La condición de habitantes transitorios (oonoshi) no es nueva. De hecho, es vieja como nuestros sueños. Somos como soldados del sol, caminamos incansablemente tras los pasos de nuestros sueños que inician y terminan en la Alta Guajira.
Ser habitantes transitorios de otras tierras siempre fue la constante de nuestra historia; la certeza de volver y cumplir el deseo de descansar en nuestra tierra siempre ha sido una fijación con la que nos despertamos a diario.
Antes, el camino más lejos recorrido para habitar transitoriamente otras tierras había sido Venezuela, en Maracaibo y las haciendas del Zulia. Volver de Uchumüin o de Marracaya, de trabajar en las materas, con los bolsillos llenos de "cobre" y una nueva grabadora Silver Crown era el sello de quienes emigraban e inevitablemente volvían para cumplir con el pacto sagrado con la memoria cultural que nos une.
Hoy se encuentran muchas familias wayúu en ciudades de Colombia y del mundo. Salieron de La Guajira o de Venezuela en busca de oportunidades, huyendo de amenazas o tratando de cambiar su situación económica ante la desidia de los gobiernos y la miopía de los dirigentes. La mayoría de sus miembros trabajan en la construcción y en casas de familia o se dedican al rebusque diario. La cuarentena los sorprendió al igual que muchos, con sus sueños rotos y con sus metas aplazadas.
En Bogotá, hay más de 150 familias que quedaron sin apoyo alguno. El gobierno distrital, sin proponérselo, las tiene en un limbo jurídico, porque existen grupos indígenas que se niegan a compartir espacios establecidos por normas del distrito. Algunas familias fueron desalojadas con sus niños y sus pocas pertenencias, otras fueron amparadas oportunamente, una más se fueron en bicicletas rumbo a La Guajira... y de otras tantas desconocemos su suerte actualmente.
Se leen noticias de amenazas contra familias wayúu en Medellín y de cremaciones arbitrarias en Barranquilla. Esto refleja el desconocimiento de usos y costumbres por parte de instituciones sanitarias y de salud. En fin, esta es apenas una muestra de la suerte de los wayúu habitantes transitorios en las ciudades.
En estas líneas hago un reconocimiento especial a Yesid, Óscar y Carmen por el esfuerzo y dedicación ayudando a muchas familias wayúu en Bogotá…