Hasta hace muy poco Roy Barreras soñaba con ser presidente. Lo veía incluso como un objetivo alcanzable. Era un capítulo más en esa novela que había sido vida. Hijo de una madre soltera que lo mandó desde el sur de Bogotá a Cali en un Expreso Bolivariano para que conociera, a los siete años, a su papá, un médico que tenía una clínica omeopática que terminó con los años siendo suya, con una clientela numerosa.
Y se metió a la política porque le gustaba la gente y el poder y vio que, con su verbo incansable y la capacidad de trabajo de un tractor, podía convertirse en el primer Barrera en ser presidente.
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Así lo contó en entrevista a la Revista Semana el actual presidente del Congreso, a quien sus planes de vida y políticos se le torcieron cuando el 3 de octubre de este año le diagnosticaron un cáncer. Confesó tenerle mucho miedo al dolor y además dijo que el día que se enteró de su enfermedad hubo una llamada que le sirvió como un bálsamo. Su hija, una neuróloga de la universidad John Hopkins, le contó que estaba embarazada.
Lo que le da fuerza es su fe en Dios y en la política. Dice que la actividad legislativa es un aliciente para despertarse todos los días a pesar de los efectos físicos y anímicos que le causa la enfermedad y el tratamiento. Porque ya los bajonazos de presión le están afectando su rutina, como le pasó el jueves pasado durante uan rueda de prensa en donde tuvo que retirarse abruptamente.
Nada ha sido fácil para Roy. George Barreras, el gringo que fue su papá, se desentendió de su familia en Bogotá que nunca apoyó económicamente, de tal manera que Roy debió ganarse la vida como panadero y taxista en la Bogotá de los años 80. En su stand up comedy llamado El culo de Antanas, en el que Roy contaba sus hazañas como taxista en una ciudad que, según su recuerdo, no era tan hostil ni peligrosa como ahora, por eso le parecía una delicia la profesión de andar en carro, incluso recuerda los copiosos desayunos concretado trabajo que complementaba en el día con el de ser panadero. Con los cortos recursos entró a estudiar medicina a la Universidad Nacional y con el grado en la mano tomó de nuevo rumbo a Cali para trabajar como médico con su papá.
Y ahí fue avanzando y haciendo fortuna hasta que se decidió meterse a la política. Si, pero la enfermedad se le ha cruzado en el camino. Espera poder tener un segundo round.