La fábula mamerta (marxista) sobre una supuesta segunda y definitiva independencia de los países latinoamericanos corresponde a un proyecto totalitario para llevar a los pueblos de la región a dictaduras oprobiosas como las de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Todo esto usando como excusa la liberación del imperio. Sin embargo, el imperio tiene intereses más importantes en otras partes de la tierra, dejando a Latinoamérica reducida al problema del narcotráfico y las migraciones.
A pesar de ello, los seguidores de la estafa comunista del marxismo-leninismo en sus diferentes pelambres buscan que a esta parte del planeta se le dé más importancia de la que tiene, olvidándose de que su receta es un fracaso antropológico e histórico, además de que nuestras naciones desde una óptica dialéctica deben ir creando una auténtica democracia para el desarrollo social y humano de toda la ciudadanía.
A punto de cumplirse 200 años de la Batalla de Boyacá, que selló nuestra independencia, las fuerzas absolutistas quieren acomodar la historia para sus objetivos burocráticos y dictatoriales, planteando la segunda independencia, que sería la versión del maniático venezolano Hugo Chávez, quien como nostálgico de la Guerra Fría quería que se creara una suerte de Unión Soviética Latinoamericana, con miras a esclavizar a las naciones mediante el yugo del socialismo del siglo XXI, que es la aplicación práctica del marxismo, según palabras del tirano Fidel Castro en el 2010.
Los mamertos han convocado a una jornada para el día 10 de agosto en Tunja por la segunda independencia de Colombia. Esa invitación es bastante descarada, porque a los seguidores del bodrio comunista en nada les interesa la independencia de las personas y las naciones, pues buscan que las masas se comporten como un rebaño, en donde pensar y opinar pertenece única y exclusivamente a la elite comunista, ya que los derechos individuales son un estorbo para sus intenciones abyectas.
El comunismo totalitario con todas sus vertientes debería guardar silencio ante la memoria de Simón Bolívar, padre libertador, pues juntarlo al lado del señor Karl Marx como lo hizo Hugo Chávez es un oprobio para la memoria del genio de América. Marx en una biografía publicada en 1858 declaró que Bolívar había sido un canalla, cobarde y traidor, además lo acusó de haber entregado a Francisco Miranda a los españoles. Esto demuestra que la mezcolanza entre Bolívar y Marx es una aberración, y sería igual a que se hubiera juntado a Jesús de Nazaret con los fariseos en una sola doctrina.
Sea como sea, una auténtica segunda independencia en algunos países de la región se daría en el caso de Venezuela para liberarse del colonialismo cubano que maneja al títere de Nicolás Maduro, dándole las directrices políticas, militares, ideológicas y económicas. Ello es gracias a Hugo Chávez, que por hacerle desplantes al imperialismo yanqui le entregó su país al peor criminal que ha conocido Latinoamérica en los últimos siglos: el sátrapa de Fidel Castro, quien fungió como un monarca en la patria de Bolívar. De ahí que la liberación de Venezuela de la férula cubana es una cuestión de dignidad e independencia.
Pero además el pueblo cubano, a pesar de que la camarilla que manda en la isla actúa de manera imperialista, se debe liberar del lastre comunista, con lo cual habría una verdadera segunda independencia. En la misma situación se encuentra Nicaragua, cuyos ciudadanos son víctimas del atroz régimen comunista de Daniel Ortega, quien ha cometido genocidios en contra de la población. Entonces una segunda independencia, esta vez liberando a Venezuela, Cuba y Nicaragua de la opresión marxista, sería una nueva gesta heroica para América Latina.
Para cerrar, la tal segunda independencia de los mamertos es una expresión política en el esquema del comunismo totalitario para avasallar a los países de la región, convirtiéndolos en satélites de La Habana, como ocurría con Moscú desde donde se manejaban las naciones de la antigua cortina de hierro. Esto constituiría para las naciones latinoamericanas la pérdida total de la soberanía patria, por lo que ante semejante amenaza hay que volver a las fuentes de la emancipación hace 200 años para superar el embeleco comunista de la segunda independencia y preparar acciones para construir un muro de contención que no permita la esclavitud de nuestras naciones, ya que con ello se perdería la libertad, que es un bien supremo de toda la humanidad.