Mientras la covid-19, la minga indígena y el ministro que asistió al partido de la Selección Colombia siguen siendo la noticia de primera plana, casos como el de la red de pedofilia en TikTok en nuestro país pasan desapercibidos. Cada vez más niñas y niños se enfrentan a las redes sociales, muchas veces sin control, y lo que puede ser solo una distracción divertida con filtros, bailes y emoticones puede convertirse en un peligro para su seguridad y su integridad.
Conversamos con Juan David Arango, experto en redes sociales y comportamiento del consumidor, para entender los desafíos que enfrentamos como adultos y padres de niños, niñas y adolescentes; pues, según él, ellos hacen parte de una generación diferente que debemos entender.
Uno de los casos más recientes fue el de la red de pederastia que se conoció por una niña de nueve años en Medellín. Los agresores creaban perfiles falsos de artistas en TikTok, hacían retos o concursos que invitaban a los menores a enviar fotos y videos íntimos o responder preguntas personales: La misma fórmula la usan creando perfiles de otros niños para hacerse amigos en estas plataformas. Lo más triste es que son muchos los casos que están en el anonimato.
Arango enfatiza en la importancia de controlar qué ven nuestros hijos al usar los equipos móviles y concientizarlos desde muy temprana edad: «Saber usas estas redes sociales es el primer paso que deben tomar los padres, conocer cómo leer los mensajes, los comentarios e interacciones en plataformas como TikTok, Instagram y nuevas redes sociales de contenido que desaparece al poco tiempo —como Threads, que es una nueva red social de Instagram muy similar a Snapchat—. Pero la labor más importante es establecer relaciones de confianza con los niños para hablar con tranquilidad sobre lo que hacen en redes sociales y con qué amigos conversan o en qué retos participan e, incluso, si es necesario, bailar o grabar videos con ellos para que vean a los padres como otros protagonistas activos en sus redes sociales, definitivamente hay que internarse y hablar en su lenguaje».
También nos explica por qué niños, niñas y adolescentes hacen parte de una generación diferente: «Desde el estudio de las generaciones, los padres de familia de hoy son papás millennials y están educando a niños que hacen parte de la “generación T” o táctil; son los niños nacidos a partir del 2010 y además de nacer aprendiendo a dar play y stop en el celular, antes de gatear, se caracterizan por ser impacientes por la velocidad que manejan en estos aparatos, pueden presentar problemas de socialización —sobre todo luego de esta pandemia— y no diferencian lo privado y lo público, pueden creer que todo se comparte; son autodidactas y aprenden por sí solos —lo bueno y lo malo—; pero no todo es negativo: aprenden de sus padres millennials el emprendimiento, son más empáticos y respetuosos con temas como la diversidad sexual, cultural o las discapacidades; aprenden de diversos temas y culturas y desde muy pequeños se suman al cambio social y climático».
La Universidad Eafit, mediante un estudio realizado recientemente, confirma que 84 % de niños, niñas y jóvenes colombianos, entre 9 y 16 años, ya tiene perfiles en las principales redes sociales, a pesar de que estos sitios solo permiten su apertura a partir desde los 13 años. Por un lado, no debería ser permitido que antes de esta edad tengan sus propios perfiles en estas redes y, si vamos al análisis de la capacidad jurídica, solo se debería permitir a partir de la mayoría de edad o al menos desde los 16 años, como lo establece el reglamento europeo; pero ante esta realidad, es también corresponsabilidad de padres y cuidadores el control de lo que hacen los niños en estas plataformas.
El interrogante y el reto para padres, adultos y creadores de estas redes es entender que en esta generación estará nuestro futuro; una generación hiperconectada que tendrá que enfrentarse a nuevos retos, cambios sociales y que desde hoy es vulnerable a las condiciones adversas de seguridad e integridad en estos espacios digitales. Mientras llegan a la adultez, nosotros tenemos que ir a la par de ellos en un mundo con una nueva era de apertura digital.