La vacuna se llama Soberana 02, su nombre patriótico es un sutil mensaje de la orgullosa autonomía del país, está en la fase III, desde el 5 de abril empezó a aplicarse la segunda dosis a 42.000 voluntarios en La Habana y desde el lunes iniciaron vacunación 24.000 en Irán, donde la llaman Pasteur, asociando el nombre al Instituto Pasteur, encargado de la vacuna en Teherán.
En Cuba el Instituto Finlay de Vacunas está trabajando para lograrla. Sería un logro científico extraordinario la producción en masa de una vacuna contra el coronavirus inventada en la isla. A frente está el doctor Vicente Vérez Bencomo, un laureado científico, ingeniero químico del Instituto Lomonosiv de Moscú, doctorado en la francesa Universidad de Orleans, quien ha liderado diversos proyectos de investigación, entre ellos el antígeno de la lepra que permitió un procedimiento de diagnóstico aplicado masivamente en Cuba, la obtención de antígenos sintéticos y de anticuerpos monoclonales como sueros hemoclasificadores, la vacuna contra la influenza tipo b (Hib) a partir de un antígeno sintético. Vérez, quien es director de Finlay desde hace seis años, dijo que la Soberana 02 es “muy segura y con muy pocos efectos adversos”, antes de pasar a la fase III de los ensayos.
Vicente Vérez Bencomo es director general del Instituto Finlay y está al frente de Soberana 02
Al igual que la vacuna que está desarrollando Novavax, una empresa estadounidense, Soberana 02 es una vacuna a base de proteínas que contiene parte del coronavirus, y para la cual les resultaron muy útiles a los cubanos sus conocimientos al usar el mismo tipo de plataforma de la vacuna contra la meningitis B y una recombinante contra la hepatitis B. Soberana 02 requiere tres dosis administradas en intervalos de dos semanas y, a diferencia de las de Moderna y Pfizer, no necesita almacenarse en congelador, lo que es un atractivo indiscutible. Es también la prueba reina de los éxitos de la investigación cubana, un impulso a la reputación del sector biotecnológico farmacéutico que permitirá comercializar otros productos médicos, una victoria política y una oportunidad para rescatar la economía que atraviesa una de sus horas más oscuras.
Este no es un éxito de la noche a la mañana. Actualmente Cuba tiene cinco candidatas contra el covid-19, todas con nombres patrióticos. Además de Soberana 02, están Soberana 01, y Soberana Plus, del Instituto Finlay, y Abdala y Mambisa (que tiene la peculiaridad de ser administrada mediante un espray nasal), del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. El pasado 3 de abril concluyó la aplicación de la primera dosis de Abdala en 48.000 voluntarios de las provincias orientales de Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, y el 5 de abril comenzó a ponerse la segunda inyección de esta vacuna, de la que se administrarán tres dosis (0, 14 y 28 días) en dos grupos, uno experimental y otro de control. La capacidad de Cuba para desarrollar una vacuna es el resultado de décadas de inversión en su industria biofarmacéutica, que en las primeras etapas de desarrollo contó con el apoyo de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi).
En el Instituto Finlay también se desarrollan Soberana 01 y Soberana Plus
El hecho es que en los años que siguieron a la Revolución de 1959, Cuba dio prioridad al establecimiento de un sistema sanitario de alto nivel centrado en la prevención, no solo como un principio socialista, sino como respuesta al embargo comercial de Estados Unidos desde 1962, que cerró entre otros bienes, el paso a los medicamentos. Fidel Castro se propuso, entonces, invertir en la formación de más médicos y en infraestructura científica incluyendo la creación en 1965 del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), y a finales de los 70m con ayuda de Onudi, aportes de la India, y la experiencia de la empresa india Sarabhai Chemicals, construyó la primera planta de síntesis química para la producción de productos farmacéuticos genéricos. Se llamó 8 de Marzo.
Hoy Farmacéutica 8 de Marzo está afiliada al grupo estatal BioCubaFarma, al que pertenecen 32 institutos que fabrican ocho de las 12 vacunas que se administran a los niños en la isla y las exporta a más de 30 países. También ha desarrollado tratamientos innovadores, como una vacuna contra los tumores de cáncer de pulmón que está en fase de pruebas con el Roswell Park Comprehensive Cancer Center de Nueva York. En términos económicos, es un sector con peso específico. En 2019, el alquiler de médicos, enfermeras y técnicos aportó 5.400 millones de dólares, el doble que el turismo, uno de los principales motores de la economía de la isla.
BioCubaFarma reúne 32 institutos que fabrican 8 de las 12 vacunas para los niños y las exporta a más de 30 países.
El gobierno es optimista y se jacta de poder producir 100 millones de dosis este año, más que suficiente para vacunar a todo el país de 11 millones de habitantes, no obstante las dificultades para adquirir las materias primas y los repuestos para equipos de más de 20 años.
Vérez ha dicho que se podría ofrecer vacunas a todos los extranjeros que viajen a Cuba, y dado que se requieren tres dosis en un lapso de mes y medio, se está pensando que podría darse a los turistas la opción de colocar la primera dosis en la isla, y empacar las otras dos en su maleta para vacunarse en casa.
En este momento se avanza hacia el ensayo clínico con participantes en edad pediátrica, y se esperan los resultados de la Fase III para la aprobación por parte de la Agencia Nacional Reguladora de Cuba -lo que parece muy probable- y empezar la vacunación masiva en la isla. Se buscará también el reconocimiento de la eficacia de la vacuna en revistas especializadas y la Organización Panamericana de la Salud. Los cubanos de a pie no dudan del éxito y tararean el pegajoso estribillo la canción del los argentinos de RS Positivo: Soberana, la cubana.