A finales del año pasado, la senadora Claudia López, en una entrevista con Yamid Amat para el periódico El Tiempo, propuso un acuerdo de varios movimientos para buscar un candidato presidencial de unidad y mencionó, entre ellos, a Sergio Fajardo, líder de Compromiso Ciudadano, y al senador Jorge Enrique Robledo, del Polo Democrático Alternativo. La senadora de Alianza Verde hizo explícito que el candidato debía ser diferente de las corrientes santistas de la Unidad Nacional y uribistas del Centro Democrático y enfocarse a combatir la corrupción rampante en el país. Robledo se declaró de acuerdo con esa propuesta, la que calificó de una candidatura NINI, ni con Santos ni con Uribe, y que debería tocar otros tópicos de la vida nacional. Lo propio hizo Fajardo, quien declaró que tampoco él se identificaba con ninguno de los dos.
Esta propuesta novedosa empezó a tener eco en un contexto económico, político y social de por sí complicado y difícil. Se empezaba a hablar de una desaceleración de la economía nacional que podría derivar en una crisis económica de grandes proporciones, como lo indican las cifras oficiales, y en medio de escándalos de toda índole que a manera de espiral se suceden sin cesar. Saludcoop, Reficar, Pae, Navelena, Odebrecht, entre otros, ponían de manifiesto que no se trataba de manzanas podridas, sino de una corrupción sistémica que se apoderaba de todo lo que encontraba a su paso, tanto en el sector público como en el privado y que alcanzaba a los más altos representantes del poder económico y político.
Las condiciones eran propicias para que se iniciase un proceso unitario con miras a establecer una alianza que tuviera como objetivo acordar un candidato de unidad a la Presidencia de la República, basado en un programa común y en la posibilidad de listas conjuntas al Congreso. Desde principios de 2017, el Polo designó a Jorge Enrique Robledo como su candidato oficial. Lo propio hizo la Alianza Verde con Claudia López. Compromiso Ciudadano, con casi un millón de firmas, ungió a Sergio Fajardo para tan alta distinción.
No ha estado exento de retos y dificultades este esfuerzo descomunal de desafiar a las fuerzas del pasado de los mismos con las mismas, que pretenden mantener el inicuo estado de cosas, en un país con enormes riquezas naturales y gentes laboriosas pero que produce tan poco, solo 5.805 dólares anuales per cápita, y peor distribuido. Por eso las presiones no se hicieron esperar desde distintos flancos para tratar de destruir la criatura en ciernes, lo que finalmente no lograron porque Claudia, Fajardo y Robledo, colocando los intereses colectivos de la población colombiana por encima de cualquier otra consideración sacaron adelante la Coalición Colombia, que hoy cuenta con Sergio Fajardo como candidato presidencial, con listas a Senado de cada agrupación, con listas conjuntas a Cámara en muchos departamentos y con un programa de gobierno que encarna las aspiraciones más sentidas de defensa de la producción nacional agraria e industrial, generadora de empleo e ingresos, lucha frontal contra la corrupción así anide en las más altas cúspides del poder, y por la inversión social en educación, salud y servicios públicos eficientes y a precios módicos.
Definitivamente, la sorpresa del año es la Coalición Colombia que como un barco en medio de bravas tormentas se abre paso a puerto seguro, encarnando las aspiraciones de millones de compatriotas.