El panorama para las próximas elecciones presidenciales en Colombia parece ir aclarándose; la enorme receptividad que ha recibido el hecho de que Alejandro Gaviria haya decidido lanzarse a la contienda le da un aire de frescura al debate electoral y permite pensar que existe una posibilidad de salir del “no me hallo”, o mejor, del “atolladero” en que nos encontramos.
Todos los candidatos que hacen parte de la Coalición de la Esperanza son una excelente opción; el Nuevo Liberalismo seguramente encontrará quién les represente en su ideario liberal y ojalá en las ideas renovadas que tanto necesitamos. A pesar del país desbaratado que nos dejó la pandemia, pero sobre todo el pésimo manejo del gobierno y su equipo (con muy contadas excepciones), existe la posibilidad de que las cosas cambien si logramos votar responsablemente, en conciencia y valorando lo que ha significado padecer un mal gobierno. No se puede perder la memoria ni la perspectiva de la devastación social.
Nos demoraremos más de un cuatrienio en la recuperación de los veinte años que retrocedimos. Un buen comienzo es elegir bien. El abanico de candidatos de centro permite volver a creer y soñar con una Colombia posible. Espero, a pesar de que al uribismo no le gusta ni oír y mucho menos aceptar razones, que hasta a los más radicales les haya quedado claro que Colombia no puede seguir votando y eligiendo “al que diga Uribe”. La debacle en la que estamos no se le debe a nada diferente que a la falta de experiencia, ideas, manejo, autonomía y liderazgo de quien nos ha gobernado. No es siquiera responsabilidad del presidente Duque; realmente tenía un buen desempeño en el Senado. Si le hubieran permitido seguir su carrera de servicio puúblico y adquirir experiencia en cargos de diversa envergadura, hubiera seguramente en unos años, llegado a dirigir a Colombia con mejores competencias.
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A Alejandro le gusta resolver problemas y me consta que es capaz de hacerlo bien
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A Alejandro le gusta resolver problemas y me consta que es capaz de hacerlo bien; estoy segura de que será un candidato unificador; creo que tiene muchas posibilidades por lo inspiradoras y esperanzadoras que son sus propuestas y sus planteamientos. Independientemente de que gane o no, su participación cualificará el debate. Ejercerá por convicción como lo ha hecho siempre una discusión amplia y democrática y será capaz de defender sus ideas con solidez argumentativa y no recurriendo a la descalificación de sus contrincantes como es usual en nuestro país; solo esta práctica marcará la diferencia.
Cree en el respeto; y esa palabra deja de ser vacía por sus acciones y comportamientos. No es de los que predica un asunto y actúa en contravía; promete el empoderamiento de la gente y la lucha contra la concentración de poder. Deja su zona de confort en la academia para asumir un compromiso democrático con su país; esa fue la enseñanza que le dejaron sus mayores; sería capaz de que la política deje de ser cruel y se convierta en un mecanismo que dignifique al ser humano y beneficie a la sociedad en su conjunto.
Alejandro es ingeniero y economista con una enorme formación humanista; un hombre de libros. No conozco a nadie que tenga la capacidad y la memoria de hacer citas exactas y pertinentes en cualquier conversación y en cualquier argumentación, en una inmensidad de temas, de un sinnúmero de autores. Tiene la convicción de que la cultura es un verdadero eje transformador y ese concepto solamente es capaz de comprenderlo un verdadero humanista.
Alejandro Gaviria aspira como muchos habitantes de esta tierra a que Colombia sea un país más justo, más digno y sostenible. Su invitación es hacer de Colombia un mejor lugar para vivir y esto se logra con la concurrencia de todos. Su presencia en el debate electoral ayudará a que la opción de centro se consolide y a que tengamos un clima de sensatez en el debate que se avecina.
En un chat de buenos amigos donde todos son liberales, y a propósito de los análisis que ha suscitado la participación de Alejandro en las próximas elecciones, uno de ellos recordó un poema de Gonzalo Arango:
Una mano
más una mano
no son dos manos.
son manos unidas.
Une tu mano
a nuestras manos
para que el mundo no esté
en pocas manos
sino en todas las manos
¡Gracias Alejandro!
