La revuelta electoral colombiana

La revuelta electoral colombiana

Los resultados de las votaciones del pasado domingo 13 de marzo reflejan el proceso de revuelta generalizada en que está el pueblo colombiano actualmente

Por: Horacio Duque
marzo 17, 2022
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La revuelta electoral colombiana
Foto: Archivo

Los resultados de las votaciones del pasado domingo 13 de marzo en Colombia, cuando se escogieron los integrantes del poder legislativo y se definieron los candidatos presidenciales de tres coaliciones políticas conformadas recientemente, reflejan nuevamente el proceso de revuelta generalizada en que esta el pueblo colombiano en el actual momento histórico.

El país está afectado por una profunda crisis política que golpea la legitimidad de sus instituciones, la credibilidad de los liderazgos políticos, la solidez de las narrativas sobre la supuesta democracia y liberalidad del Estado, todo como consecuencia de la violencia que golpea a millones de personas con masacres, asesinato de líderes sociales y exterminio de exguerrilleros; de la pobreza que azota a más de 23 millones de ciudadanos; del desprestigio del presidente Duque; y de la corrupción de una podrida casta politiquera que despedaza sin contemplación los bienes públicos.

El domingo, no obstante la alta abstención, un viejo electorado, férreamente controlado por caciques, gamonales y siniestras maquinarias locales y regionales salió, voto con rabia y conciencia, para respaldar la lista independiente del Pacto Histórico promovida por el Senador Gustavo Petro, colocando 17 curules en el Senado y casi 30 en la Cámara baja; aunque el destape del fraude, hecho ayer lunes por el propio Petro está indicando que en casi 30 mil mesas de votación se dio una descarado robo al Pacto histórico, con la alteración de los tarjetones para favorecer al Partido conservador y al uribismo, unas  estructuras feudales protegidas por militares, mafias, gringos e iglesias.

El desastre para el establecimiento ha sido demoledor y se ha llevado por delante reconocidas fichas del andamiaje del poder oligárquico. No es poca cosa el desplome de la mafia de los Char en Barranquilla, producto de las denuncias de Aida Merlano y sus abogados; o la ruina en que quedo el tal Manguito en Villavicencio, un tipo que se hizo elegir en el 2018 con el respaldo de Petro y a la velocidad del rayo se sumó a la tropa de Uribe Vélez; o el desfonde de Dilian Toro en Cali; o el entrabe de Zuluaga en el Meta, al que le falló su sindicato con políticos cuestionados de la Llanura para preservar el dominio absoluto de la región; o la extinción electoral del camaleónico vargasllerista Temístocles Ortega en Popayán; o la fase terminal en que quedo Zuluaga (el excandidato de Uribe a la presidencia).

Para ponerlo en términos positivos, de los saldos de la jornada electoral quedan cosas muy favorables para la acción política popular como la escogencia de una bancada de izquierda nítida en el Cauca; la elección de un grupo combativo de líderes sociales en el Valle del Cauca; el regreso de la Izquierda en Villavicencio y el Meta; la gigantesca votación por el Pacto Histórico en Bogota; los avances populares en Cundinamarca; y la insurgencia deslumbrante de la población afro descendiente que se volcó tras la figura de Francia Márquez del Polo Democrático para darle un copioso apoyo.

El otro hecho a tener en cuenta es que la alta abstención (solo votó el 27% del electorado) no refleja desidia o apatía entre la multitud.

Como Colombia se encuentra desde hace varios años en una sistemática revuelta antineoliberal, hay bloques populares que han optado por marginarse de las contiendas electorales e intervienen más resueltamente en otros eventos con alcances políticos estratégicos como la explosión social de abril del 2021; me refiero a los jóvenes, a los campesinos, a los afros, a los indígenas y a los integrantes de las resistencias agrarias armadas (Farc-EP, Eln, EPL) que mantienen intactas sus plataformas de cambios radicales en el tema de la propiedad agraria, la disolución de los aparatos militares, la democratización política y el manejo alternativo de los cultivos de coca y marihuana.

La revuelta electoral del domingo pasado tiende a radicalizarse en las semanas que vienen y el objetivo que se ha trazado se encamina a que el candidato Gustavo Petro sea elegido presidente en las votaciones del 29 de mayo, aunque la ultraderecha uribista ya salió a divagar y a mover cortinas de humo para sembrar confusión y evitar su bancarrota definitiva (no la menosprecio), lo único cierto es que la iniciativa está en manos de la izquierda y el campo progresista para que actué en diversos frentes, especialmente en el  área de las redes y las comunicaciones; en el área de las narrativas y los relatos progresistas que motiven y estimulen al pueblo; y en el área de la acción directa en los espacios públicos con el fin de motivar nuevos contingentes sociales para que asuman la confrontación clasista con las piezas de la dominación oligárquica en todos sus niveles.

No hay que bajar la guardia, hay que alimentar e impulsar la creatividad entre los jóvenes, las mujeres y los trabajadores para que señalen con certeza las cabezas responsables de la podredumbre política del Estado, como en el caso de la ciudad de Armenia, donde se abre paso la propuesta de adelantar un Paro cívico para desalojar la mafia política vargasllerista que tiene secuestrado el gobierno del municipio en perjuicio de los intereses comunitarios.

O el caso de Popayán donde se despliega un poderoso movimiento viviendistas y contra la cascada de impuestos ordenada por el alcalde López.

O el caso del desangre militarista en el sur del Meta, Guaviare y Caquetá, en la región del medio Guayabero, lugar en el que la soldadesca de la Fuerza Omega al mando de una ficha de los gringos asesina a sangre fría a humildes campesinos como ocurrió recientemente en Puerto Cachicamo, Puerto Nuevo y Nueva Colombia, un territorio ocupado por casi 25 mil unidades contraguerrilleras enfocadas en la vulneración de los derechos humanos y en la destrucción de los Parques Tinigua, Macarena y Chiribiquete, mediante el Plan Artemisa para favorecer a poderosas multinacionales del petróleo y del agro negocio.

Nota. Ha muerto nuestro compañero Alfonso Hoyos Botero, filósofo y excelente ser humano, asesor de Antonio Navarro en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, comprometido con las plataformas de los derechos humanos y los movimientos sociales progresistas. Paz en la tumba de Alfonso, lo llevaremos por siempre en nuestro corazón amigo. Condolencias para Melanie y sus nietos; para Carlos Arturo y Roberto, sus hermanos.

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