La soledad rodea al presidente
Opinión

La soledad rodea al presidente

Aislado de los expresidentes durante la pandemia -para bien o para mal-, Duque se encuentra como un llanero solitario con ‘Luigi’ Echeverri como su compañero indio

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septiembre 23, 2020
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Alguna vez se dijo que los expresidentes eran como muebles viejos que nadie sabe dónde ubicarlos porque en política no hay ‘cuarto de San Alejo’.

En efecto ha sido tradición que los mandatarios al terminar su periodo siguen siendo puntos de referencia -algunos más presentes que otros- para quienes pasan a ocupar ese cargo. Cumplen la función de los ‘viejos de la tribu’ a los cuales se acude para beneficiarse de sus experiencias y a veces de sus consejos o su apoyo.

La pandemia parece haber desaparecido esa costumbre: en los últimos seis meses no se ha sentido la presencia de ningún exmandatario, ni para bien ni para mal. No se ha sabido de contacto del presidente Duque con alguno de ellos, y si ha existido sería tan sumamente oculto como las consecuencias que hubiera podido producir. Habida cuenta de las diferentes crisis (descuadernamiento institucional, economía, pandemia, muerte de líderes sociales, protestas ciudadanas)  que vive el país esto es un hecho destacable, aunque si para bien o para mal depende de las interpretaciones que emanan de los diferentes intereses.

Se dirá que Cesar Gaviria adelantó el Congreso del Partido Liberal y en él se pronunció en una diatriba contra el Gobierno por negarle alguna cuota burocrática. Pero tan inconsecuente como intrascendente fue, que nada se supo o salió de ese evento, excepto la búsqueda de explicaciones por lo desconcertante ante la posición que antes había asumido de respaldar al presidente Duque. La realidad es que el Dr. Gaviria no es jefe o director de un partido sino un negociante de avales para mantener ese título sin propósito de adelantar programa o ideología alguno;  se rumora que su único interés sería seguir haciéndole su carrera política a su hijo Simón, según unos, o, según otros, que lo necesitaría como un centro de poder para defenderlo de algún lío que se insinúa parece tener por el caso de Obebrecht.

De Andrés Pastrana nunca se había sabido de su existencia hasta cuando apareció para pedir a nombre de su partido la vicepresidencia para Marta Lucía Ramírez. Flaco favor le hizo. Como en la frase de Disraeli al describir a su rival político diciendo que ‘al Parlamento llegó un carro vacío y se bajó Mr. Attlee’, al Gobierno Duque llegó el carro vacío del Partido Social Conservador y pusieron a la candidata de Pastrana a representar esa cuota (de vacío). Desde entonces, al igual que Gaviria, la participación del expresidente no solo ha sido intrascendente, sino la única manifestación conocida fue también la de atacar al gobierno por no haberle dado alguna cuota burocrática (lo que ni siquiera alcanzó a ser noticia).

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La no presencia ni participación de estos exmandatarios es apenas sintomática tanto de la soledad que rodea al gobierno como de la desinstitucionalización de la política en Colombia

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Del expresidente Samper, quien tomó como bandera pospresidencial la defensa de los Derechos Humanos, nada se ha sabido. En estos momentos en que florecen las acusaciones por los asesinatos de líderes sociales y el mayor cuestionamiento a la Justicia Especial Para La Paz es alrededor de temas relacionados con ese aspecto, ha brillado por su falta de pronunciamientos el exmandatario.

Álvaro Uribe en cambio ha copado el escenario mediático, pero no alrededor del liderazgo político, sino de su paso por los estrados judiciales.

Y Santos ha cumplido demasiado fielmente su promesa de no participar en cuestiones internas, ya no solo refiriéndose al manejo político, sino desentendiéndose de los problemas excepcionales que complican tanto la vida normal de los pobladores como el discurrir del Gobierno.

Pero la no presencia ni participación de estos exmandatarios es apenas sintomática tanto de la soledad que rodea al gobierno como de la desinstitucionalización de la política en Colombia. Ya que además es imposible, por inexistencia de los partidos, que quienes adhirieron a las ideologías o los programas que adelantaron esos gobernantes puedan validarse como interlocutores representativos para el gobierno: aún si se aceptara como ‘Partidos Políticos’ esas personerías jurídicas que solo existen para negociar la distribución de avales, en ninguno (exceptuando en forma parcial al Dr. Vargas Lleras) se encuentra una cabeza o un nombre a quien pueda reconocérsele esa calidad. Y ningún vínculo directo o intermediado en alguna forma (partido político o alianza programática) tiene el presidente con los gobernadores y alcaldes cuya autonomía reivindican a cuál más. Se encuentra aislado como en una burbuja de sus apariciones televisivas.

Coincide todo esto con el deseo de Duque de aislarse de todos los partícipes de la actividad política, pero lo deja como un llanero solitario con ‘Luigi’ Echeverri como su compañero indio. Si eso es bueno o malo es cuestión del gusto del consumidor.

 

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