El paso del tiempo está develando las atrocidades propias de la guerra ocurrida en Colombia por más de 50 años. Incluso, de acuerdo con el informe de la CEPAL (2021), en el que se establece que en 2020 Colombia presenta la peor desigualdad del ingreso de Latinoamérica, se explica que esto viene ocurriendo desde la época de la Independencia, desde cuando...
“...la rígida y jerárquica estructura de clases se ha manifestado en un acceso muy restringido a factores que imposibilitan una mayor generación de ingreso y riqueza, así como de generación de oportunidades. Por ejemplo, la fuerte restricción al acceso a la tierra, a los factores de producción como al capital de trabajo, al crédito y a la educación (de calidad), representa una muestra muy característica y elocuente de lo que han sido las limitaciones a la generación de mayores oportunidades y de riqueza, y en general a mayores posibilidades de desarrollo socioeconómico.[i]”
A diferencia de otros países en que se erigieron personajes extraordinarios, en Colombia pareciera que sus gobernantes nunca aspiraron a cumplir una misión trascendental que fuera más allá del descarado enriquecimiento de sus propios bolsillos.
Un pueblo desamparado, olvidado a su suerte, robado, desesperanzado, se uniría en dos oportunidades de una forma no violenta para exigir un cambio en toda su historia reciente: en el plebiscito de 1957 y el de 1990 conocido como “la Séptima Papeleta”.
En 1957, la voluntad de cambio no tendría su origen en el pueblo sino en la Junta Militar de Gobierno que reemplazó al derrocado dictador (único que ha tenido Colombia) General Gustavo Rojas Pinilla, quienes convocaron para el primer domingo del mes de diciembre de 1957 a los varones y mujeres colombianos, mayores de 21 años, para que expresaran su aprobación o improbación a un "texto indivisible" formulado en catorce artículos que, aprobados por la ciudadanía, fueron incorporados al texto constitucional de 1886.
El fondo de la reforma era la alternancia en el poder de los dos partidos políticos tradicionales: el liberal y el conservador, de tal manera que aseguraron mediante acuerdos que el poder se moviera en un círculo cerrado al que no podrían ingresar nuevas fuerzas que representaran intereses diferentes a los que enriquecían a las ya muy bien establecidas, clases dirigentes.
Un dato que no deja de llamar la atención es que esta hubiera sido la primera vez que a la mujer se le hubiera permitido votar, lo que aparentemente se hizo para garantizar el “sí” ya que como lo manifiesta Juan Esteban Constaín en el artículo “Así fue el primer plebiscito votado en el país” publicado en octubre de 2016[ii] en El Tiempo, “se le preguntaba a la gente si quería o no la paz” omitiendo lo que correspondiera a la entrega del poder a los partidos tradicionales lo cual fue utilizado como una estrategia de engaño para alcanzar este último objetivo.
Eventos diferentes llevarían por primera vez al país a unirse libremente alrededor de una causa, la convocatoria a una asamblea constituyente.
En la fecha en la que las bases del Partido Liberal podrían haber elegir a Luis Carlos Galán Sarmiento como el candidato único del partido en una consulta nacional si su vida no hubiera sido apagada de forma tan abrupta, un grupo de estudiantes de múltiples universidades colombianas incluyeron entre las correspondientes a la de dicha consulta, del Senado, la Cámara de Representantes, los diputados de asambleas locales, concejales municipales y los alcaldes, una Séptima Papeleta que fue repartida en las calles o impresa en periódicos para que la gente la recortara y la metiera en las cajas de votación.
En ella se leía: "PLEBISCITO POR COLOMBIA, VOTO por una ASAMBLEA CONSTITUYENTE que reforme la Constitución y determine cambios políticos, sociales y económicos en beneficio del pueblo".
[i] file:///C:/Users/nikki/Downloads/diagnostico-multidimensional-desigualdades-colombia.pdf
[ii] https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16716227