La saña cojea

La saña cojea

Afortunadamente, la saña, ya no cuenta con una de sus incondicionales "ias" (Procuraduría, Contraloría y Fiscalía); sin Fiscalía, la saña quedó coja

Por: Germán Peña Córdoba
junio 13, 2024
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La saña cojea

ES UN EJÉRCITO DISCIPLINADO PARA EL ATAQUE, todos trabajan de manera coordinada, bajo una causa común. Son varias las disciplinas que se unen para infringir el mismo efecto. El instinto gregario se agrupa contra el gobierno del cambio, como nunca antes se habían agrupado; se une a esta proterva causa el nuevo partido político opositor, representado por el periodismo dependiente; también se une parte importante del empresariado, que propugna porque nada cambie y todo siga igual, un congreso filibustero, grandes contratistas con robustos contratos de concesiones viales e infraestructura, se unen los organismos de control llamados "las ias", los partidos políticos tradicionales y el ala militarista en retiro. ¡Todos de una como en Fuente Ovejuna!

La palabra saña, definida como una nefaria intención rencorosa y cruel, viene acompañada de la inquina, el enojo ciego y el furor. Hay que tener mucha fortaleza y, una resistencia única, para no desfallecer ante semejante avalancha que con periodicidad aparece, orquestada por la multisaña impetrada por sectores viscerales e innobles posturas, contra la figura del presidente Gustavo Petro. Pero a la saña le falta algo, la saña cojea: ¡no tendrá una Fiscalía incondicional!

Sin Fiscalía obsecuente como la de Francisco Barbosa, la saña muere por sustracción de materia.

Hoy vivimos un Deja Vu: la dirigencia de extrema derecha procura un paro similar al que el 10 de mayo de 1957, defenestro del poder al general Gustavo Rojas Pinilla. Asa las cosas, se actúa sin importar las catastróficas consecuencias de esta conspiración. Ellos con saña, siguen adelante con el plan trazado. Las condiciones de hoy indudablemente son otras muy diferentes a las del año 1957. De pronto, hoy nos encontramos con una resistencia más cohesionada y consciente; dispuesta a hacer respetar el voto depositado en las urnas, como principio básico de cualquier democrática.

A la saña, no le importa que lo que se esparce con esmero, prontitud y destreza sea verdad o sea mentira, tenga rigor periodístico o no lo tenga, sea producto de una exhaustiva investigación o no lo sea. Da igual, si lo que se lanza al aire sea confrontado o no sea confrontado; nada de lo anterior se hace. El fin último es causar un efecto, que traducido en daño colateral cause desprestigio y produzca unos réditos politicos, dirigidos a que sea asimilado, por las incautas víctimas de la constante desinformación.

Desde sus noticieros, sin sonrojarse irrigan falacias e inoculan dos letales dosis de veneno diario. No importa que más adelante -como ocurre con cada escandalo- se demuestre que el ruido no era más que eso: ruido y más adelante tengan que rectificar. Después que la narrativa creada se derrumba y el directo afectado se mueve jurídicamente, se obliga a rectificar. Contando con suerte el afectado, por allá, en un rinconcito pequeño, donde nadie lo ve, aparece un avisito chiquitito, inversamente proporcional a la espectacularidad inicial del tsunami periodístico. La rectificación no importa, lo verdaderamente importante para ellos es, que el daño ya está hecho. Con el avisito se cumple, pero no repara el daño reputacional causado, por la incursión de la falsa bandera.

A eso se reduce la política hoy.

Una política que parece que nadie piensa por fuera de defender unos intereses personales o de clase, una política vacua, donde incursionan verdaderos Chisgarabís movidos por aprovechar su cuarto de hora. No existen convicciones, ni estructura política, todo lo desconocen y se enorgullecen de su ignorancia supina. Es por eso, que celebran archivar la tan necesaria reforma a la salud, no le encuentran ninguna importancia a la reforma de la educación, ni a la reforma agraria, ni mucho menos a la reforma laboral y pensional.

La draconiana disciplina de la saña sigue su curso: una nueva arista ha regenerado en la saña. la nueva es la de los expresidentes. Estos redomados "próceres de la patria" reaparecieron haciendo parte de la gavilla. Los expresidentes, como muebles viejos, deben permanecer en el último rincón destinado a los chécheres, ellos, son la tía poco agraciada y entrada en años, que va a la fiesta y nadie la saca a bailar. 

Ante el desespero, han salido los expresidentes Pastrana, Santos, Uribe, Duque y el nefasto Gaviria a unirse a una insólita gavilla contra el presidente del cambio. Les convendría a los expresidentes permanecer callados. Los mismos que tuvieron su oportunidad y no hicieron nada por solucionar los graves problemas que aquejan a los Colombianos y, por lo contrario, ahondaron en ellos, hoy, con la seguridad de creernos bobos, emergen creyéndose ser la solución.

Pero alegrémonos: ¡la saña está coja!

A la saña le falta Fiscalía. Afortunadamente, la saña, ya no cuenta con una de sus incondicionales "ias" (Procuraduría Contraloría y Fiscalía); sin Fiscalía la saña quedó coja. Una fiscal independiente ya no será la corresponsal de la revista Semana. Tenemos una Fiscal que no busca protagonismo, permanece ausente del interés político y no propugna por una justicia espectáculo. ¿Se imagina usted en esta coyuntural tesitura, encontrarnos en manos de Barbosa como Fiscal? ¡Hágame el favor!

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