Las redes sociales se han llenado de esta palabra, pero qué tipo de resistencia estamos dispuestos a hacer.
Después de las elecciones del domingo, donde parte del pueblo colombiano eligió, no podría precisar qué tan grande o importante es esa parte, las redes sociales se llenaron de mensajes sobre la resistencia. Según la Real Academia de la Lengua Española, la resistencia es: (1) acción y efecto de resistir. (2) Capacidad para resistir. (3) Conjunto de personas que, generalmente de forma clandestina, se oponen con distintos métodos a los invasores de un territorio o a una dictadura.
Se preguntará usted sobre la necesidad absurda de definir un término que los colombianos conocemos y asimilamos con claridad. La respuesta es muy sencilla: poder identificar qué tipo de resistencia se está promoviendo. Para lo cual propongo que desglosemos esas definiciones, la primera de ellas dice "acción y efecto de resistir", pero qué es resistir; si seguimos con la RAE, nos dirá: tolerar, aguantar o sufrir. Acaso no es lo que las y los colombianos hemos hecho por muchos años, incluso antes de llamarnos Colombia.
Si revisamos nuestra historia, las grandes mayorías han tolerado, aguantado y sufrido en silencio. Porque en el país del Sagrado Corazón los padecimientos no son colectivos, sino individuales y son un designio divino que se soporta con la certeza de que “Dios aprieta, pero no ahorca”. ¿Será acaso esa la resistencia que promueven las redes sociales? Eso no lo sé con certeza. Pero sigamos en nuestro ejercicio.
La segunda definición nos habla de capacidad de resistir, ¿capacidad? Es decir aptitud para ejercer o ejecutar algo; algo como ¿el sufrimiento? Creo que eso lo tenemos, pero está bien hablemos de algo como el aguante. De ese que también los y las colombianas hacemos alarde. Porque que no existe nadie con más aguante que nuestro pueblo. Aguantamos las filas interminables en las EPS, la llamada en espera de nuestras empresas públicas, la invasión de nuestros territorios, la eliminación de nuestros derechos y libertades. Incluso, aguantamos a ese vecino inoportuno que se emborracha y golpea a su mujer e hijos. Aguanta ella, porque no lo haremos nosotros que solo escuchamos el escándalo.
La siguiente definición nos habla de un conjunto de personas, las cuales podrían ser aquellas que por redes sociales se han pronunciado a favor de esta consigna. Generalmente de forma clandestina, esto queda anulado con la declaración pública que sugieren las redes sociales, además en el fondo solo es un guiño conservador de la RAE. Se oponen con distintos métodos, y quizá es aquí donde está el quid del asunto. Esa resistencia no debe ser pasiva, pues en ello tenemos experiencia y de sobra, sino que debe ser una resistencia llena acciones diversas, donde los métodos sean un medio y no el fin; y en eso, la resistencia también es un medio. Recordemos que la oposición por la oposición, también ha colaborado a que estemos hoy así, y si no pregúntele a Robledo.
Es entonces esta resistencia de las redes sociales un llamado a la acción colectiva. Y aquí seré bastante pesimista, un hashtag, un marco, un meme y demás formas promovidas por las redes sociales serán métodos suficientes para generar oposición a algo. Y ese algo, está claro. Todos los perfiles que hoy profesan ser la resistencia, ¿resisten por lo mismo? Serían capaces de reunirse y escucharse, sin que estén obligados a proponer, aunque sería lo ideal.
En ese mismo navegar de las redes y ver a muchos ser la resistencia, sin causarme ningún tipo de reacción aquello, encontré la declaración de un amigo que me conmovió al punto de querer escribir: “Ya me cansé de ser la resistencia, deseo construir colectivamente alternativas”. Por muchos días estuve de acuerdo con él. Dije, ¿la resistencia?, ¿de qué nos ha servido? De nada. Pues nuestra resistencia ha sido meramente contestaria y en muchos casos pasiva. ¿Cuántos de nosotros hemos realizado una resistencia creativa, innovadora y eficaz?
Lo reconozco, nos hemos declarado en resistencia por años, unos pocos o unos muchos, pero el momento de esa resistencia culminó. Estamos llamados a hacer una resistencia social, esa que “se basa en un poder afirmativo en términos de potencia de vida, pacífica, sin violencia”[1]. De esa resistencia, también el país tiene experiencia, pero no es la más conocida, un ejemplo de ello son las Mujeres Riosuceñas Construyendo Paz (Macoripaz)[2].
La resistencia social se hace tangible a partir de la consolidación de nuevas subjetividades, modos de relacionarse y de convivir orientados hacia las bases efectivas de una democracia real. No se concibe desde la polarización, ni a manera de oposición amigo-enemigo. Por el contrario, de esta se desprende la necesaria reconfiguración de conceptos tradicionales, pero actualmente vacíos de sentido: el poder, lo público, la guerra, la comunidad, la participación, lo cultural y las motivaciones inherentes a las relaciones humanas.
Es el momento de construir, juntos y juntas, desde la diferencia y con una mirada diversa. No quiero que mi muro sea una oda a la resistencia, quiero que mis manos ayuden a construir una resistencia social llena de color, alegría y diversidad.
[1] González Higuera, S., & Colmenares Vargas, J., & Ramírez Sánchez Vargas, V. (2011). La resistencia social: una resistencia para la paz. Hallazgos, 8 (15), 237-254. [2] Revista Semana (2010) Tercos pacifistas: Premio Nacional de Paz 2010. https://www.semana.com/nacion/articulo/premio-nacional-paz-2010-tercos-pacifistas/124802-3