Escribí esta nota cuando la exportación de flores estaba en su momento clave porque se acercaba el día de San Valentín. Me viene a la memoria el actor del film Amores, mujeres y flores (1988). A la calle fue a dar, además se le perseguía. Sin empleo y sin refugio, dado que tuvo que huir del cuarto en que se alojaba, se refugió como sereno en la plaza de mercado.
La película fue premiada en festivales internacionales, pero él continuó escondiéndose, perseguido por la amenaza y el temor de que lo descubrieran. No faltaría que alguien denunciara donde se alojaba. Le huía a la luz del día, temía salir a la calle, porque de pronto… salía de la madriguera y en la noche caminaba hasta la plaza de mercado.
Hubo un tiempo, luego de la filmación, que la vida siguió su curso normal. Los directores de la película desaparecieron, no se volvió a saber de ellos. A él se le borró de la memoria el ser actor y, continuó con su quehacer en la hectárea cubierta de polietileno de la flora. Cavaba las zanjas para extender el regadío, llevaba las plántulas para ubicarlas en las cementeras, fumigaba para evitar los bichos y cuidaba los hermosos capullos de flores.
Con el paso de los días comenzaron los rumores. En Alemania no pudo presentarse el documental, pues las casas productoras de herbicidas no lo permitieron, mucho más cuando la ola ecológica crecía. El problema para la salud con los herbicidas, la contaminación de los suelos, las afectaciones en la salud de los hombres y mujeres que laboraban en las floras.
La divulgación del film hizo que disminuyeran las ventas de flores para la celebración de San Valentín (14 de febrero) mientras en los pueblos donde se cultivaban las flores se inicia la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza, según el cual: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.
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Cuando la película llegó a la televisión, en Francia, disminuyó la venta de las rosas, los pompones… pero la cinta no llegó al país porque los dueños floricultores hicieron lo posible para que no se proyectara. Así que no se pasó por ningún canal de televisión.
Fue entonces cuando lo despidieron de la flora. No se podía perjudicar las floristerías, cuyas hectáreas cubiertas de polietileno, pueden verse desde el aire cuando los aviones descienden en la Sabana. No era posible que se desacreditara el país, por intereses no muy claros, eso fue lo que se dijo.
Sin trabajo, el miedo y el temor de la persecución lo acosaban. A lo que hay que añadir que la “actriz” no tuvo ningún problema. Murió envenenada por efecto del paratión. Y, mientras las horas se deslizaban en la noche, él vigilaba en la plaza de mercado, de uno de los pueblos sabaneros, para que no haya robo de los bultos de papa. Temía que lo llevaran a la “cana”, por ser actor en la película de los cultivos de las hermosas flores que se ofrecen el día de los enamorados, en la pomposa fiesta de San Valentín.