La recta final de Maradona: quince días de declive

La recta final de Maradona: quince días de declive   

Desde que salió de la clínica, convaleciente de una cirugía, se encerró en El Tigre, cerca de Buenos Aires, con un séquito de médicos. Se le paró el corazón

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noviembre 26, 2020
La recta final de Maradona: quince días de declive   

El 2 de noviembre, dos días después de haber cumplido 60 años, y de haberlos celebrado sin alcohol, Diego Armando Maradona estaba deshidratado y anémico. No hablaba. No comía. Tenía la mirada tan perdida como cuando se inundaba la cabeza de drogas y alcohol. Pero estaba limpio. La abstinencia le jugó en contra. Su bajón anímico había que ser tratado.

Fue trasladado al hospital de La Plata desde su lujosa casa en Brandsen, al sur de Buenos Aires, en medio de un desfile de ambulancias y de patrullas de policía que le abrían el paso, cual caravana presidencial.

Pero en La Plata le hallaron algo más: un coágulo en el cerebro que no era pequeño. Su adicción al licor, que se estaba intentado controlar, podría agravar la lesión. Había que operar de inmediato. El Diego fue llevado en medio de otra caravana médica y policial a la clínica Olivos, en el norte de Buenos Aires, a donde llegó entre las arengas de fanáticos que nunca le faltaron. Fue operado de urgencia por un equipo de especialistas liderados por su médico personal, Leopoldo Luque.

Afuera de la clínica los cánticos de los maradonistas no cesaron. La vigilia estuvo acompañada de llantos, ruegos y velones encendidos. Las versiones que llegaban desde adentro de la clínica no decían nada diferente a que el legendario 10 argentino seguía evolucionando. La fe nunca se les derrumbó. Su dios saldría victorioso una vez más.

Pasaron 10 días y el Pelusa no resistió un minuto más en las cuatro paredes de su habitación médica. Luque tuvo que dar el aval para el alta y la firmó. Maradona prometió cuidarse, recuperarse y sobre todo no beber licor. Leopoldo Luque no se le separaría ni un solo segundo hasta sacarlo avante del complicado cuadro mental y físico en el que entró tras la abstinencia.

Cuando las decenas de carros arrancaron para dejar al Pelusa en casa, afuera de la clínica hubo jolgorio y celebración. Comprobado: resistió.

Maradona ya no volvería a su casa en Brandsen. Allí estaría lejos del campo de entrenamiento de Gimnasia de la Plata, equipo que dirigía desde septiembre de 2019. Su convalecencia la pasaría en la casa de El Tigre, una lujosa vivienda reacomodada especialmente para él y su grupo médico.

Sus hijas y su abogado personal Matías Mora lo visitaban casi a diario. El sueño de Diego antes de morir, era reunir a sus cinco hijos que tuvo con cuatro mujeres. La reunión se daría por estos días en la casa de El Tigre, pero la muerte ganó la partida.

Tenía enfermeras 24 horas del día y con él también se trasladó su kinesiólogo y su asistente Maximiliano Pomargo, quien nunca se le separaba. Desde que llegó a la casa de El Tigre la rutina era la misma: despertaba temprano, se tomaba la medicina, desayunaba, hacía terapias con el kinesiólogo para poder recobrar movilidad, recibía algunas visitas personales y la terapia con Agustina y Charly, su psiquiatra y su psicólogo.

Pero este 25 de noviembre Diego no se levantó tan temprano. Despertó de mal humor. Poco desayunó y luego de tomarse sus medicinas dijo que se recostaría un rato. Su orden fue no atender ninguna visita. Las órdenes de Diego se cumplían.

Minutos antes del mediodía Agustina y Charly llegaron a la casa para adelantar, como todos los días, la revisión de Maradona. Maximiliano les dijo que Diego estaba dormido y que sus órdenes fueron que no molestaran.

Los dos profesionales sabían que en medio del cuadro depresivo era mejor empujarlo a estar activo que dejarlo solo. Psicológicamente, en su estado crítico, esa soledad era un peligro amenazante; así que hicieron caso omiso a las órdenes del siempre capitán Diego Armando Maradona e ingresaron a su habitación.

Luego se escucharon los gritos de Agustina. “Diego no respira”. El primer dictamen, emitido por su amigo y médico personal, estableció que al mediodía de este miércoles 25 de noviembre el dios de los aficionados argentinos había perdido la batalla contra la vida que tanto puso a prueba.

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