¿Qué es lo que hace que una obra sea de arte? Duchamp decía que arte es todo lo que hay en un museo. Pero también en la calle se puede encontrar arte. Lo encontró Warhol en una lata de sopa Campbell. Y Duchamp en un inodoro. Lo encontró hace poco el reportero gráfico de La Opinión Mario Caicedo en un muro. Se trata de un grafito dibujado con pulso tembloroso en una pared de calle. El grafito dice: “Al Estado no se le discute, se le destruye”. Y lo acompaña el símbolo de la anarquía (el lector puede ver la fotografía en la versión digital de esta columna) y se ve claramente un cable que cuelga enrollado, como un amasijo de vísceras. Un hombre camina con la intención de patear una piedra y no ve el grafito que le habla. La pared es fea, descascarada, sucia. La calle no ayuda. Y la ventana está cerrada. No hay Estado.
¿Dónde está el arte? No está en el grafito, ni en el muro, mucho menos en el hombre que, cabizbajo, camina indiferente por la calle. El arte está en la fotografía de Mario Caicedo. Muchos han caminado por esa calle, muchos han leído ese muro, pero fue Mario el que supo darle dimensión poética al grafito. Fue Mario el que supo leer el arte en una calle desvencijada. Y es arte porque es universal. Ponga usted ese grafito en la franja de Gaza y verá. Póngalo en Cuba. El grafito puede estar firmado por un estudiante universitario o por la resistencia palestina. Es de todos.
Al Estado no se le discute, se le destruye. Es una afirmación. Es anarquía, como lo señala el símbolo de la A dentro del círculo. Y el cable que cuelga representa justamente eso que señala el grafito: la destrucción del Estado. Y no hay forma de discusión. Porque para discutir se necesitan dos. Y el hombre va solo, cabizbajo. No hay esperanza. Incluso la ventana está cerrada. No hay solidaridad, no hay compromiso histórico. El hombre va solo con sus circunstancias. Le queda la anarquía. La destrucción. La rebeldía. La resistencia.
La resistencia también es una forma de arte. Resistió Moctezuma cuando Cortez y fue una resistencia hermosa, aunque fallida. Porque así es el arte. El arte intenta una aproximación a la realidad, pero no es la realidad. Ni siquiera puede suplantarla. Por eso el arte es una hermosa derrota. Sin esa derrota el hombre no podría triunfar en la pelea diaria con sus demonios internos.
Y es el arte (la pintura, la poesía, la escultura, la danza, la música, la fotografía de la que vengo hablando) lo que permite que el hombre respire cuando al Estado no se le pueda discutir.