Sobre el tema De la seducción, Jean Baudrillard anota que se trata de “la transición de la mitología del imaginario sexual”. Cuando han pasado las distintas etapas la seducción acaba; comienza a desmoronarse la puesta en escena, cuando alguno de los dos seres capitula. Porque en la seducción -según Freud- se “invierten los espejismos de la simulación”. Cada persona tiene un punto de vista: el seductor se retrata a sí mimo con omisiones y el otro, en su medida, solo quiere verse proyectado a sí mismo en el otro. Las mentiras de la parodia pueden observarse cómo lo anota Vincent Decombes en “la persona seductora es donde el ser seducido se encuentra a sí mismo”.
Antonio Samudio un bogotano que nació en 1934, registra esta comedia humana de signos y gestos seguros que no responden a ninguna lógica cotidiana. Por la misma razón de la seducción es la realidad irónica.
Samudio ha realizado toda su vida grabados en todas sus técnicas.
Antonio Samudio pinta el sentimiento y la seducción de la juventud con o sin los prejuicios de su tiempo. Resulta interesante que, seducción femenina, que posiblemente se lee desde una “aventura del inconsciente, que puede aparecer como el último intento de gran envergadura por rehacer el secreto en una sociedad sin secreto”. Y, a propósito, Baudrillar califica a la “seducción como testigo de la hipocresía”.
Sus personajes son prototipos. Narices tubulares, casi fálicos, que continúan en las cejas finas cejas en arco como en un dibujo y, bocas cerradas. Importa lo que representan de las relaciones humanas. La mudez importa en la insinuación del gesto. Y además recrea una memoria por la escenografía y el imaginario del tiempo.
En algunas de las obras, Samudio le impone a la composición una naturaleza muerta que, él ha tratado con una enorme sutileza porque lo ve como un paisaje, a Samudio todo le funciona; porque él reúne su atmósfera seca a la mímica de la intimidad. En su narrativa todo es objetual y genial.