La responsabilidad del Ministerio de Educación en el plebiscito

La responsabilidad del Ministerio de Educación en el plebiscito

"Así como no tenemos herramientas de análisis para profundizar en un texto, tampoco para analizar aquellos mensajes con los que nos bombardean constantemente"

Por: Jorge Alberto Eslava Vargas
octubre 03, 2017
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La responsabilidad del Ministerio de Educación en el plebiscito

Hace un año vivimos el desastre del referendo por la paz en Colombia. Un referendo del cual se ha hablado y se ha escrito en cantidad. Sin embargo, hubo un responsable que aún no ha asumido sus culpas, una entidad que mantuvo silencio en el desastre que se vivió hace un año por estas fechas, me refiero al Ministerio de Educación.

Si en un país se realiza una campaña de la cual su gerente afirma: “hicimos que la gente saliera a votar verraca”[1] y funciona, esta situación dice mucho de sistema educativo de ese país. Partamos de lo obvio y evidenciemos el nivel educativo de nuestra nación. Para responder la pregunta del plebiscito ¿Apoya el acuerdo final para terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera? Había que partir de un supuesto básico, la pregunta podía ser respondida en la medida que los acuerdos fuesen leídos, es decir la pregunta exigía información previa que debía conocer el votante, pero ¿es posible pedirle a un país que no alcanza a leer algo más de dos libros al año[2] qué leyera un acuerdo en un par de meses? Un sistema educativo que no ha logrado aumentar el índice de libros leídos al año, que no logra enamorar a los jóvenes que atraviesan por sus aulas de la lectura, es responsable por la ignorancia fomentada sobre el tema por los defensores del no.

La realidad es que el pueblo colombiano es el caldo perfecto para el cultivo del fanatismo, de la superstición. Las formas de pensamiento irracional priman en un país carente de habilidades de análisis y habilidades críticas. Habilidades que en la teoría nuestro ministerio de la ignorancia promulga a los cuatro vientos, pero que en la práctica vemos que no se ha logrado desarrollar en el promedio de la población. Recordemos que estas habilidades van ligadas a un proceso de lectura óptimo.

La lectura va más allá que la repetición con acierto de las frases de un libro, la lectura está relacionada con una forma de ver e interpretar la realidad, siempre estamos leyendo, aunque algunos maestros todavía crean que la lectura se restringe al campo del libro. Nuestro problema es que así como no tenemos herramientas de análisis para profundizar en un texto, tampoco para analizar aquellos mensajes con los que nos bombardean constantemente. Creemos en la literalidad de los mensajes sin reconocer que poseen una dimensión inferencial y contextual.

Por tal razón resulta paradójico que los estándares básicos de competencias, documento que rige la educación primaria y secundaria en Colombia, afirme con respecto a las habilidades lingüísticas:

De ahí que estos estándares se orienten hacia el desarrollo y el dominio de las capacidades expresivas y comprensivas de los estudiantes –tanto en lo verbal como en lo no verbal– que les permitan, desde la acción lingüística sólida y argumentada, interactuar activamente con la sociedad y participar en la transformación del mundo.[3]

Es paradójico porque lo que vimos fue lo contrario, los colombianos participan de manera pasiva de la historia de su nación. Al mejor estilo de las distopías de Orwell y Huxley, el pueblo colombiano legitima lo que le dicen que debe ser legitimado, con la falsa idea de la libertad o elección, los colombianos evidencian que solo se mueven en la sinfonía que les colocan a bailar para intereses ajenos. La ausencia de análisis en el pueblo colombiano es el resultado de un sistema educativo absurdo, limitado y ante todo anacrónico.

Estanislao Zuleta para 1985 había reconocido el problema, la educación no enseña a pensar[4], y al parecer desde la fecha hasta nuestros días la situación no ha cambiado. El Ministerio de Educación guarda silencio ante el desastre de hace un año y yo sigo esperando el milagrito, que asuma que sus prácticas no buscan educar sino fomentan un nivel de ignorancia necesario para que estos fenómenos se repitan.

 

[1] https://www.elespectador.com/opinion/opinion/estabamos-buscando-que-la-gente-saliera-votar-verraca-columna-658987 http://www.elpais.com.co/proceso-de-paz/las-polemicas-revelaciones-de-promotor-del-no-sobre-estrategia-en-el-plebiscito.html

[2]  http://www.dinero.com/edicion-impresa/caratula/articulo/un-colombiano-lee-entre-19-y-22-libros-cada-ano/222398 (La información es del año 2016)

[3] Ministerio de educación, Estándares básicos de competencias en lenguaje, matemática, ciencias y ciudadanas.

[4] Para mayor información sobre el tema, el texto Educación y democracia explica claramente las razones por las cuales Zuleta realiza una afirmación tan tajante.

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