En la recta final de las elecciones, Francia se debate entre los extremos

En la recta final de las elecciones, Francia se debate entre los extremos

Los franceses oscilan entre la extrema derecha de Le Pen y la izquierda radical de Mélenchon mientras el centrista Macron y el conservador Fillón no se rinden

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abril 18, 2017
En la recta final de las elecciones, Francia se debate entre los extremos

El presidente saliente de Francia, el socialista François Hollande, ha roto su silencio preelectoral asustado por el empuje espectacular del candidato de extrema izquierda. Una posible final entre el candidato de "La Francia Insumisa", Jen-Luc Mélenchon, y la jefa del Frente Nacional, Marine Le Pen, entra en los pronósticos y hiela la sangre a medio país.

El esprint final de las elecciones presidenciales se anima a pocos metros de la llegada a meta. Los dos escapados, Le Pen y el centrista Emmanuel Macron, ven cómo dos de sus perseguidores, Mélenchon y el conservador François Fillon recuperan terreno. Solo el candidato socialista, Benoît Hamon, parece descolgado definitivamente en la carrera hacia el palacio del Elíseo, sede de la Jefatura del Estado.

Marine Le Pen y Emmanuel Macron han sido, durante meses, los dos favoritos en los sondeos para pasar el corte del 23 de abril. Ese día los ciudadanos franceses elegirán a los dos aspirantes que se disputarán la final el 7 de mayo. Nadie espera que un candidato obtenga más del 50% en la primera votación.

Jean-Luc Mélenchon, se ha convertido en la sorpresa del final de la campaña. Su ascensión en la intención de voto ha sido imparable en las últimas dos semanas y se sitúa, dependiendo de los diferentes institutos de opinión, junto a Le Pen y Macron en la lista de favoritos.

En un sondeo que mide la popularidad de los políticos, Mélenchon subió 22 puntos en solo un mes. Popularidad no implica intención de voto, pero es un elemento importante para tener en cuenta.

El candidato de la extrema izquierda sigue arañando apoyo al socialista Benoît Hamon, que no ha logrado reponerse del bajón que sufrió poco después de su victoria en las primarias de su partido. En ese momento de euforia, ya lejano, Hamon aventajaba a Mélenchon en nueve puntos (18% a 9%). Hoy, las cifras se han invertido en favor del más veterano de los candidatos (65 años), que deja tirado en la ruta a su rival de izquierda (20% frente a 7,5%). A Hamon solo le ha quedado como munición atacar a Mélenchon por su "indulgencia" hacia Vladímir Putin y Bashar Asad.

El acelerón de Mélenchon es tan espectacular que ha conseguido romper el silencio del Presidente François Hollande. En declaraciones al semanario Le Point, el actual mandatario socialista critica a su enemigo y excompañero de partido: "Existe un peligro: las simplificaciones, las falsificaciones. Ello hace que se mire el espectáculo del tribuno y no el contenido de su texto".

Una hábil campaña donde la tecnología —holograma que multiplica su presencia en varias ciudades simultáneamente—, moderna utilización de las redes sociales y la inteligente elección de los escenarios para la televisión, han ayudado al nieto de españoles nacido en Tánger a sobrepasar a Fillon en los sondeos.

Pero el avance de Mélenchon se explica por otros motivos. En una campaña que va a ser más disputada de lo que se preveía, la feria de las promesas va calando en un electorado deprimido. Mélenchon ofrece un aumento del salario mínimo, sexta semana de vacaciones al año, 32 horas de trabajo a la semana, jubilación a los 60 años, nacionalizaciones, anulación de una parte de la deuda, creación de millones de empleos públicos para los desempleados, subida de impuestos generalizada… Una factura que él mismo cifra en 270.000 millones de euros. El órgano de prensa "liberal", L'Opinion, describe su plan como "Back to URSS".

Los "think-tanks" liberales han sacado su artillería. Para el Institut Montagne, la deuda aumentaría en 180.000 millones en los 5 años de un presunto mandato melenchonista. Según la Fondation Concorde, la deuda llegaría al 110% del PIB.

La deuda francesa actual sobrepasa el 98% de la riqueza nacional: más de dos billones de euros. El Estado gasta al año 45.000 millones de euros solo en intereses.

Con ese sueño que propone Mélenchon ha robado muchas adhesiones al socialista Hamon. El candidato oficial del PSF es subestimado por los barones de su propio partido e ignorado por su camarada, François Hollande, que le desprecia por haber torpedeado durante cinco años su Presidencia desde las filas de los izquierdistas, los "frondeurs", del partido. Hamon se hunde, huérfano del aparato de partido y descolocado por el paraíso social que promete su rival a la izquierda.

Mélenchon dice situarse entre la extrema derecha (Le Pen) y el "extremo mercado" (Macron). El líder "insumiso", que sigue recibiendo a regañadientes el apoyo del minoritario Partido Comunista, participa ya en "el tiro a Macron" generalizado. Para Mélenchon, Macron es el representante de los "ricos", de "las finanzas", del "liberalismo". Un discurso que bien podría salir de los labios de Marine Le Pen. Ya para nadie es una novedad reconocer que los programas económicos del "Frente Nacional" y de "La Francia Insumisa" comparten algunas soluciones.

Como demuestran los análisis de sociología electoral, los obreros, los parados y los trabajadores independientes están con Le Pen. Los funcionarios (más de cinco millones), los profesores, y una parte de la clase media apoyan a Mélenchon. Ambos proponen la salida de Francia de la Unión Europea y de la OTAN. Ambos quieren proteger las fronteras de la competencia económica que exige la globalización. Ambos consideran también que el diálogo con Rusia es indispensable para solucionar los problemas y las crisis internacionales.

El jefe de Los Republicanos, François Fillon, no ha tenido que esperar la Semana Santa para vivir su penitencia. A pesar del goteo de acusaciones sobre su presunto enriquecimiento personal ilícito, su nueva estrategia —pasar a la ofensiva e ignorar a jueces y prensa "enemiga"— le ha hecho ganar puntos.

Fillon sigue confiando en el "voto escondido" que los franceses de derecha y centroderecha no se atreven a confesar en los sondeos, debido al enfado que les ha producido los problemas judiciales de su teórico candidato. Está convencido de que muchos de sus partidarios le votarán tapándose la nariz. Fillon ha utilizado un mensaje en concordancia: "no les pido que me quieran, sino que me apoyen".

Fillon se mantiene y muchos especialistas en economía le reconocen una virtud. Es el único aspirante que no promete la luna y el sol. Al contrario, su programa se resume en recortes, sudor y lágrimas para empezar a reformar un sistema que, según él, no produce sino parados, déficits y desánimo entre los emprendedores y empresarios. Pelear por la final anunciando el fin del paraíso es asumir riesgos en tiempos de populismo.

Duelo de populismos

Macron, que sigue acaparando portadas en prensa, a pesar del "Mélenchon Show", sufre, según algunos analistas, el efecto de "las dos caras de la tortilla": puede crecer por los dos lados, pero también disminuir por la izquierda y por la derecha. El ritmo de su pedalada se ha reducido en las últimas curvas antes de la meta, pero sigue igualado a Le Pen en intención de voto.

Emmanuel Macron, el candidato "de izquierda y de derecha", se veía favorito desde hace meses, sabedor de que en la segunda vuelta electoral es el candidato que con más holgura derrotaría a Marine Le Pen. Ahora deberá resistir a la llegada en tromba de Mélenchon y Fillon, evitar los errores y ofrecer una guinda final a un electorado cada día más polarizado. En pocos días ha pasado del "yes we can", a "se puede perder".

Si Le Pen y Mélenchon se clasifican para la final del 7 de mayo, el Viejo Continente sufrirá el seísmo político más espectacular desde la creación de antigua Comunidad Económica Europea. El populismo de izquierda se enfrentaría al nacional-populismo.

Si es Macron el que acompaña cualquiera de los dos a la segunda vuelta, la convulsión política para Francia será también espectacular. Ello significaría que las dos fuerzas que han gobernado este país en las últimas décadas —socialdemócratas y centroderecha— se verían apartadas del poder.

Enlace: SputnikNews

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