Marshall Applewhite era un maestro de escuela reputado. Le gustaba cantar. Tenía un raro magnetismo en los ojos que, aunque era el más serio indicio de una enfermedad mental, se convirtió en la principal arma para cautivar masas. A principios de los años 70 fue internado en una institución mental donde conoció a la enfermera Bonnie Nettles quien le inoculó el bicho que le carcomería el cerebro: había vida después de la muerte y ese paraíso era una inmensa nave espacial, tan grande como la tierra misma, al que accederían sólo los miembros de la Heaven’s Gate, el nombre con el que ambos empezaron a conseguir seguidores desde el año 1975.
Ese año decenas de norteamericanos, en su mayoría gente con educación superior y clase acomodada, se afiliaron al credo que predicaban Marshall y Bonnie, reconocidos por su secta como Ti y Do, esperando tener el entrenamiento suficiente para ascender al segundo nivel y estar cerca de los alienígenas que, en un momento determinado, vendrían a la tierra a llevárselos.
En realidad la teoría que predicaba Applewhite hablaba de los antiguos astronautas que habían depositado en la tierra a los humanos y que ahora los recogerían para llevarlos a una especie de tierra prometida que no era otra que el lugar original en donde se creó la raza que hoy puebla el planeta. Sólo había que esperar a que se abriera un gran portal y viniera la inmensa nave que los rescataría. En el discurso de Applewhite se hacen referencias no a libros sino a capítulos enteros de Viaje a la estrellas, serie a la que el gurú era fanático.
Vale la pena decir que ni Ti ni Do estafaron a nadie. Nunca pidieron un dólar por sus consejos. El problema vino cuando sacaron un manual de conducta en donde los obligaban a abandonar la voluntad y hacerles caso en todo lo que dijeran. La obediencia era total. Se convertían en robots fácilmente manipulables.
En la espera, en donde decenas se aburrieron y sólo quedaron 39 elegidos, murió Bonnie Nettles producto de un cáncer. Lejos de abandonar su delirio Applewhite lo hizo más creativo y afirmó que Do los estaría esparando ya en la nave espacial. Esta apareció a finales de 1996 cuando, en medio de la alagarabía por el paso del cometa Hale-Boop por la tierra era la señal que la secta esperaba. Así que desde ese diciembre de 1996 Applewhite empezó a preparar a su gente para lo inevitable: en tres meses saldrían a reunirse con DO.
Entonces, alquilaron Rancho Santafe, en el estado de California, y el 26 de marzo de 1997 los 39 miembros, después de grabar sus últimos videos en donde demostraron que todo lo hacían por su propia voluntad, tomaron una cantidad considerable de fenobarbital, se pusieron una bolsa plástica en la cabeza y se mataron. Fue el suicidio colectivo más numeroso en la historia de los Estados Unidos.
Lo escabroso es que tres miembros que habían desertado, decidieron matarse semanas posteriores. Querían alcanzar a sus compañeros y cubrirse de gloria en el viaje interestelar.
Con los tiempos que nos cobijan ahora sería plausible pensar que gurús como Applewhite podrían convencer a otros de dejar sus crisálidas, sus cuerpos y convertirse en otra cosa. Es la era de los cultos.