La sonrisa de Sergio
Opinión

La sonrisa de Sergio

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febrero 19, 2014
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El lanzamiento del estudio Hacia la excelencia docente de la Fundación Compartir estuvo lleno de paradojas. La primera —y quizás la más evidente— es que no había ni un solo maestro que comentara el estudio ni, mucho menos, alguien que sentara una posición gremial sobre él. Era un evento sobre maestros y sin maestros.

Si bien la Fundación invitó a Fecode, el sindicato de educadores decidió marginarse del evento porque consideró que la investigación concentraba sobre sus hombros la responsabilidad por la calidad de la educación del país y ellos, básicamente, no iban a “echarse ese muerto encima”.

¿Tiene sentido plantear una propuesta de excelencia docente a la que le caminan el gobierno nacional, los empresarios y los medios de comunicación, pero no los maestros? No lo creo, pero en Colombia nos fascina hacer propuestas bonitas e inviables políticamente. Y la mejor muestra de esto es que, mientras el estudio de Compartir resalta la necesidad de hacer una evaluación multidimensional a los maestros, Fecode salía a las calles para marchar contra la evaluación del gobierno y Jorge Robledo escribía en su sitio web que lucharía desde el Congreso para acabarla.

Y es que hablar de calidad docente es fácil —incluso hay gente especializada en vivir de ese cuento— pero darse la pelea por hacer mejores maestros no lo es tanto.

En el evento de Compartir estaba invitado Sergio Fajardo. Rara elección, considerando que, pese a que el tema del evento era la calidad docente, el gobernador solo se refirió a los maestros para decir que en Antioquia todos eran “extraordinarios”.

Lo paradójico es que, aunque a Fajardo le parecen buenísimos sus profesores, los resultados educativos de Medellín y Antioquia distan mucho de ser extraordinarios y, francamente, son malos.

Alguien podría decir que toda la educación de Colombia es mala, pero lo cierto es que hay municipios y departamentos donde la educación es mucho mejor que en la cuna de Fajardo, pero nadie los tiene en cuenta cuando de hablar de calidad se trata.

Fajardo se ha convertido en el héroe de la educación en Colombia, pero bien valdría la pena ver qué resultados reales han dado sus políticas más allá de lo que él mismo dice.

Sergio habla mucho. Mucho. En el evento de Compartirse dedicó a despotricar de todo el mundo: del gobierno, del Icfes, de PISA, del Plan Nacional de Lectura. Dijo que nada servía pero que él sí tenía la clave para mejorar la educación en Colombia: los parques educativos.

Jamás supimos cómo mejoraría la educación con esos parques: ni con qué plan de mejoramiento docente —¡como lo propone Compartir!—, ni con cuáles metodologías o con qué material educativo. Los edificios son bellos y pueden ser excelentes propuestas urbanísticas, pero su aporte real al mejoramiento de las competencias de los niños es un enigma. Sin embargo, el gobernador se sentía muy a gusto presentando como fruto central de su política educativa una imagen en 3D.

Hablar de calidad con un dibujo al frente es muy fácil, pero dejarse evaluar para determinar si uno ha mejorado es muy incómodo. Fajardo, muy encumbrado, dijo que el Icfes era inútil y que, como las pruebas Saber “no sirven” y no miden lo que deberían medir,a él le había tocado inventarse sus propios exámenes: los de las Olimpiadas del Conocimiento. Es decir, Fajardo desechó de un manotazo la validez de unos exámenes realizados por un equipo técnico bajo estándares internacionales y prefirió aplicarles a sus niños las preguntas de un concurso.

Descartando la validez de las pruebas del Icfes, Fajardo tiene el argumento más mezquino para explicar por qué Medellín y Antioquia no muestran mejoras en los exámenes de Estado: no es que sus políticas educativas no funcionen, sino que los exámenes están mal hechos, así que a él le toca aplicar unas pruebas de su invención que —¡oh casualidad!— muestran que los niños antioqueños saben mucho.

Sin embargo, en las últimas pruebas PISA Medellín perdió 6 puntos en sus resultados en lectura y, desde luego, los niños antioqueños también fueron evaluados dentro del total nacional con los malos resultados conocidos por todos. Pero al genio de Fajardo los resultadosde la evaluación de la OCDE tampoco le dicen nada.

Muchos dirán que cuatro años en la alcaldía y dos en la Gobernación son muy pocos para ver resultados, pero en el mismo tiempo ciudades como Manizales sí han mostrado saltos más que significativos en las evaluaciones nacionales e internacionales. También está más que probado que Bucaramanga y Pasto muestran mejores desempeños en las pruebas que Medellín, pero estas experiencias regionales no le importan a la gran prensa.

Ninguno de los verdaderos líderes locales y comunitarios que están cambiando la educación en Colombia fue invitado al evento de Compartir. Ningún maestro de las ciudades y municipios que muestran cambios reales y medidos en su educación fue tenido en cuenta. Ellos no son reconocidos por la opinión, ni tienen la más mínima atención del empresariado. Ese es el precio que hay que pagar por no tener la sonrisa de Sergio.

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