Todos conocemos esos formatos de programas televisivos desgastados por demás, donde encierran en un estudio o en una isla a personajes famosos o que tienen alguna característica física, como un cuerpo atlético, capacidades deportivas o la posibilidad de vivir en pelota en medio de una selva por varios días. Todos son el ejemplo del desgaste de los canales de televisión, que cada día ven como sus adictos y su decreciente clientela van en desbandada a las redes sociales o simplemente a rotar el control remoto sin ser fiel a ninguno.
Los reality shows se esfuerzan por hacer creer al televidente que todos los sufrimientos, vicisitudes y padecimientos son reales, y que esa cruda experiencia puede atraer incautos para sentarlos ante sus pantallas y poder vender su publicidad que por demás a nadie le interesa tampoco.
Pero el colombiano del común y corriente tiene un grave riesgo, caer en la trampa que le han tendido en la sociedad moderna, donde todo funciona con el mismo formato de los realitys o la telerealidad. Sí, es en serio, para darle un ejemplo, muchas de las noticias que algunos medios de comunicación presentan en sus canales televisivos no son más que entrevistas pagas, un político o un personaje de farándula contrata un manager que por un precio hace que en los programas de mayor sintonía sean entrevistados o su noticia difundida; mientras tanto en las salas de televisión de todo el país el chibchombiano del común cree que esa es la realidad de su patria.
Después de analizar este ejemplo, conocido por todos, debemos hablar del tema de la seguridad vial en Colombia, que aunque es un fenómeno mundial es una necesidad, prácticamente es un derecho fundamental puesto que la movilidad ciudadana está garantizada en el artículo 24 de la constitución. Es una obligación para el estado colombiano reducir los siniestros viales conforme a lo acuerdos suscritos ante la ONU para celebrar el decenio de la seguridad vial en el mundo, nos están mintiendo.
¿Pero qué pasa? A todos los ciudadanos nos tienen con una verdad a medias. Pensamos que las noticias que nos dan en la mañana y tarde por los noticieros de los canales comerciales contienen los informes veraces de los avances en los temas de la educación y la seguridad vial. El antiguo fondo de prevención vial pagaba millonaria sumas a los medios de comunicación para que pasaran campañas sobre inteligencia vial, en estas participaban personajes como Pirry, Jorge Barón y otros tantos héroes de la farándula que ayudaron a que el colombiano promedio pensara que en el tema de la seguridad vial los colombianos estamos avanzando. Uno de ellos fui yo, crédulo desde la infancia. Sinceramente, caí en ese despeñadero de farsas bien elaboradas.
La verdad es otra bien diferente y lo peor, no hay quien haga creer al ciudadano que esta engrupido en una mentira del tamaño de la muralla china.
El primer misterio doloroso que debe explorar el ciudadano es por qué la publicidad en las noticias nos hace creer que en todo el país está vigente el código nacional de tránsito si en más del 60 % de municipios del país no hay autoridades de tránsito que lo hagan cumplir. La Ley 769 de 2002 y las demás normas que se encuentran vigentes son letra muerta en el 80 % de los municipios de cualquier departamento. Ese es el primer espejismo al que nos enfrentamos los colombianos, las autoridades están creadas en las capitales y en los municipios cercanos al área metropolitana.
Entonces, podríamos concluir que en los organismos territoriales circunvecinos se intenta hacer cumplir la ley, de resto no hay quien haga respetar las normas de tránsito. Este sistema es un sálvese quien pueda, pues téngase en cuenta que en Colombia tenemos más de 1200 municipios y en más de 800 no hay ni un solo agente o policía de tránsito, y donde hay autoridades no son las suficientes de acuerdo al número de habitantes, la cantidad de vehículos matriculados y los que circulan diariamente por sus vías. Además, la gente del común piensa que las normas son imposiciones arbitrarias, por eso es común que en la mayoría de los municipios ni siquiera porten los documentos en regla y los infractores se sientan súper héroes.
Si le damos otra mirada al problema, tenemos que reconocer que en Colombia solo hay cinco municipios que tienen más de un millón de habitantes, pero las ciudades de más de 200 mil habitantes no son más de treinta; por eso, se debe preguntar por qué los principales corresponsales periodísticos están pasando informes permanentes desde esas ciudades. Allí es donde se ven las campañas con mimos, volantes, entre otras intervenciones y los informes de inversión más altos, que al verlos en los noticieros los hipnotizados colombianos piensan que se está trabajando en la seguridad vial de más de 44 millones de colombianos.
Sin embargo, son mentiras, solo se está manipulando la información. Cuando el ciudadano corriente sale a la vía publica se encuentra con la realidad, personas que conducen vehículos desvencijados pero que tienen sus certificados tecnomecánicos al día, motociclistas sin casco, vehículos sobre los andenes y alcaldías sin plan estratégico de seguridad vial, como raro, ¿cierto?
Este país no tiene una política pública de seguridad vial que regule la formación, por ejemplo no hay donde hacer el curso de instructor de conducción y entonces preguntamos de dónde salen los instructores en Colombia.
Las zonas rosas o los lugares de discotecas los fines de semana se encuentran atestados de vehículos particulares en donde todos sus ocupantes están en la discoteca bebiendo cuanto licor les ofrezcan y después en la madrugada todos salen en las peores y más vergonzosas borracheras ante los ojos de toda la comunidad y con el pleno conocimiento de las autoridades.
No existe gerente, ni general, ni político, ni religioso que no hable por celular mientras conduce, todos exceden los limite de velocidad y se cometen infracciones de tránsito hasta por deporte.
Tenemos que hacer un llamado a la nueva Agencia Nacional de Seguridad Vial (ASNV) para que rompa esta cadena de mentiras y promueva la creación de los agentes de tránsito civiles y sin armas en todos los municipios del país, regulados por la Ley 1310 de 2009. Un proyecto serio, que perdure en el tiempo, cuyas acciones concretas puedan ser cuantificables y medibles, podría ser una respuesta al problema.
La violencia vial está agrediendo a las sociedad colombiana, despertemos.