Es la ciencia, el autoconocimiento, el análisis, el pensamiento crítico… lo que mejor ayuda a enfrentar los problemas o las cargas de la vida cotidiana, no la superstición ni la creencia de que nuestro destino, para bien o para mal, depende de una supuesta intercesión divina.
Al pueblo, pan y circo. Y para facilitar su manipulación, un mal ejemplo copia a otro. Esto ocurre con la importada serie La rosa de Guadalupe, transmitida en Colombia desde hace tiempo por el Canal RCN, y, como Caracol no podía quedarse atrás, con el más reciente seriado Dios sabe cómo hace sus cosas.
Ambos seriados, y quienes los concibieron, son la más clara materialización de esa fórmula que reza “Al pueblo, pan y circo”. Es seguir retroalimentando la superstición, hacer creer a las masas que su destino, para bien o para mal, depende de una supuesta intercesión divina.
Pero seamos claros. Como la historia de la humanidad lo demuestra, contrariamente a la creencia de que dios haya creado al hombre a su imagen y semejanza, ha ocurrido lo contrario: el hombre ha creado a dios a su imagen y semejanza. Esta concepción ha evolucionado y varía dependiendo de tiempo y lugar, y así como en la Antigua Grecia el dios supremo era Zeus, este luego fue reemplazado por Júpiter en el panteón de dioses romano, que no era otra cosa que el panteón griego revestido con otros nombres.
En Occidente, esas cosmovisiones luego darían paso al dios cristiano, que también ha tenido múltiples derivaciones, como el de la Iglesia ortodoxa, la anglicana y la protestante. Y más recientemente con esa gran cantidad de sectas fanáticas, de múltiples nombres, que lo único que hacen es llenar los bolsillos de los seudopastores.
Pero en la vasta geografía del mundo, también hay muchas otras religiones y sistemas de creencias, como el islam (que a su vez puede ser sunita o chiita), el judaísmo, el budismo, el confucianismo, el hinduismo, el taoísmo y el sintoísmo, entre muchas otras. Y alguien que en Colombia diga ser católico, de haber nacido en Oriente Medio seguramente sería musulmán, o tal vez budista si hubiera nacido en China.
Como recordaba Albert Einstein, la ciencia explica mucho mejor el mundo que cualquier religión, que es más bien producto de la debilidad humana.
Si una persona es violenta, conflictiva, le cuesta trabajo entablar relaciones sanas con los demás o simplemente la vida a veces le parece difícil de sobrellevar, la explicación la debe buscar, por ejemplo, en cómo fue su infancia o adolescencia, seguramente víctima de maltrato o negligencia, en lugar de buscar una respuesta en el más allá. Y como posible solución, la ciencia médica o terapéutica ha avanzado tanto, que incluso esos corazones rotos se pueden curar con excelentes resultados.
De modo que, por el bien de la sociedad, las televisoras deberían más bien promover la ciencia, el autoconocimiento, el análisis, el pensamiento crítico, que es lo que mejor ayuda a enfrentar los problemas o las cargas de la vida cotidiana, en lugar de seguir retroalimentando la superstición o la errónea creencia en un más allá que la humanidad se inventó para intentar explicarse el mundo.
Sería mejor en lugar de mantener engañada a la audiencia únicamente para lucrarse.