El alcance de los acuerdos de paz ha refrescado la participación y el liderazgo desde diversos sectores, especialmente desde la llamada nueva ciudadanía.
Estas nuevas formas de organización social de tipo horizontal, donde priman el interés común y la participación amplia de la mujer en el activismo político, además de sectores sociales mal llamados “minoritarios”, como el movimiento indígena, el afrodescendiente y el campesino en estas últimas movilizaciones y su articulación en el eje nacional e internacional, han hecho ver que hay una esperanza, unos vientos de cambio en Colombia.
Desde el exterior vemos cómo se organizan en muchos países del mundo toda una serie de grupos que anteriormente no se juntaban. Tradicionalmente en el exterior muchos escuchaban el acento colombiano y se miraba para otro lado. El miedo a no saber con quién se encuentra, el desconocimiento y la desconfianza eran el común denominador en metros, autobuses, plazas de las grandes ciudades donde confluyen los colombianos en el exterior.
Eso ha venido cambiando y es algo para resaltar. Es parte de una serie de características de un ciclo emancipatorio social y de la movilización como expresión de una recomposición y una nueva sensibilidad política de los colombianos. Y lo más interesante es ver cómo la comunidad, esa nueva ciudadanía, se junta para hablar de temas tan trascendentales e importantes como que lo público es de todos, que hemos vivido bajo el silencio de un “orden” impuesto y general sin tener la oportunidad de opinar o de expresar el descontento ante esas “autoridades” sociales asignadas por años de supresión de la libertad de opinión, y que o nos unimos o nos destruyen por separado, sin distingo de nada.
Tareas
Para todo hay un pero. Hay tareas importantes para realizar en diversos contextos de participación social y política sobre todo en la comunidad colombiana en el exterior, que es tan diversa como el propio país claro está, pero con un elemento que frena mucho el trabajo de unión, y es la atomización del colectivo. Muchas personas pero en los sitios más recónditos no pueden participar de una mejor manera, aunado a que se encuentran fuera de su país, y esto hace que hacer una acción como una protesta, o una reunión sean tareas titánicas por no conocer dónde hacerlas, si está permitido o no, y por último, esa mala situación de inferioridad mental del migrante, y es que siente miedo por perder lo poco que ha ganado en el exterior, una aceptación social, un nivel de ingreso y un nivel social a la que no accedía en Colombia por esa desigualdad tan marcada que existe, está ahí y no se puede negar.
Algunas de estas tareas para realizar desde la comunidad colombiana en el exterior son las siguientes:
1. Preservar y profundizar la unidad de las diversas fuerzas (sean políticas o de organización social)
Hay que mantener la unidad que aún existe. Es poca, es cierto, habrá desacuerdos, seguro. Diversidad de opiniones y pensamientos políticos y sociales distintos e ideológicamente separados por mares de conceptualizaciones y todo eso. Recordar que siempre se construye desde la diferencia, eso sí con respeto mutuo.
Lo más importante en estos momentos, es que todos debemos llegar, como decimos en Catalunya, “picando piedra”, haciendo la fila. Es decir, se deben respetar esos niveles de trabajo que han aunado al colectivo con actores que ya venían trabajando desde tiempo atrás. No se puede pretender llegar en paracaídas y ganarse lo que no se ha trabajado. Ese trabajo de diversos actores y comunidades que conjuntamente han dado algunos resultados se debe valorar y respetar. No porque usted llegue ahora último se le va a despreciar, no, pero hay que valorar un proceso previo, un proceso donde ya ha habido construcción de colectivo y establecimiento de ideas y que por eso es que se está ahí. De igual manera es en el proceso donde se ve y se detalla quien merece estar y quién no.
2. Convergencia
Para colectivos que han vivido años en la total desidia y abandono político y administrativo, como la comunidad colombiana en el exterior, esto es factor clave de éxito. Pero para cualquier convergencia se deben tener unos acuerdos de mínimos, esas líneas rojas que no se deben cruzar, para no dañar el proceso que se construye.
Una de esas muchas líneas rojas, es mantener un discurso llano, libre de apasionamientos partidistas o de elogios personalistas o caudillismo. Si es un proceso de construcción colectivo, así sean solo dos cargando el bulto (que siempre pasa), se debe mantener esa asepsia, esa neutralidad para poder tener un gran margen de negociación a la hora de generar espacios de construcción colectiva con respeto.
3. Crítica sobre el narcisismo político (y de narcisismo en el liderazgo social)
Este narcisismo político y/o social, se expresa en la comunidad colombiana en el exterior de diversas formas, pero la más conocida y practicada es disociar, hablar mal de los otros y en la inmensa mayoría de las veces, al estar tan atomizados y lejos, que se hace sin ni siquiera llegar conocer a la persona de la cual se disocia.
Expresiones típicas como “es que no me representa", “es un extremista” o“es un infiltrado de las far…” las he escuchado en demasiadas ocasiones para bombardear o atacar a una persona que si ha venido trabajando no uno ni dos sino años con la comunidad colombiana en su territorio y con el colectivo en general.
Lo mejor es que construyan, trabajen, escriban, aporten sobre lo que quieren hacer. Cumplan lo que prometen, y no dañen o destruyan a una persona. Políticamente dice más de aquel que llama única y exclusivamente para disociar y denigrar del ausente, que del que está trabajando, escribiendo o actuando con la comunidad, al fin y al cabo algo estará haciendo, ya que hace que se genere tanto odio irrefrenado. ¿No?
Piense que: así como lo hacen en contra de esa persona que ni conocen ni está presente, en algún momento harán exactamente lo mismo contra aquel que en ese momento hace de escuchador. Por otro lado invite a estos disociadores a expresarle a la persona de la cual hablan tan mal, que la llamen directamente y le expresen ese sentimiento que viven y sufren de manera directa, y expresarle eso que tanto supuesto daño les hace, puede que sea la mejor terapia para mejorar.
4. Abrir espacios con respeto y generosidad
Desde lo colectivo, y en especial con el trabajo de nueva ciudadanía, es muy importante que se generen espacios de discusión para la construcción de propuestas coherentes para mejorar la participación política y social de los diversos colectivos independiente de cualquier tipo de diferencia. La construcción parte de eso, de la diferencia.
Recordemos que no es fácil construir procesos. Es importante reconocer el principio de límites, “hasta dónde llego yo, hasta dónde llega usted” y tener en cuenta que si no trabajamos junto a la comunidad colombiana en el exterior, en la calle, representada por todos y cada uno de sus actores, tan diversos como los trabajadores, estudiantes, profesionales, víctimas del conflicto armado, desplazados económicos siendo incluyentes, respetuosos aportando ideas, propuestas alternativas de solución, lo mejor es no participar.
Si toma la decisión de participar hágalo, pero, eso sí, picando piedra, haciendo la fila, con altura de miras, aportando lo mejor de sí, no hay necesidad de dañar a nadie, ya nos hemos hecho mucho daño en 50 años de una guerra civil no declarada, de un éxodo social, económico y político que hoy tiene a una importante parte de la población colombiana en el exilio.
Reflexión. Sea parte del cambio, gánese esos galones y no haga parte de este sistema colombiano arribista, miope y feudal que está colapsando a su propia gente haciéndola partir a un exilio forzado y sin retorno.