Amada Rosa Pérez tenía solo 18 años cuando un caza talentos la vio en un gimnasio de Bogotá, de inmediato le prometió que la convertiría en una estrella. Su parecido con la modelo Claudia Schiffer la hicieron la modelo más apetecida por lo fotógrafos y las agencias. No pasó mucho para que la jovencita oriunda de Corozal, Sucre debutara en la televisión nacional con pequeños papeles en "Padre e Hijos", "Yo soy Betty, la fea" y "Vuelo 1503". Amada saltaría al estrellato en el Canal RCN con su papel protagónico en la telenovela "La costeña y el cachaco" (2003) al lado de Jorge Enrique Abello.
Todo iba viento en popa para la actriz pero en el 2007 decidió abandonar su carrera como modelo y actriz y salir por completo de la vida pública. Quedó embarazada, todos la convencieron que abortara, de lo contrario nadie la quería para que protagonizará sus telenovelas y así lo hizo. Pero lo que se le vino fue peor, se sentía depresiva y sin ganar de vivir más en un mundo que ya no le pertenecía. Así fue como Amada se cansó de la banalidad y superficialidad de la farándula, se preguntaba constantemente: “¿Por qué si tengo todo, no tengo nada?” y sentía que no era feliz. Por pura casualidad decidió entrar un día a una iglesia y quedó atrapada en ella. La tranquilidad y paz que le sobraba cuando estaba en el templo de Dios fue más que suficiente para asegurarse que ese era el camino que debía elegir.
“Entendí la infinita misericordia de Dios” cuenta hoy Amada Rosa Pérez que se ha dedicado a inculcar su fe en la Virgen a terceros que pasaron la misma situación que ella. Su devoción a la Virgen fue lo que la salvó.
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