"A la niña que llamaste puta en clase, es virgen. Al niño que le llamaste ridículo, tiene que trabajar todos los días para mantener a su familia. A esa niña a la cual empujaste en las escaleras, la golpean en casa. A esa niña que llamaste gorda, dejó de comer y se muere de hambre. A ese viejo hombre del cual te reíste por tener cicatrices espantosas, peleó en la guerra por tu país. A ese niño del cual te reíste porque lloraba, su madre se está muriendo. Tú crees que los conoces. Pero adivina que: ¡No es así!" (Anónimo).
¿Qué? Solo te la pasas criticando. Te quejas a diario por el trancón. O por que éste o el otro funcionario ¿No hacen nada?
Quién eres para decir algo si cuando estas de conductor te pasas los semáforos en rojo y no respetas la cebra. O cuando eres el peatón no esperas a que el semáforo esté en verde. No crees que ¿Eso disminuye la movilidad y destruye un orden pre-establecido? Tú haces parte de un consumismo y también haces basura, pero ¿Qué? Solo sacas la basura y esperas a que los señores la organicen.
¡Sí, es verdad!
Cuando pasas por la calle ves que no vale de nada clasificar una basura porque todo va a llegar al mismo carro. Pero… tú, ciudadano pesimista ¿Dónde está tu cultura? No te has puesto a pensar que si tienes la voluntad de clasificar esa basura que tú mismo produces, por lo menos lograrás hacer un cambio muy mínimo y la contaminación… esa, tú contaminación, puede al menos bajar de ese cien por ciento a un noventa por ciento. Es algo ¿no?
Acaso no te has preguntado ¿Qué pasa con esas madres cabeza de hogar que se dedican a clasificar tú basura para ganar algo y llevar un pan para sus hijos? Muchas de ellas trabajan con sus propias manos en ambientes y condiciones no tan óptimos. Y cuando manipularon “esa basura” se cortaron, llegando a contraer infecciones como hepatitis y sida.
Si te acabas de dar cuenta probablemente esas madres dejaron unos hijos, esos hijos quedaron en la calle, y ahora, les tocó vender dulces en los buses, pedir un pan, entretener en un semáforo. Todo para sobrevivir ¿Por qué? ¡Ah! cierto, sus mamás quedaron infectadas con hepatitis.
Pero también sucede que cuando pasabas por la calle, uno de ellos –de los niños- te pidió ayuda y tú no se la brindaste. Sabes con certeza ¿qué acabas de crear? No te quejes porque ahora hay delincuencia común o porque cada día muere un niño, o nacen los futuros delincuentes. Hay que recordar que en nuestras manos de ciudadano también se encuentra el progreso de una nación. A esos monstruos que nuestra sociedad crea a diario, tampoco les eches la culpa. Esa persona algún día le hizo falta una educación cuando era niño, le hizo falta salud, le hizo falta vivienda, le hizo falta tu ayuda, tu consejo.
¿Ves? Antes de hacer cualquier cosa y juzgar a las personas, ponte en los zapatos de ellas. Tú también haces parte de la sociedad. Nuestra sociedad. ¡La sociedad de todos!
No te has dado cuenta que todo es una cadena. Todo es un ciclo negativo, un círculo vicioso. Tú, que te crees buen cristiano, un cristiano de sociedad ¿Has olvidado el amor al prójimo?
Tú, “ciudadano” haragán ¿Qué has hecho para cambiar las cosas? ¿Qué propones para tratar de cambiar todo lo que ves a diario?
¡Qué solución tienes! No calles ahora que te acabas de dar cuenta que todo te lo están haciendo y tú NO HAS APORTADO NADA.
No te has preguntado ¿cuál es tu función y rol en la sociedad? Ponte pilas y ¡manos a la obra!. Ocupa tú lugar y recuerda que no eres invisible.
CAMBIA DE MENTALIDAD…!
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