La sin salida de Mario Montoya: sus soldados lo echan al agua por los falsos positivos

La sin salida de Mario Montoya: sus soldados lo echan al agua por los falsos positivos

"Le decían el Loco Montoya. Se tomaba siete Red Bull al día y solo pedía 'resultados'". Once testimonios como este forman parte del dossier en su contra en la JEP

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agosto 29, 2021
La sin salida de Mario Montoya: sus soldados lo echan al agua por los falsos positivos

Solo era cuestión de tiempo para que el general Mario Montoya llegara a lo más alto de su carrera militar. De la mano de Álvaro Uribe eso sería posible. El 21 de febrero de 2006 Montoya asumió como comandante del Ejército y llegó con un plan claro: ganar la guerra. Para ello, según algunos de sus soldados, solo había un camino y era matar al enemigo.

Su paso por la comandancia del Ejército coincide con el pico más alto de ejecuciones extrajudiciales para luego ser presentadas como bajas en combate, la macabra práctica de los militares que se conoció como los falsos positivos. Según la Fiscalía, entre los años 2006 y 2008 fueron asesinadas más de 1300 personas. Pero la cifra puede ser mucho más alta.

El 13 de septiembre de 2018 Montoya compareció ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). En un hecho histórico, era la primera vez que un general de tan alto reconocimiento y poder hablaba ante el tribunal, que lo vinculó al caso 03 Asesinatos y desapariciones forzadas presentados como bajas en combate por agentes del Estado. Sin embargo, el silencio del general fue el protagonista aquel día. La JEP lo citó con base en doce testimonios en su contra por parte de militares que, durante sus versiones ante el tribunal, mencionaron su nombre y señalaron la responsabilidad del comandante del Ejército, quien instauró entre las filas una política basada en la presión por resultados operacionales y en la que las bajas era lo más importante.

Las2orillas conoció las versiones de los oficiales hoy retirados: general Paulino Coronado Gámez, general Henry Torres Escalante, coronel Santiago Herrera, coronel Rubén Darío Castro, teniente coronel Álvaro Diego Tamayo, teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, mayor Gustavo Soto Bracamonte, mayor Juan Carlos Chaparro, sargento segundo Sandro Mauricio Pérez, teniente Zamir Humberto Casallas, capitán Alexander Valencia y capitán Jaime Alberto Rivera Mahecha. Hablaron ante la Sala de Reconocimiento de Verdad y de Responsabilidad contaron lo que sabían y sus testimonios sirvieron como un primer sustento para que la JEP decidiera citar al general.

Son casi cien horas de grabación. Varios de estos testimonios ya han sido conocidos por la opinión pública en informes periodísticos, como el del teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, quien le dijo a los magistrados de la JEP que Montoya "pedía litros de sangre" o el de Paulino Coronado, el primer general imputado por la JEP por su responsabilidad en por lo menos 55 casos en el Catatumbo, entre otros.

Las órdenes de Mario Montoya

El 26 de noviembre de 2018 el coronel Santiago Herrera, quien fue comandante de la Brigada Móvil 15 —una de las unidades involucradas en el asesinato de los 19 jóvenes de Soacha— entre agosto de 2006 y diciembre de 2007, se presentó ante los magistrados del tribunal de paz para narrar detalladamente su rol y participación en los falsos positivos en el Catatumbo.

Pero poco a poco fue apareciendo en su declaración el nombre de Montoya, a quien señaló de ser una persona que inspiraba miedo por su trato y amenazas y tenía una sola directriz: acabar con los "bandidos" para derrotarlos psicológicamente:

En septiembre de 2006, recién nombrado Herrera como comandante en el Catatumbo, fue citado por Montoya a una reunión con todos los comandantes de la Segunda División, a la que pertenecía la Móvil 15. Montoya, en su afán por tener "resultados operacionales", no vacilaba en amenazar a los oficiales con retirarlos del Ejército si no presentaban las bajas necesarias. "Pilas, mi coronel, lo voy a relevar […] Usted sabe cuál es su compromiso, mi coronel, usted sabe cómo tiene que trabajar allá. [El Catatumbo] es el área estratégica de la Segunda División. Ahí lo que hay son bandidos. Usted dispara, hace un tiro y mata tres bandidos. Usted tiene que dar resultados, necesito los muertos".

Para Santiago Herrera, Montoya sabía directamente de los falsos positivos y les dio su visto bueno. Incluso, puso sobre la mesa un cuestionamiento fundamental: ¿Qué pasó en las zonas donde el general fue comandante antes de asumir la jefatura del Ejército? Además, señaló que Montoya tomó medidas para intentar disipar el rumor de las ejecuciones extrajudiciales:

Para el coronel, Montoya sabía lo que estaba pasando en las filas del ejército e incluso describió la personalidad del excomandante para explicar por qué se habría presentado este fenómeno bajo su mando:

Mario Montoya aplicó lo que él llamó la "teoría de la inflexión física", como lo documentó el general Paulino Coronado, quien fue comandante de la Brigada 30 en el Catatumbo. En una decisión de peso, la JEP decidió imputarlo por "31 crímenes de guerra de homicidio en persona protegida". De esas 31 víctimas, 11 fueron asesinadas por el Batallón Santander y las otras 20 por la Brigada Móvil 15. Además, también lo responsabilizó por "24 casos de desaparición forzada […] en concurso, en cada uno de estos casos, con el crimen de guerra de homicidio en persona protegida". De estos casos, la mitad fueron ejecutados por el Batallón Santander y la otra mitad por la Móvil 15, las dos unidades pertenecientes a la Brigada 30, que comandó Coronado entre 2006 y 2008.

La presión por parte de los altos mandos era constante. Para Álvaro Uribe, presentar resultados a la opinión pública para demostrar que la guerra contra las guerrillas se estaba ganando era eje central de su política de Seguridad Democrática. En esa tarea, Mario Montoya era un aliado clave del presidente. Según Coronado, el entonces comandante del Ejército insistía constantemente en la necesidad de presentar bajas en combate. De hecho, desde la comandancia se clasificaban las divisiones, las brigadas y los batallones en un ranking de la muerte: quien presentara más bajas era considerado el mejor grupo.

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Por su parte, el teniente coronel Álvaro Diego Tamayo, comandante del Batallón Santander entre 2006 y 2008 y protagonista de los Falsos Positivos en El Catatumbo, aseguró que el aumento de casos de ejecuciones extrajudiciales coincide con el periodo en el que Montoya fue comandante del Ejército. Álvaro Diego Tamayo lleva diez años siendo procesado por los falsos positivos de Soacha.

Otro de los hombres que en su momento fueron fieles a Montoya fue el general Henry Torres Escalante, quien fue comandante de la brigada XVI del Ejército y también aseguró que Montoya pedía "litros de sangre", algo que ya había señalado el teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, quien fue jefe de operaciones de la Brigada Móvil 15.

Según el teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, quien fue jefe de operaciones de la Brigada Móvil 15, desde que conoció al comandante del Ejército este lo presionó por resultados, por bajas, por muertos, que tenía que presentar a toda costa.

Gustavo Soto Bracamonte siempre será recordado por ser la mano dura del Gaula en el Guavirare. Bajo su mando se cometieron por lo menos 60 falsos positivos. Soto Bracamonte, ya condenado por los asesinatos extrajudiciales, reveló ante la JEP 40 casos desconocidos.

"Dispare y recoja", fueron las palabras de Montoya a Soto Bracamonte, cuando le exigió los resultados:

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Hasta los oficiales de bajo rango sufrieron las presiones de Mario Montoya, que a través de los programas radiales exigió insistentemente bajas en combate a "como diera lugar". El comandante del Ejército habría sido consciente de lo que estaba pidiendo, y ante la JEP, el sargento segundo Sandro Mauricio Pérez, perteneciente al Batallón Santander, quien aseguró que "no se podían grabar los programas, era prohibido".

Juan Carlos Chaparro también aseguró que esa presión siempre existió y Montoya era severamente drástico.

La presencia de Montoya era suficiente para poner a temblar hasta el soldado más aguerrido y curtido por la guerra, como lo explicó el capitán Alexánder Valencia Rodríguez, perteneciente a la Brigada XVI y al grupo Guías del Casanare.

El teniente Zamir Humberto Casallas, condenando a 40 años por la justicia ordinaria por por su responsabilidad en la ejecución extrajudicial de tres jóvenes en hechos registrados el 6 de abril de 2007 en la vereda Las Tapias, municipio de Hato Corozal (Casanare), aseguró que él escuchó al comandante, durante un programa de radio que podían escuchar todos los soldados del país en tiempo real, explicar que la guerra se medía en sangre y de eso se trataba la presencia del Ejército en todo el territorio:

Las presiones de Mario Montoya parecían reproducirse en la cadena de mando. Así como el general Henry Torres Escalante dijo que el comandante del ejército lo presionaba, él mismo reproducía ese discurso. Al capitán Jaime Rivera Mahecha le dijo que los derechos humanos en la guerra no existían y lo amenazó con Montoya para que lo retirara y le diera de baja si no cumplía con la orden que se le había dado.

Finalmente, el coronel Rubén Darío Castro, quien fue el segundo al mando de la Brigada Móvil 15 y con la salida del coronel Herrera de la comandancia lo reemplazó, ha sido acusado formalmente por la JEP por encubrir los falsos positivos en esa región. Castro sabía lo que estaba sucediendo en Norte de Santander y habría tenido conocimiento de los asesinatos en el municipio de El Carmen, pero se negó a investigar lo que sucedía.

En concordancia con lo que han dicho los otros oficiales sobre el rol de Mario Montoya, Castro también confirmó que el general hacía un top de las mejores unidades, con base únicamente en las bajas en combate.

La Fiscalía decidió imputar a Mario Montoya por su responsabilidad en 104 casos de asesinatos de personas para ser presentadas como bajas en combate. Sin mucha claridad, la entidad encabezada por Francisco Barbosa movió un proceso que estaba dormido pero que también cursa en la JEP, a la que Montoya se sometió desde 2019 al tribunal de paz para, según él, limpiar su nombre y explicar qué sucedió.

Hasta ahora Montoya no ha hecho ningún aporte en la JEP, solo se justificó diciendo que los soldados habían cometido esos crímenes por ser ignorantes y pobres, una explicación que despertó rabia entre las víctimas y compasión por parte de sus aliados. Pero son muchos los señalamientos en su contra, muchas las versiones que apuntan en su dirección. En 2008, cuando el general le presentó su renuncia a Álvaro Uribe, escribió en una carta que "nadie mejor que mis soldados pueden dar testimonio de mi gran dedicación para lograr para los colombianos, la paz que por años hemos anhelado". Ahora esos mismos soldados están dando testimonio de sus órdenes.

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En septiembre de 2006, recién nombrado Herrera como comandante en el Catatumbo, fue citado por Montoya a una reunión con todos los comandantes de la Segunda División, a la que pertenecía la Móvil 15. Montoya, en su afán por tener "resultados operacionales", no vacilaba en amenazar a los oficiales con retirarlos del Ejército si no presentaban las bajas necesarias. "Pilas, mi coronel, lo voy a relevar […] Usted sabe cuál es su compromiso, mi coronel, usted sabe cómo tiene que trabajar allá. [El Catatumbo] es el área estratégica de la Segunda División. Ahí lo que hay son bandidos. Usted dispara, hace un tiro y mata tres bandidos. Usted tiene que dar resultados, necesito los muertos".

Para Santiago Herrera, Montoya sabía directamente de los falsos positivos y les dio su visto bueno. Incluso, puso sobre la mesa un cuestionamiento fundamental: ¿Qué pasó en las zonas donde el general fue comandante antes de asumir la jefatura del Ejército? Además, señaló que Montoya tomó medidas para intentar disipar el rumor de las ejecuciones extrajudiciales:

Para el coronel, Montoya sabía lo que estaba pasando en las filas del ejército e incluso describió la personalidad del excomandante para explicar por qué se habría presentado este fenómeno bajo su mando:

Mario Montoya aplicó lo que él llamó la "teoría de la inflexión física", como lo documentó el general Paulino Coronado, quien fue comandante de la Brigada 30 en el Catatumbo. En una decisión de peso, la JEP decidió imputarlo por "31 crímenes de guerra de homicidio en persona protegida". De esas 31 víctimas, 11 fueron asesinadas por el Batallón Santander y las otras 20 por la Brigada Móvil 15. Además, también lo responsabilizó por "24 casos de desaparición forzada […] en concurso, en cada uno de estos casos, con el crimen de guerra de homicidio en persona protegida". De estos casos, la mitad fueron ejecutados por el Batallón Santander y la otra mitad por la Móvil 15, las dos unidades pertenecientes a la Brigada 30, que comandó Coronado entre 2006 y 2008.

La presión por parte de los altos mandos era constante. Para Álvaro Uribe, presentar resultados a la opinión pública para demostrar que la guerra contra las guerrillas se estaba ganando era eje central de su política de Seguridad Democrática. En esa tarea, Mario Montoya era un aliado clave del presidente. Según Coronado, el entonces comandante del Ejército insistía constantemente en la necesidad de presentar bajas en combate. De hecho, desde la comandancia se clasificaban las divisiones, las brigadas y los batallones en un ranking de la muerte: quien presentara más bajas era considerado el mejor grupo.

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Por su parte, el teniente coronel Álvaro Diego Tamayo, comandante del Batallón Santander entre 2006 y 2008 y protagonista de los Falsos Positivos en El Catatumbo, aseguró que el aumento de casos de ejecuciones extrajudiciales coincide con el periodo en el que Montoya fue comandante del Ejército. Álvaro Diego Tamayo lleva diez años siendo procesado por los falsos positivos de Soacha.

Otro de los hombres que en su momento fueron fieles a Montoya fue el general Henry Torres Escalante, quien fue comandante de la brigada XVI del Ejército y también aseguró que Montoya pedía "litros de sangre", algo que ya había señalado el teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, quien fue jefe de operaciones de la Brigada Móvil 15.

Según el teniente coronel Gabriel de Jesús Rincón Amado, quien fue jefe de operaciones de la Brigada Móvil 15, desde que conoció al comandante del Ejército este lo presionó por resultados, por bajas, por muertos, que tenía que presentar a toda costa.

Gustavo Soto Bracamonte siempre será recordado por ser la mano dura del Gaula en el Guavirare. Bajo su mando se cometieron por lo menos 60 falsos positivos. Soto Bracamonte, ya condenado por los asesinatos extrajudiciales, reveló ante la JEP 40 casos desconocidos.

"Dispare y recoja", fueron las palabras de Montoya a Soto Bracamonte, cuando le exigió los resultados:

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Hasta los oficiales de bajo rango sufrieron las presiones de Mario Montoya, que a través de los programas radiales exigió insistentemente bajas en combate a "como diera lugar". El comandante del Ejército habría sido consciente de lo que estaba pidiendo, y ante la JEP, el sargento segundo Sandro Mauricio Pérez, perteneciente al Batallón Santander, quien aseguró que "no se podían grabar los programas, era prohibido".

Juan Carlos Chaparro también aseguró que esa presión siempre existió y Montoya era severamente drástico.

La presencia de Montoya era suficiente para poner a temblar hasta el soldado más aguerrido y curtido por la guerra, como lo explicó el capitán Alexánder Valencia Rodríguez, perteneciente a la Brigada XVI y al grupo Guías del Casanare.

El teniente Zamir Humberto Casallas, condenando a 40 años por la justicia ordinaria por por su responsabilidad en la ejecución extrajudicial de tres jóvenes en hechos registrados el 6 de abril de 2007 en la vereda Las Tapias, municipio de Hato Corozal (Casanare), aseguró que él escuchó al comandante, durante un programa de radio que podían escuchar todos los soldados del país en tiempo real, explicar que la guerra se medía en sangre y de eso se trataba la presencia del Ejército en todo el territorio:

Las presiones de Mario Montoya parecían reproducirse en la cadena de mando. Así como el general Henry Torres Escalante dijo que el comandante del ejército lo presionaba, él mismo reproducía ese discurso. Al capitán Jaime Rivera Mahecha le dijo que los derechos humanos en la guerra no existían y lo amenazó con Montoya para que lo retirara y le diera de baja si no cumplía con la orden que se le había dado.

Finalmente, el coronel Rubén Darío Castro, quien fue el segundo al mando de la Brigada Móvil 15 y con la salida del coronel Herrera de la comandancia lo reemplazó, ha sido acusado formalmente por la JEP por encubrir los falsos positivos en esa región. Castro sabía lo que estaba sucediendo en Norte de Santander y habría tenido conocimiento de los asesinatos en el municipio de El Carmen, pero se negó a investigar lo que sucedía.

En concordancia con lo que han dicho los otros oficiales sobre el rol de Mario Montoya, Castro también confirmó que el general hacía un top de las mejores unidades, con base únicamente en las bajas en combate.

La Fiscalía decidió imputar a Mario Montoya por su responsabilidad en 104 casos de asesinatos de personas para ser presentadas como bajas en combate. Sin mucha claridad, la entidad encabezada por Francisco Barbosa movió un proceso que estaba dormido pero que también cursa en la JEP, a la que Montoya se sometió desde 2019 al tribunal de paz para, según él, limpiar su nombre y explicar qué sucedió.

Hasta ahora Montoya no ha hecho ningún aporte en la JEP, solo se justificó diciendo que los soldados habían cometido esos crímenes por ser ignorantes y pobres, una explicación que despertó rabia entre las víctimas y compasión por parte de sus aliados. Pero son muchos los señalamientos en su contra, muchas las versiones que apuntan en su dirección. En 2008, cuando el general le presentó su renuncia a Álvaro Uribe, escribió en una carta que "nadie mejor que mis soldados pueden dar testimonio de mi gran dedicación para lograr para los colombianos, la paz que por años hemos anhelado". Ahora esos mismos soldados están dando testimonio de sus órdenes.

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