Con antifaz, traje y capa Ada Colau se vestía de ‘Supervivienda’. Se le veía pasar como una ráfaga de amarillo y negro por las calles de Barcelona con una ‘Sv’ marcada en el pecho, que era lo que justificaba su lucha: proteger a las personas que eran desalojadas de sus casas por no poder pagar las altísimas hipotecas. Como toda una superheroína, Colau no se dejaba ver con regularidad, y es por esto que solo la pueden recordar por un episodio que protagonizó en el 2007 cuando irrumpió en un discurso de Iniciativa per Catalunya (ICV) para protestar contra las especulaciones urbanísticas de los políticos que dejaban a familias enteras desamparadas.
Ese fue solo un capítulo de la batalla superpoderosa que Colau emprendió como miembro del movimiento V de Vivienda para proteger a los desamparados. Dos años después, en el 2009, encausada en luchar por los menos favorecidos cofundó la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona de la que fue portavoz hasta el año pasado, cuando se unió al partido Barcelona en Comú (Bcomú) para aventurarse en una campaña que le dio la Alcaldía de Barcelona.
El activismo nunca la ha abandonado. Colau empezó protestando contra la Guerra del Golfo (1991) y fue una de las primeras en las disputas antiglobalización; incluso hace dos años fue detenida por policías mientras se manifestaba frente al Banco Popular para pedir que se le hiciera el préstamo a un hombre que no podía pagar su hipoteca. Las largas jornadas en las calles, entre carteles, pitos y muchedumbre descamisada, han cubierto gran parte de su vida.
La 'superheroína' siempre se ha identificado con los que no la tienen fácil porque lo ha vivido en carne propia. Estudió filosofía con auxilio económico -aunque nunca terminó-, ha sido azafata, encuestadora, profesora y animadora infantil hasta que logró llegar a lo suyo. Hoy, en una ciudad que no había visto a una mujer gobernar, su victoria sienta un precedente en la segunda ciudad más importante de España. Su éxito se da en un escenario que la favorece por la actual crisis económica en su ciudad y en medio de sonados casos de corrupción. El grupo nacionalista conservador Convergéncia i Unió (CiU), el que gobernaba Cataluña, hasta hace unos años tenía 30 investigaciones por casos de corrupción, y Jordi Pujol, expresidente de la Generalidad de Cataluña, reconoció el año pasado haber cometido fraude fiscal durante su gobierno.
Colau logró su triunfo gracias a la promesa de una política cercana, populista, y que se inclina hacia los indignados. Con muy pocos recursos, y unos votos conseguidos gracias a la campaña voluntaria que hicieron sus simpatizantes, la candidata por Bcomú ahora estará sentada en la silla más importante de Barcelona para liderar una política que desde ya se anuncia contestataria: 'Si hay que desobedecer leyes que nos parezcan injustas, se desobedecerán'.