Dos gramos de cocaína, siete pipas de crack, dos pastillas de éxtasis y una gota de LSD, son demasiadas drogas para un hombre incluso si es el verdadero Lobo de Wall Street. Dana Giacchetto tenía 53 años, una entrada a la cárcel por estafa en el año 2000 y la extraña capacidad de traicionar a sus amigos cuando fue encontrado el pasado domingo 12 de junio con los ojos abiertos y espuma en la boca en su apartamento del Upper West Side en Manhattan. En la década del noventa éste financista de Wall Street asesoró a los actores de Hollywood Winona Ryder, Matt Damon, Ben Affleck, Cameron Díaz, Johnny Deep y a Leonardo Di Caprio. Aunque tenía la costumbre de enrumbarse con sus clientes con ninguno llegó a intimar tanto como con la joven estrella de Titanic.
El gusto por los excesos y por las cacatúas los unió. Cada uno tenía un ave, la de Giacchetto se llamaba Ángel, la de Leo César. En plenas fiestas, ejecutadas en la mansión del corredor de bolsa y a la que asistían Michael Stipe, vocalista de R.E.M, Alanis Morrissette y David Grohl, líder de los Foo Fighters – Giaccetto, quien empezó en el mundo de la música, cumplió un papel fundamental para sacar el primer disco de Nirvana-, no sólo Di Caprio y Dana hacían guerra de bolitas de caviar o llenaban piscinas con Dom Perignon sino que apostaban cientos de miles de dólares en las sangrientas peleas que protagonizaban las dos cacatúas. En esas orgías Leo conoció el alma del hombre que interpretaría una década después en El lobo de Wall Street, la adaptación que hizo Martin Scorsese de la autobiografía de Jordan Belfort. Di Caprio tomó las dos personalidades y las agregó a su personaje.
La vida de lujos de Giacchetto terminaría en el 2000 cuando el FBI descubrió que les había robado 9 millones de dólares a sus clientes. Desde esa época Leonardo Di Caprio lo dejó de frecuentar. Fue a la cárcel y a los dos años obtuvo la libertad por buena conducta. Nunca volvió a levantar su imperio. Igual no le importaba, siempre consiguió lo justo para continuar con sus rumbas de 72 horas.
Quince años después seguía saliendo con gente del cine aunque, eso sí, nadie de la gran industria de Hollywood se le acercaba. El pasado viernes 10 de junio asistió al estreno de la película Legends of Freestyle realizada por su amigo, el director Steve Stanulis, quien protagonizó la primera entrega de Actividad paranormal . Después la comitiva, entre las que se contaban las cantantes Lisa Lisa y Soave Martínez, fue a celebrar a la discoteca DL de la calle Delancey en pleno Manhattan. Alterado por las drogas y el alcohol Giacchetto se trenzó en una pelea con los guardias de seguridad del lugar. Enfurecido abandonó la Disco se refugió en su apartamento del Upper West Side y llamó a su dealer de confianza.
Dos días después su ex esposa lo encontró muerto, rodeado de papeletas de crack, moños de marihuana y líneas de cocaína que no alcanzó a inhalar. El mítico Lobo de Wall Street había muerto en su ley. Ni Leonardo Di Caprio, ni las otras estrellas que lo frecuentaban fueron al entierro ni emitieron comunicado alguno.
En Hollywood las traiciones no suelen perdonarse.
Fotos: Vice USA