Hasta el año pasado el Centro de Medellín se estaba muriendo. Hasta las palomas del parque de Bolívar sucumbían a una especie de atmósfera enrarecida que reinaba en la ciudad. Después del cierre del bar San Fernando, el Café Medellín de Sucre con Primera de mayo, El Pilsen y el Ganadero, a donde iba a tomar el primer café de la mañana Álvaro Uribe cuando era un jovencito, a principios de este siglo, los bohemios inveterados de Medellín tuvieron que emigrar a otros cafés más modernos y un aire de nostalgia mortecina empezó a cubrir como una nata espesa el centro.
Las actividades culturales del centro de Medellín no lo dejaron morir del todo. Los cinéfilos que asisten desde hace más de 30 años al cine-club del Colombo-Americano, cuna de la revista de Kinetoscopio, una de las mejores y más antiguas de América, salían en la noche a buscar los bares de salsa del Palo con Carabobo o el parque de los periodistas, justo el lugar donde funciona Universo Centro, el originalísimo tabloide dirigido por Pascual Gaviria.
A estas iniciativas espontáneas de no dejar morir el centro, de recuperarlo, se ha sumado la actual alcaldía en un convenio con las Empresas Públicas de Medellín. Lo primero que se empezó a intervenir, desde agosto pasado, fue el Paseo Bolívar. El proyecto de recuperación rondará los $33.000 millones. Las obras se cumplirán en el tiempo record de 12 meses. Con estoicismo y a sabiendas que se trata de la resurrección del centro, los medellinenses han tenido que soportar el cambio de ocho recorridos de rutas de transporte que pasaban por esta carrera. La obra, que se ha abierto en 17 frentes de trabajo, va desde la Calle San Juan hasta la Avenida de Greiff.
Con esta obra, las plazuelas Nutibara y San Antonio, el parque de Berrio y la Plaza de Botero, recuperarán esplendores pasados. Ese centro de Medellín, que sólo queda en la memoria de algunos ancianos, en las imágenes de Bajo el cielo antioqueño, o en Río del Tiempo, la pentalogía de Fernando Vallejo, vuelve a cobrar especial brillo con estas intervenciones. Como las grandes capitales del mundo, Medellín alguna vez fue pensada para los peatones. El paseo de Bolívar está hecho para ser caminado y, de paso, para despejar las siempre congestionadas vías del centro. La arborización en una ciudad que cada vez se torna más caliente y sin sombra, tendrá su respectiva arborización y se integrará a ejes ambientales que han sido proyectados en el centro de la ciudad.
A la recuperación del Bolívar se suma la intervención total del emblemático Paseo Urbano de La Playa. Desde noviembre empezaron los trabajos que van desde la Avenida Oriental hasta el frente del Museo de Antioquia. Sólo en este tramo se invertirá cerca de $10.300 millones. La otra parte, comprendida entre el Teatro Pablo Tobón Uribe y la Oriental, tendrá un costo de $30 mil millones.
Las obras no paran allí. Se van a extender en 12 kilómetros más los paseos urbanos y las ciclorrutas. Hay $70 mil millones para estas obras. La ofensiva es total. Se readecuarán parques y la arborización será total. El centro de Medellín volverá a ser en buena parte peatonal. La comparación no será con las grandes capitales europeas sino con una ciudad que parecía perdida, acabada en el tiempo y que hoy parece volver del pasado.
