La Salsa sigue viva

La Salsa sigue viva

La Ciudadela de la Salsa estuvo colmada de público aprendiendo los pasos de baile que solo se pueden dar en una ciudad: Cali

Por: Manuel Tiberio Bermúdez
septiembre 21, 2016
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La Salsa sigue viva

De nuevo, la Ciudadela de la Salsa estuvo colmada de público aprendiendo los pasos de baile que les permita luego presumir de que aprendieron en donde si saben bailar: en Cali.

Llegan puntuales a las 9 de la mañana y se alistan para aprender a descifrar los movimientos que dicta el ritmo de la música. Uno, dos tres, vuelta…dice el instructor y los alumnos miran y hacen…cinco, seis, vuelta…y unos  se enredan, otros salen airosos del paso complejo pero bello, que acaba de realizar el tallerista. Y así se va la mañana aprendiendo Salsa estilo caleño, Bogaloo, Pachanga, salsa en línea, o tradicional. Con cada giro, con cada paso acertado al compás de la música, los asistentes se sienten orgullos y alegres.

A bailar con la música y los sentimientos

Luego llegó el conversatorio sobre La Situación del Baile en Cali, moderado por Umberto Valverde, con invitados de lujo --directores de escuela y bailarines reconocidos en la ciudad-- hablaron de los sitios tradicionales de baile: Agapito, Honka Monka; Séptimo Cielo; entre muchos otros que fueron sitios de goce en las noches caleñas.

Dijeron también que aunque la Salsa está vigente, el baile ha perdido su esencia pues, argumentaron, hay necesidad de recuperar el baile al piso, el verdadero baile caleño. Comentaron además que hay campeones mundiales de Salsa, que no saben bailar, porque no bailan sino tienen una coreografía que desarrollar. Dijeron que hay que “desmecanizar” el baile, regresarlo a sus orígenes de belleza, estilo y diversión. Señalaron que hay un movimiento de bailadores buscando el rescate del buen bailar, aunque, aseguraron, respetan y comprenden lo que es el baile espectáculo con sus alzadas y sus coreografías de vértigo.

Dijeron que la juventud caleña baila influenciada por propuestas del extranjero, pero no saben bailar caleño. Recalcaron que hay que aprender a bailar con la música, no por tiempos, y subrayaron que se debe bailar con el alma y con los sentimientos y no por los tiempos que determine una coreografía. Finalmente precisaron que el baile caleño se ha ido desdibujando porque el baile ha pasado de los pies al aire en donde se realizan las acrobacias.

Los chicos en escena

Luego, los niños deslumbraron a los asistentes con sus maneras de bailar. Demostraron como cada día avanzan en los pasos, aprenden las alzadas, desafían la gravedad con sus pirueteas y se preparan para reemplazar a esos chicos y chicas que hoy son sus referentes.

Alfredo de la Fe…una cajita de música

Más tarde, Valverde, el escritor caleño, que le da duro al Festival de Salsa, en sus columnas de prensa,  pero que no puede apartarse de él, tuvo una amena conversación con don Alfredo de la Fe, el mejor violinista del mundo.

Yo, que no se de Salsa, pero sí de palabras, quedé fascinado con las historias del músico. Habló de su salida de Cuba y como fue herido durante el viaje,  y como estuvieron 16 días perdidos en el mar.  Recordó como a los 11 años ya era un músico clásico y como a los 12 conoció a Pupi Lagarreta, quien le enseñó las raíces de la música cubana. Luego contó cómo conoció a José Antonio Fajardo, y como con esos dos personajes aprendió a conocer “esa música que hoy le llaman salsa”.

Describió como conoció a Roberto Torres a quien “agradezco conocer a Colombia, por primera vez, porque vinimos a tocar a Cali en el año 1983”. Mencionó cuando tocó en la Orquesta Broadway. “Subí al escenario,  –dice- toqué el primer tema y me bajaron. Me dijeron: hermano, métase a taxista o siga con la música clásica porque usted para esta música nunca va a servir. Y ese día, en vez de quitarme el ánimo, me dije a mi mismo: voy a demostrar que si voy a servir para ésta música. Pasaron los años y tuve el honor y el placer de hacer solo de violín en uno de los discos de la Orquesta Broadway”.

De la Fe hablo más de una hora, y es lo que llaman “una cajita de música”. Contó de su amistad con Lavoe, de quien narró que una vez le dijo: “Yo estoy aburrido de vivir, me voy a matar. Yo me amarro con el cordel de la persiana y me dejo caer por la ventana y me ahorco. Y me miró y me dice: “Uyyy, hermano, si se rompe el cordel, son 15 pisos, mejor no lo hago”.

Reseño su estadía en Colombia, y rememoró a Juan Pachanga en Juanchito, recordó sus trabajos con Santana. Hablo de su adicción a las drogas y al alcohol y dejo un mensaje de esperanza: “Se puede salir de las drogas”.

Mencionó que “si no hay un cambio, la Salsa, tiende a acabarse. Pienso que 50 años exprimiendo lo mismo, cada vez le sale menos jugo y que tiene que haber un cambio. Hizo loas a los bailarines de Cali, “Porque le han dado al baile un dinamismo que no lo tiene nadie”. Se despidió con un con un “Cali es Cali, lo demás es loma, la Salsa sigue viva. Sigan apoyando la salsa que la salsa es vida”.

Fue una jornada inolvidable, como todo lo que está pasando en la Plaza de Toros y la Ciudadela de la Salsa, en esta edición XI del Festival Mundial de Salda, Cali 2016.

Aquí la charla con Alfredo de la Fe.

 

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