La ridícula actuación de Iván Duque en la ONU
Opinión

La ridícula actuación de Iván Duque en la ONU

Probablemente no podamos hacer nada para detener la guerra en Ucrania, pero sí para que Colombia deje de ser el paraíso de las mafias violentas

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abril 15, 2022
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Tras su intervención ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el pasado 12 de abril, después de escuchar las críticas de varios integrantes del mismo, Iván Duque pidió nuevamente la palabra.  No expuso ningún argumento para demostrar que las inquietudes frente al cumplimiento del Acuerdo de Paz de 2016  carecían de fundamento. Simplemente la emprendió contra el embajador ruso Vasily Nebenzya.

Importante que en el seno del Consejo de Seguridad “no se hable de paz por quienes están hoy sembrando la guerra y la desolación”. Paradójico que quien eso expresa sea el mismo personaje que el 28 de marzo tuiteara con su estúpida arrogancia:

“Continúa la ofensiva #SinTregua contra estructuras narcoterroristas en todas las regiones del país. En operaciones de nuestra Fuerza Pública, se logró la neutralización de 11 integrantes de disidencias de las Farc y la captura de 4 criminales más en Puerto Leguízamo (Putumayo)”. En ninguna de sus intervenciones posteriores modificó siquiera en un ápice esa versión, pese a que la propia Fiscalía desmintiera, por ejemplo, que había habido captura alguna.

El lenguaje de Iván Duque nunca ha sido de paz. Trata de ratas de alcantarilla y cosas semejantes a compatriotas suyos, con independencia de lo que hayan hecho o dejado de hacer. Un presidente debería saber que todos los seres humanos son dignos de respeto, gozan del derecho a la presunción de inocencia y a un juicio justo que determine su culpabilidad o inocencia. No puede ser una plataforma de insultos.

Tampoco puede expedir condenas, tal y como reiteradamente obra en contra de los antiguos mandos de las Farc comparecientes ante la JEP. Es a esta jurisdicción, de conformidad con el Acuerdo de Paz, a quien le compete determinar las responsabilidades y sanciones por los hechos más graves del conflicto. Duque y su partido la atacan sin piedad, evidenciando su desprecio por lo acordado en La Habana sobre paz y justicia.

Presentarse en Nueva York como el más fiel obrero por la paz en nuestro país lo deja en ridículo, como acertadamente lo expresó un prestante dirigente gremial. El lenguaje diplomático tiene la propiedad de disimular con frases ingeniosas la dureza del mensaje que se transmite, para que un buen entendedor comprenda. Reconocer los esfuerzos hechos, pero plantear que aún falta mucho por hacer, tiene un sentido claro.

Es lo que reza el informe del Consejo de Seguridad en la sesión del 12. A la cual no pudo asistir representante alguno de la sociedad civil colombiana, producto de las maniobras del gobierno nacional para impedirlo. Duque creyó que su embeleco era suficiente para dejar una buena imagen en Nueva York. No calculó que más bien lograría irritar a varios miembros del Consejo de Seguridad, que no vacilaron en contradecirlo.

No solo Rusia, sino también Brasil y México hicieron migas la noción de paz con legalidad. Lo que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas avaló y legitimó fue el Acuerdo de Paz de 2016, al que el presidente colombiano no se refirió ni una sola vez. Igualmente, lo que firmaron las Farc fue ese Acuerdo y no la política de paz con legalidad, que el embajador Vasily Nebenzya calificó como una triquiñuela para no cumplir lo pactado.

Coincidieron los miembros del Consejo de Seguridad, en que los crímenes y la impunidad eran la primera amenaza para la construcción de la paz, y plantearon la necesidad de implementar todas las medidas pactadas en materia de garantías de seguridad. Igual denunciaron la violencia desatada contra líderes y lideresas, firmantes del Acuerdo de Paz y defensores y defensoras de derechos humanos, que el Estado está en obligación de impedir.

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Duque, con su torpeza habitual, decidió responder arremetiendo contra Rusia por su papel en la actual guerra en Ucrania

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Lamentaron la falta de voluntad política para aplicar la reforma rural integral pactada en el Acuerdo, al tiempo que pidieron que el Estado haga presencia en las regiones, prestando los servicios a que está obligado. México, Noruega, Irlanda y Rusia criticaron la ausencia de un vocero de la sociedad civil. Duque, con su torpeza habitual, decidió responder arremetiendo contra Rusia por su papel en la actual guerra en Ucrania.

Como si para cualquier persona de buen juicio la guerra en el este de Europa, más que el producto de decisiones personales, no fuera resultado del intenso pulso entre los más grandes poderes internacionales, por la supremacía económica a escala mundial. Más que las acciones armadas, la verdadera guerra se libra en el campo de la economía, con las sanciones, las respuestas y alianzas que maduran a fin de arruinar al competidor en los mercados.

Duque yerra de nuevo al escudarse en ella para justificar el ánimo bélico de su partido, que tanto daño le ha hecho al país. Probablemente no podamos hacer nada para detener la guerra en Ucrania, pero sí para que Colombia deje de ser el paraíso de las mafias violentas. Votemos por Petro y Francia.

 

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