Una de las premisas que repiten como un karma los integrantes de la clase política en el mundo y en Colombia es la de que La máxima expresión del poder es la traición. Así se sintió Liliana María Rendón Roldán, una psicóloga que se forjó en las huestes del partido Conservador para luego dar un salto dentro de las tórridas aguas del uribismo.
En Antioquia, fue concejal de Medellín en dos ocasiones entre los años de 2001 y 2005 y de ahí dio su primer gran salto a la Cámara de Representantes en 2006 con una votación de 25.663 sufragios y el apoyo de Luis Alfredo Ramos, a quien conoció en la Fábrica de Licores de Antioquia, uno de los bastiones políticos más consolidados de ese departamento. Historia que podría repetirse si la Corte Suprema de Justicia llegara a absolverlo.
No debió ser casual el hecho de haber sido elegida como senadora en 2010 con una votación de 109.128 votos, justo cuando Ramos era gobernador; como también es un secreto a voces que su padrino político sea uno de los posibles gallos tapados del Centro Democrático para llegar a la presidencia. Idea que cada vez cobra más fuerza en Antioquia.
Conocida a nivel nacional por una nota periodística publicada en 2009 por El Espectador en la que se veía a la entonces representante a la Cámara en animada conversación vía Blackberry con el Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias y otros dos altos funcionarios más de la Casa de Nariño, en la que el futuro precandidato a la presidencia por el Partido Conservador bromeaba sobre el hecho de haberse visto obligado a “caer a estrategias bajas”, para convencerla de apoyar la reelección de Uribe
En 2011 volvería a ser cuestionada tras ofrecer su apoyo al controvertido exdirector técnico de la selección colombiana de fútbol, Hernán Darío Bolillo Gómez luego de que arremetiera a golpes contra una mujer que lo acompañaba durante una noche de rumba en Bogotá.
"Nosotras para provocar estamos solas, somos muy necias y, cuando decimos a fregar, no nos para nadie y provocamos reacciones como la desafortunada que tuvo el 'Bolillo", sostuvo la honorable parlamentaria durante una entrevista concedida a Yamid Amat. “Si me pegó fue porque yo me lo gané, y no me lo gané porque acepte que me pegue, sino porque tuve que haberlo jodido mucho", fue su respuesta ante la hipotética reacción que hubiera podido tener en una circunstancia similar su esposo.
A finales de 2013, mientras su campaña para llegar al Senado por segunda vez se cocinaba a fuego lento, renunció a su curul para llegar por el Centro Democrático a la Gobernación de Antioquia, a instancias del expresidente Álvaro Uribe Vélez: “Liliana no te lancés al Senado, que vos vas a ser la próxima gobernadora de Antioquia”, cuentan que le dijo en varias oportunidades el futuro jefe de una de las bancadas más disciplinadas que se han visto pasar por el Congreso.
Para ese entonces, Liliana Rendón Roldán era una de las senadoras con mayor respaldo en las urnas, tan solo superada por la senadora Olga Suárez Mira, también paisa, quien obtuvo la no despreciable cantidad de 122.000 sufragios. Y sin embargo el expresidente Uribe había logrado bajarla del bus hacia que permitiera afianzarse en el Senado pese a haber recorrido por tierra, ríos y aire los 125 municipios y rincones más apartados de los 63.612 kilómetros cuadrados con que cuenta el departamento de la mano del controvertido aunque carismático René Higuita, destacado portero de la selección colombiana de fútbol.
Quienes la conocen de cerca saben que ella cohabita con el adjetivo calificativo de intensidad. Como si de alcanzar la Presidencia se tratara, la curtida política hablaba con líderes comunales mientras desayunaba calentados en plazas de mercado o almorzaba en comedores populares de barrios humildes, para luego concluir las maratónicas jornadas con empanadas y chorizos que siempre acompañaba con una arepa paisa.
Sus recorridos por pueblos polvorientos y alejados de la mano de Dios siempre congregaban a miles de personas en torno a su discurso encendido y su sonrisa diseñada que la iban acercando como quien no quiere la cosa a la capital del departamento que proyectaba gobernar hasta 2019.
Como punta de lanza del uribismo Liliana Rendón decidió lanzarse sin paracaídas con la certeza de que si algo fallaba caería parada gracias al apoyo incondicional del expresidente, quien sin embargo prefirió dejarla a su surte.
Justo cuando llegó el momento de cerrar filas dentro del partido para decidir el asunto del rostro en el tarjetón electoral, Liliana empezó a encontrar obstáculos y talanqueras dentro del Centro Democrático, cuyos máximos representantes en Antioquia decidieron bajarla de ese bus que ya no tenía como destino ni el Congreso ni la Gobernación.
Las intrigas en torno a la inconveniencia de mantener su candidatura se hicieron realidad cuando le pidieron que se acogiera a una consulta interna para escoger al candidato que finalmente sería ungido por el partido cuyo nombre ya se sabía. La rumorología, táctica que incubó J.J. Rendón en el Partido de la U, comenzaba a hacer de las suyas al interior de las toldas del Centro Democrático.
“Liliana tenemos que ganar tu candidatura democráticamente y para eso tenemos que demostrarle al Partido, por medio de una encuesta que serás la candidata a la gobernación de Antioquia por el Centro Democrático”, fueron las palabras con las que el sagaz expresidente decidió el futuro de la carta que meses atrás había anticipado como ganadora. La suerte parecía estar echada.
Pero contra todo pronóstico Liliana Rendón ganó y sus niveles de aceptación se afianzaron en toda Antioquia, aplastando a los demás precandidatos que tenían las mismas aspiraciones y ahora se conformaban con verla recorriendo nuevamente las mismos poblaciones de la mano del expresidente Uribe.
Pese a un triunfo que le valió un 45 % de la votación, el partido decidió negarle el aval definitivo y para julio de 2015, faltando apenas dos semanas para que se cerrara el plazo para inscripción de candidatos, la veedora de dicha colectividad decidió desautorizar el nombramiento. Rendón se fue del partido y se dedicó a impulsar el voto en blanco en todo el departamento.
La precandidata del Centro Democrático que días antes solía aparecer sonriente en toda plaza pública junto con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, ahora intentaba comunicarse infructuosamente con el expresidente.
La realidad pura y dura es que el candidato era el exdiputado Andrés Guerra, quien perdería estruendosamente ante el candidato del liberalismo oficialista Luis Pérez Gutiérrez, dejando al Centro Democrático como como el hazme reír de Antioquia y el resto del país, por cuenta de los tejemanejes de Luis Guillermo Echeverry y José Obdulio Gaviria.
Una fuente cercana a semejante hecatombe le dijo a este portal, que la traición y las zancadillas es moneda corriente dentro del Centro Democrático, en el que es ya costumbre que entre sus propios integrantes se agredan aprovechando las penumbras en procura de sacar del camino a sus posibles contendores.
Sirva de ejemplo el reciente episodio vivido por el excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, abandonado a su suerte tras su vinculación con el escándalo de corrupción protagonizado por el gigante brasileño Odebrecht, y quien se ha visto obligado a respaldar indistintamente las aspiraciones de María del Rosario Guerra e Iván Duque.
Un par de semanas atrás, Rendón publicó en sus múltiples redes sociales y What´sApp un mensaje en el que daba a conocer su regreso a la arena política luego de tomarse un año sabático tras ocupar la Secretaría de Participación Ciudadana de Antioquia, a instancias de Luis Pérez Gutiérrez.
Como por conocimiento de causa es consciente de que al perro no lo capan dos veces prefirió sustentar su nueva candidatura como aspirante a la Gobernación por firmas. La acompañan en su nueva aventura el concejal de Medellín por Cambio Radical, Rober Bohórquez –segunda votación más alta en la capital antioqueña- quien aspiraría a la Cámara de Representantes, junto al senador conservador Juan Manuel Corzo -8.000 votos tan solo en Antioquia pese a que su fortín se encuentra en Norte de Santander-.
Al fin y al cabo de eso se trata este asunto en Colombia y el resto del mundo, porque como dirían los que saben del tema la política es dinámica.
El verdadero poder detrás del Centro Democrático, su alma y nervio están en Antioquia representados en las figuras de José Obdulio Gaviria y Luis Guillermo Echeverry, artífices de la salida de Rendón.
Luis Guillermo Echeverry fue una de las personas más beneficiadas con la elección de Álvaro Uribe Vélez; hijo de Fabio Echeverry, quien fue uno de los arquitectos de su inesperado triunfo en 2002. Por petición de su padre, Luigi fue nombrado en Washington para representar a Colombia y Perú ante el Banco Interamericano de Desarrollo, ocupando sus ratos libre en el lucrativo negocio de exportar caballos para la práctica del polo y paso fino, junto con el criadero de la finca que tiene su familia en Subachoque.
Antes de 1985 José Obdulio Gaviria era un reconocido abogado, primo del desaparecido narcotraficante Pablo Emilio Escobar Gaviria, que se ganaba la vida defendiendo a presos políticos y campesinos de todo el departamento de Antioquia, aunque con especial énfasis en la región Magdalena Medio.
En 1985 conoce a Álvaro Uribe Vélez durante la ceremonia de fundación del Instituto de Estudios Liberales, para luego hacer causa común en diversas causas políticas, como la del respaldo a la candidatura como precandidato presidencial por el Partido Liberal de Ernesto Samper Pizano en 1988.
Años más tarde, cuando Uribe ocupa la gobernación de Antioquia se desempeña como su su asesor entre 1995 y 1997, para luego ser designado como asesor presidencial un año después de que el hábil político alcanza la primera magistratura, ocupándose de sus discursos así como de consolidar las bases ideológicas del denominado pensamiento uribista.
Como es de público conocimiento, tras las elecciones parlamentarias de 2014 José Obdulio Gaviria llega a ocupar una curul en el Senado de la República como uno de los representantes de la lista cerrada que presentó el Centro Democrático, posición desde la que continúa defendiendo a capa y espada los máximos postulados del hombre de mano firme pero corazón grande empecinado en oponerse a los Acuerdos de Paz alcanzados entre las FARC y el Estado.