel a su profesión de libretista, Gustavo Bolívar no se cansa de repetir que no conocía a Petro para la fecha posible de grabación del video, que profesa una fe inquebrantable en él; y que en consecuencia está convencido que el dinero provenía de un préstamo de Simón Vélez. Remata diciendo que todos los políticos son corruptos, y que no entiende cómo por veinte millones de pesos que recibió su maestro amado se arma tal escándalo, cuando el caso de Odebrecht es multimillonario. O sea, tu mamá también. ¿Qué estará pasando por la cabeza del apóstol Bolívar, ahora que Simón Vélez ha desmentido públicamente a Petro acerca del tal préstamo?
Hasta ahí, nada nuevo. Alguien dijo acertadamente que la fe es ese sentimiento que nos permite transitar por la vida con cierto grado de irresponsabilidad, ya que al confiar ciegamente en un poder supremo, al renunciar a nuestra capacidad de análisis y aceptar los dogmas, se acaba también nuestra urgencia por conocer la verdad. Para muchos es un sacrificio que se hace con gusto, para así no tener que andar buscando la verdad.
Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición
La verdad nunca se va a saber. Cada quien aceptará como cierto lo que más tranquilo lo deje.
La justicia está siendo servida de manera dulce. Las personas que han sido masacradas moralmente por Petro y sus áulicos están felices de ver cómo la cumbre moral de la Colombia Humana no es más que un calumniador de profesión, responsable de acabar con la honra de todo aquel que no comulga con sus siniestros planes, usando o inventando indicios ligeros y sin el mínimo sustento. Ahora que se enfrenta a una abrumadora evidencia que ni él puede negar, sus víctimas tienen un poco de reparación.
Lo que nos queda faltando es asegurarnos de la no repetición. Nuestro país no puede seguir arrodillado frente a bravucones sin moral y sin principios, asaltantes de la ingenuidad o la buena fe de muchos, quienes en público posan de inmaculados mientras en privado practican lo que condenan en los demás. Los socios y creyentes de Petro pueden seguir tratando de maquillar lo sucedido, o callando cobardemente como la señora Claudia López, a quien al parecer se le agotó el inventario de gritos e insultos contra todos los que ella tilda de corruptos, según su particular criterio. Eso no va a cambiar. Lo que se necesita es una efectiva sanción civil para este personaje, para quien no han sido suficientes ni el perdón ni la reintegración a la sociedad que fieramente persiste en destruir, obviamente no en la búsqueda de un sistema más justo y humano como pregona, sino para poder entrar a saco con los recursos de todos los colombianos.
Es más que posible que las autoridades no le toquen. Pero los ciudadanos con nuestro voto sí Ca