Andagoya es un pueblo metido en lo profundo de la selva chocoana que no supera los 15 mil habitantes, dividida en tres por los ríos Condoto y San Juan. Entre 1916 y 1993 fue campamento minero donde estuvieron empresas como la minera Chocó Pacífico creada por la Anglo Colombian Development Company (Acdc) y la South American Gold and Platinum Company o Mineros del Chocó.
Luis Gilberto Murillo pasó su infancia en la “Andagoyita” de los años 60. Allí vivían obreros y mineros separados y segregados de Andagoya, donde solo podían estar los gringos. Tenía una iglesia, una cancha de fútbol, dos escuelas pagadas por la empresa, casas de madera, aeropuerto y carretera.
Cuando la minera quebró, la situación para la familia en el pueblo no fue fácil, aunque tenían el río y variedad de plantas que a Murillo le gustaba sembrar. Las regaba a diario junto a sus seis hermanos mientras hablaban de duendes que temía encontrarse en la selva, los bosques o los ríos a los que siempre les ha tenido respeto.
En medio de la lluvia porque llueve la mayor parte del tiempo, aprendió a nadar, a bailar, a jugar fútbol y pasear por los chorros o nacimientos de agua que abundan en la región, pero quería estar en ciudades como Bogotá o Medellín que las entendía como progreso y terminó estudiando Ingeniería de Minas en la Universidad Estatal de Prospección Geológica de Moscú en Rusia.
Allí conoció a Barno Khadjibaeva Murillo,la rusa que lo acompaña en la Embajada de Colombia en Washington. Barno, ha recorrido medio mundo con tal de estar junto a Luis Gilberto Murillo, el chocoano del que se enamoró a finales de la década del 80, en plena Perestroika de Mijail Gorbachov cuando estudiaba Ingeniería de Minas en la Universidad Estatal de Moscú.
Nació en Usbequiztan pero creció en Moscú con la severidad con la que puede criarse la hija de un coronel en los años de la Unión Soviética y cuando vivió en Andagoya, el pueblo de Murillo, tenía que andar 20 kilómetros en un jeep, por una carretera destapada, si quería comunicarse con su papá, un coronel de la antigua Unión Soviética que había soportado los avatares de un país tan complejo como Rusia, que vivía en su pequeño apartamento en Moscú desde los breves días en los que Andropov fue presidente de la URSS.
La primera vez que estuvo en Andagoya fue en 1992 después de hacer un camino intrincado entre Moscú, Lima, Bogotá y Quibdó. Llegaron juntos con su primer hijo, moscovita, a vivir en la casa de los papás de Luis Gilberto, jóvenes y pobres, sin luz ni agua potable, pero no sólo sobrevivieron, sino que se fueron convirtiendo, ambos, en personalidades en el panorama chocoano.
En 1997, cinco años después de regresar de Moscú, Luis Gilberto Murillo fue elegido Gobernador del Chocó. Sin embargo, la alegría le duró poco porque fue destituido por invertir una plata en un proyecto ambiental, error que le costó salir del Chocó e instalarse junto a Barno en una casa de Chapinero en Bogotá y luego irse para Estados Unidos después de que grupos paramilitares quisieron secuestrarlo.
Llegaron a Detroit, una de las ciudades de Estados Unidos más decadentes e inseguras, no se conformaron con esto y viajaron a Washington en donde se establecieron viviendo con lo que podían y en donde Luis Gilberto tuvo que trabajar hasta de portero en un restaurante. Los pocos amigos que vivían en esa ciudad, le dieron lo que pudieron como colchones inflables y camarotes para que los niños pudieran dormir.
Fue uno de los principales senadores y hombre de Cristo, el mítico sacerdote Jesse Jackson, quien fue discípulo directo de Martin Luther King, quien lo ayudó a conseguir un puesto en su Iglesia y lo mismo le sucedió a Barno, quien consiguió un trabajo de medio tiempo como administrativa en la Iglesia Unida en Cristo.
En 2005, Murillo, que avanza rápido, ya era Vicepresidente de la Fundación Phelps Stokes, una de las ONG con mayor tradición en Estados Unidos. Incluso, esta fundación consiguió becar a Barack Obama, años antes de que fuera el primer presidente negro en los Estados Unidos.
Regresaron a Colombia en 2011 y ese año salió elegido Gobernador del Chocó. En los ocho años de presidencia de Juan Manuel Santos, Luis Gilberto Murillo tuvo un rol protagónico como coordinador del Plan Pacífico, el plan de choque del Gobierno para atender la crisis social, económica y de violencia en el Pacífico colombiano. Durante el cambio de ministros del presidente Santos en abril de 2016, Murillo fue nombrado Ministro de Ambiente en reemplazo de Gabriel Vallejo.
Su vida ha seguido dando vueltas y en esas vueltas fue también fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en la Coalición de la Esperanza y ahora es embajador del gobierno de Gustavo Petro en Washington a donde ha regresa por la puerta grande.
Sopesó el ofrecimiento de Petro con su esposa porque ambos son ciudadanos norteamericanos, su nuevo cargo le significaba renunciar a la Carta Verde y dadas las actuales circunstancias de tensión por la guerra de Ucrania entre Estados Unidos y Rusia, el país de origen de su esposa, recuperarla no fue tarea fácil y lo cierto es que han hecho una segunda patria con sus tres hijos en ese país. No se arrepienten de nada, estos ocho meses en Washington han consolidado a Murillo como uno de los pocos personajes para mostrar de este gobierno.
En diciembre de 2022, junto con otro afro del Pacífico que buscó protección acorralado por la violencia, Óscar Gamboa Zúñiga, quien fue nombrado ministro consejero en el gobierno de Duque, celebraron haber conseguido después de tres meses de lobby, la mega ayuda que recibirían por parte del gobierno norteamericano, la más alta en once años: 487 millones de dólares destinados para seguridad rural e implementación del conflicto.
Murillo además consiguió que 34 congresistas demócratas firmaran una carta dirigida al presidente Joe Biden buscando un mayor respaldo a la gestión de Petro y de colofón, fue el puente para que el mandatario estadounidense recibiera al presidente colombiano este jueves 20 de abril a las 2 de la tarde en la Casa Blanca, momento que para Murillo estará muy distante de los tiempos en los que, en su propia tierra, vivió la segregación.
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