Este escrito es nada más, ni nada menos, que una perspectiva personal, surgida de la lectura de algunos escritos de Arturo Martin Jauretche, Gustavo Wilches-Chaus, Herbert Marcuse, Julio Anguita González y Sigmund Freud.
Lo primero que debemos visualizar desde Freud es que las fuentes de sufrimiento, displacer son. Primero, la naturaleza. Vista como deidad por parte de los peruanos, ecuatorianos, bolivianos y argentinos (indígenas andinos), es la madre que nutre, protege y da vida a los seres vivos como a los humanos (ecosistema). Pero ella misma dice que prefiere matar a sus hijos antes que perecer.
De allí, es que surgen los sismos, terremotos, tsunamis, calentamiento global, inundaciones, huracanes, derrumbes, etc. Es una víctima del comportamiento incoherente, irracional, egoísta y dividido del ser humano (sus hijos). El segundo, se centra en nuestro cuerpo, en su desarrollo y decadencia.
Es ver y vivir con el paso del tiempo, cómo los impulsos sexuales, actividad física, memoria, racionalidad, salud, y envejecimiento, se presentan, manifiestan y cómo los enfrentamos.
Por último y, en tercer lugar, se encuentran los métodos, técnicas, estrategias, tácticas, que se usan para la regulación de las relaciones humanas en la familia, grupos, comunidad, organizaciones, estado.
El progreso de toda civilización debe estar asociada al progreso de la libertad. Frente a lo anterior, Freud ve que las sociedades tienen un ciclo recurrente: Dominación A – Rebelión – Dominación B.
Yo adicioné las letras para explicar que la dominación no es la misma, no es una repetición (A diferente de B). Además, dice que la dominación debe ser impersonal, objetiva, universal, racional, efectiva (eficiente + eficaz) y productiva. Igualmente es importante entender la diferenciación entre rebelión y subversión.
Rebelión es la acción y efecto de rebelarse contra una autoridad, poder, sistema económico, social o tecnológico, para romper o modificar la relación de dependencia injusta, dominante, represiva, esclavista, laboral, como tecnológica; que concentran el poder, como los medios de producción en manos de pocos.
La rebeldía se da porque existe otro escenario, contexto, mejor, más justo, universal, con excelente tecnología y accesibilidad, donde tiene cabida todo el mundo, en favor del bienestar social. La subversión es aquella acción, que quiere subvertir (alterar) un orden establecido en lo político, social o moral, sin ofrecer mejores alternativas de cambio y bienestar social.
Sumado a lo anterior, encontramos la estructura de la mente. Entes dinámicos de la personalidad, representados en el consciente (superyó-superego), preconsciente (yo-ego) e inconsciente (ello-id), los cuales están determinados por la profundidad en el manejo de los procesos psíquicos.
La información o representaciones de la realidad, se ubican en alguna de estas regiones, permitiendo o no su accesibilidad, determinadas por el grado de dolor o placer, que producen.
En derivación, las motivaciones en el ser humano determinan, las decisiones y en consecuencia la materialización de sus actos. Freud a estas motivaciones las llamo pulsión (Trieb), traducida como instinto.
Es importante diferenciar estos dos (2) términos, en tanto la pulsión es un impulso no fijado y determinado (moldeable), el instinto si lo es.
Desde el psicoanálisis la represión, es un mecanismo básico, que hace uso el “yo” de manera inconsciente para evitar, oponerse, a la realidad (sus contenidos de las representaciones de la realidad) y sus sensaciones (emociones), desagradables; que lo que hacen es generar, ansiedad, temor, culpa, malestar, incomodidad, angustia, dolor. En consecuencia, la esencia de la represión es rechazar y mantener alejado de la conciencia los elementos fuente del dolor. Popularmente se podría decir que es una forma de sacarle el cuerpo a hechos o situaciones que han sido calificadas o sentidas como dolorosas, frustrantes, punitivas, displacenteras, por la conciencia.
En última instancia lo que se busca con la represión es evitar el displacer. Evitar que esas representaciones se vuelvan conscientes. En consecuencia, la represión saca de la conciencia, pensamientos, ideas, sentimientos, deseos, recuerdos, imágenes, situaciones (escenarios), que no pueden ser concebidos o aceptados por el “yo”.
La problemática social, como identificación de desigualdades, que se manifiestan con la discriminación, exclusión, inequidad económica, explotación, acaparamiento de tierras, desplazamientos, implantación de lógicas patriarcales; accesibilidad a la educación, salud, servicios públicos; desigualdad en la aplicación de las leyes, meritocracia, corrupción, desempleo, acceso a la alimentación, nepotismo, etc.; son temas y realidades, que sirven a la clase política como factores para construir relaciones de poder y por ende de subordinación.
Esta problemática social, no se resuelve, por cuanto las demandas particulares, no se tienen en cuenta, se niegan, no se universalizan, unifican; o se determina, cuál es la problemática más sustancial y relevante, que puede ser un factor de incidencia para las otras problemáticas.
La forma de entender es simplemente elaborando una matriz de riesgo, junto a las comunidades y poder encontrar la solución. Es un trabajo en equipo.
Los movimientos sociales, lo que piden, es que entiendan la diversidad cultural (normas, valores, creencias, intereses sociales), sus estilos de vida, sus necesidades, su reconocimiento como colectivo organizacional (acción comunal, sindicato, LGTB, indígenas, trabajadores, negritudes, mujeres, juventud, etc.).
Que sean entendidos como un grupo social, construido, no para su manipulación, sino como miembros organizados para su comprometimiento, con lo social, universal, común.
En consecuencia, sus subjetividades tienen valor cuando son objetivadas. Lo que significa que no son excluidos de las soluciones a las problemáticas sociales, sino por lo contrario, son incluidos. Es decir, es un ser holístico.
Para el dominio sobre una comunidad, la clave se centra en cultivar el olvido (el que olvida la historia está condenado a repetirla), incentivar la vergüenza, introyectar el sentimiento de culpa, motivar el orgullo, actitud que hace que los sucesos externos dolorosos, ni le afectan ni le importen. El Doctor Gustavo Wilches-Chaus, le llamo síndrome de “QUECA” ¡Que carajo, aquí no va a pasar nada!
Yo lo interpreto como: que carajo, mientras yo no sea el afectado, que suceda lo que tiene que suceder, que los demás se jodan, mientras a mí no me afecte, todo está bien. Desde la sociología es simplemente la desesperanza aprendida.
En este orden de ideas, con la represión lo que se busca es afectar un objetivo social, es oponerse a la tolerancia y la libertad, en la materialización de este. Desde el contexto social y político, es la construcción de mecanismos, técnicas, estrategias como su aplicación en acciones, que afecten las representaciones (ideas, recuerdos, pensamientos, ideologías, etc.) del ciudadano, buscando que se inserten en el inconsciente y de esta manera ejercer un control absoluto.
Estas estrategias pueden ser limitación, negación, censura, o manipulación de la información, erradicación de movimientos sociales, como eliminación de sus lideres, restricciones a las protestas sociales como a su libertad de expresión, etc. Todas estas acciones direccionadas a la represión, están cargadas del uso de la fuerza violenta y, en consecuencia, la generación de miedo, pánico, temor, desesperanza aprendida. Es una forma de culpabilizarse de los hechos, realidad social.
Los mecanismos, que permiten hacer inconsciente, la búsqueda de la felicidad (derechos sociales, libertad) están en: negación de los derechos básicos fundamentales de la comunidad, torturas, castigos extrajudiciales, genocidios, violencia sistemática, amenazas, desplazamientos, acoso, intimidación, persecuciones, desapariciones, aislamiento, homicidios de líderes políticos o sociales, manipulación o presentación de falsos líderes sociales o políticos, infiltración y daño de las imágenes de las organizaciones sociales, creación de grupos armados ilegales al servicio del poder (instaurar inseguridad social), etc.
La pregunta clave como seres sociales, que nos permita hacer consciente lo inconsciente es: ¿Qué aspectos de la realidad y de mí vida personal o social no acepto y rechazo? Y ¿Estos aspectos, si los hago públicos, serán escuchados y solucionados?
La reflexión de Julio Anguita González sobre ¿Qué es la libertad? Nos puede ayudar a entender la represión materializada. Esta reflexión la realiza en una conferencia el 23 de febrero de 1999 (hace 23 años), en un homenaje a José Saramago.
Pero antes de presentar el contenido de su cavilación, desde la numerología (relaciones ocultas entre los números) veo que esta exposición se realizó en 1999 viendo el número invertido es 1666; que, con el año, actual, 2022, sus dígitos suman seis (6). Este número, significa la comprensión y la responsabilidad (bienestar de los demás), pero también se asocia con las personas entrometidas y celosas. La reflexión, la presento tal cual, a continuación:
“Junto a la igualdad, la libertad. Pero hablar de la libertad es algo muy grande. Porque libertad es asumir que se tiene la conciencia libre. Que no es lo mismo que libertad de conciencia. La conciencia libre significa que yo puedo decidir si yo tengo todos los elementos para formular mi decisión. Estoy bien informado. Me alimento todos los días. Tengo un techo donde guarecerme. Tengo una ropa que ponerme, y una vez que tengo mis necesidades más elementales satisfechas, yo puedo empezar a pensar para ser un hombre libre. Porque si yo tengo que buscar el trabajo, trampeando como sea, poniéndome en la cola del paro, vendiéndome por cuatro peras porque tengo que comer, los míos y yo, yo no soy hombre libre, aunque mañana me permitan que vaya a votar en las urnas. Yo voy movido por mi hambre, por mi necesidad de tener que venderme en cada momento para el trabajo. Uno de los éxitos, entre comillas, del sistema americano es conseguir que el pobre, que el miserable, se sienta culpable de su situación. Tú eres culpable de tu situación. No has sido capaz de triunfar. Esa es la filosofía de la sociedad americana. Y si no has triunfado es porque tú eres el responsable. Esta sociedad da oportunidades a todo el mundo. Si tu no has podido hacerlo así, tú eres el culpable y entonces, el oprimido, el pobrecito, el esclavo se echa él la responsabilidad de su situación. Es perfecto el dominio del poder. Un dominio del poder que ya no se basa en la fuerza, en la coacción, en la utilización de la guardia civil o del ejército. Se basa en un dominio mucho más terrible, más duro el dominio de la mente. Ese opio que cae desde los aparatos de televisor. Ese opio que cae desde las sentencias de los tribunales, desde los discursos políticos que va empapando la mentalidad de la gente, y va diciendo: calla, calla, calla, porque si no callas puede ser peor. Y ese cáncer va avanzando, degradando, corrompiendo y aniquilando las fuerzas para combatir. Y ese es un camino, sin duda dulce. Es la muerte lenta. Como se consume un brasero. Y se muere uno con la sonrisa en los labios, pero muere. Y el otro camino, que es lo que ha dicho Manolo, rebeldía. Pero la rebeldía no es un gesto altisonante. No es un grito. No es un insulto. No es una pedrada, no es una mala contestación. Es mucho más profundo. La rebeldía es un grito de la inteligencia y de la voluntad que dice, y lo voy a decir en román paladino: ¡No me da la gana decirle que sí a esta actual situación! ¿Por qué? ¡Porque no quiero! Y me niego a decirle que sí. Porque entiendo que puede haber otra situación y, por tanto, yo no asumo esta podredumbre. Y no participo de ella y lucho contra ella. Y esta actitud es una actitud intelectual. Y cuando digo intelectual no quiero hablar de universitario. De la mente de cualquier ser humano. Es un posicionamiento que hace de la mente y del corazón. Del fuego del querer cambiar. Esta es la rebeldía fundamental. Lo otro son voces, son chillidos, son insultos, son graznidos. ¡Dale caña al circo romano! No, no. La rebeldía no es, no más ni menos, que el posicionamiento con otros valores y la decisión de hacerles frente. Una de las cosas que figura en el Evangelio es cuando le preguntan a Jesús de Galilea ¿Tú a qué has venido aquí? ¿A traer la paz? Y dice: Yo no. He venido a traer la guerra. ¿Y qué quería decir? He venido a concienciar. A perturbar. Nosotros no queremos gente tranquila, drogada. Queremos gente que inquieta. Venimos a perturbar, a agitar cerebros, a mover conciencias. Existimos en la medida que movilicemos el pensamiento. ¡Levántate y piensa! Es lo más revolucionario que he visto en mi vida. Porque la rebeldía empieza aquí, en la cabeza que dice: ¡No sirvo! ¡No me da la gana! ¡No quiero asumir estos valores!”
Por otro lado, hace 65 años, en el año 1957 (sumando los dígitos anteriores, su resultado es 33, no otra cosa que 3+3= 6), Arturo Martin Jauretche (político argentino, unión cívica radical) dijo:
- Al dólar lo suben “ellos” de esa manera se devalúa el salario. Una de las formas de “disciplinar” a los trabajadores que históricamente ha adoptado la oligarquía.
- Los “tarifazos” los programan “ellos”, una forma de “transferir” recursos del bolsillo del pueblo hacia el poder dominante.
- La “fuga” la facilitan “ellos”, una forma de “endeudar” a millones para que se “beneficien” unos pocos.
- La “crisis” que no existía, la generaron “ellos”, porque a través del miedo “colonizan el sentido común”.
- El “relato” y la “mentira” lo implementan “ellos”, para que con la complicidad de los medios nadie sepa la verdad.
- Es hora que te des cuenta que existe un solo camino, o dejamos que sigan diciendo “ellos”, o comenzamos a hacer algo por “nosotros”.
Termina diciendo: “No se trata de cambiar de collar, se trata de dejar de ser perro…”
Para finalizar, el éxito de la represión está en reforzar el sentido de culpa. Sentimiento que permite atar a la humanidad como una masa interconectada, y darles a entender que esta es la manera de lograr sus propósitos. En consecuencia, se les moldea las pulsiones, las pasiones, el carácter, como sus formas de reacción. Es decir, los cambios de racionalización conllevan un cambio de las condiciones humanas.
Freud en “El malestar de la Cultura”, pregunto: ¿De qué nos sirve, por fin, una larga vida si es tan miserable, tan pobre de alegrías y rica en sufrimientos que sólo podemos saludar a la muerte como feliz liberación?
Las instituciones estatales y los partidos, no nos representan, protegen y mucho menos generan bienestar para todos; lo que logran es distanciar nuestras vidas, con la naturaleza, y dañar o deteriorar las relaciones de los hombres entre sí.