El presidente Petro afirmó en Cartagena, con ocasión del acto denominado “Renace el Acuerdo para la Vida”, referido a los seis años del Acuerdo Final de Paz entre el Estado colombiano y las Farc, que pese al tiempo transcurrido desde aquella firma, la guerra continúa, no hubo paz total. Es cierto que persiste la confrontación armada en amplias regiones del país, pero también lo es que su naturaleza y motivaciones son muy distintas a la que se libró hasta hace unos años con las Farc.
Tal y como Petro lo reconoció al referirse a la reciente masacre de más de veinte integrantes de los llamados Comandos de Frontera a manos de otras estructuras disidentes de las FARC en el Putumayo, cambiaron la lucha por la revolución a la lucha por controlar una ruta del narcotráfico. De ahí que una de sus más promocionadas banderas sea la de la paz total, que por ahora comienza con la reanudación de las conversaciones con el ELN.
Recuerdo una reunión que presencié hace una docena de años en la isla de La Orchila, en Venezuela, con el consentimiento de los gobiernos de Chávez y Santos, entre las direcciones nacionales del ELN y las Farc. Para entonces ya se había hecho público que habría conversaciones de paz con las Farc, y el ELN expresaba su inconformidad porque las FARC los hubieran dejado por fuera, sin haberlos enterado de los acercamientos.
Hubo que recordarles que desde la firma del fin de la guerra entre las dos organizaciones, tras conversaciones sostenidas en 2009 y 2010, se había acordado un enlace radial, del que estaba a cargo Antonio García por el ELN, mediante el cual se mantendría la comunicación constante. Eso no había funcionado por la irregularidad con la que esa organización atendía esa comunicación. Hasta una reunión acordada se había visto frustrada por ello.
Aclarado otras pequeñas diferencias, se pasó a hablar del proceso de paz en ciernes, al que se quería vincular al ELN. Gabino hizo una intervención que me sorprendió. Para él, había llegado el momento de dar un viraje estratégico, la gente en Colombia estaba mamada de la guerra, llevaban cincuenta años luchando por una revolución y un triunfo que estaba claro no iban a conseguirse por la vía de las armas. Había que ensayar otro camino, el de la política legal.
Y eso imponía conversaciones de paz. Hablaba el jefe máximo, el histórico del ELN, sorprendía su coincidencia con el pensamiento de las FARC. Luego tomaron la palabra otros integrantes de la dirección, Antonio García entre ellos. Pronto nos percatamos de que tenían diferencias marcadas con Gabino, la paz, sí, los diálogos sí, pero con estas condiciones, propósitos y mecanismos. Desde luego de aquella reunión no pudo surgir un acuerdo para una negociación conjunta.
Ahora el ELN está en una mesa de conversaciones con un gobierno de avanzada, producto de la elección democrática de la mayoría de colombianos, que respaldó sus propuestas de cambio para el país. Un gobierno, aparte de los méritos de la lucha personal de Petro y sus compañeros, producto de dos grandes hechos históricos, la firma del Acuerdo de Paz que cumple 6 años, y los estallidos sociales de 2019 y 2021, cuya inconformidad se vio en las urnas.
El ELN está en una mesa de conversaciones
con un gobierno de avanzada,
elegido por la mayoría de colombianos que respaldaron
sus propuestas de cambio
Resulta imperativo desde el punto de vista político y moral respaldar ese proceso de conversaciones, a la vez que aspirar a que resulte efectivo en lograr que la violencia deje de hacer parte de la política colombiana. Creo que por parte del Estado y el gobierno nacional el momento no podía ser mejor para el ELN. Existe cierta afinidad de causa e incluso histórica con las visiones de Petro, el Pacto Histórico y buena parte de la coalición de gobierno.
Una oportunidad única con la que soñaban las Farc, cuando plantearon en su Octava Conferencia de 1993, que trabajarían por la conformación de un gobierno nacional, patriótico y pluralista que se comprometiera entre otras cosas a la solución política del conflicto. El ELN tiene eso enfrente. Si las conversaciones de La Habana hubieran sido con un gobierno así como este, seguramente que las cosas en Colombia serían hoy muy distintas.
Inquieta que para el ELN, como lo declarara recientemente Antonio García a la revista Raya, esos gobiernos de corte progresista son un intento, pero hay que ir más allá; más allá del capitalismo y de su democracia representativa. Más, si se lee su apreciación del Acuerdo Final de 2016, No estamos de acuerdo con la visión con que se trabajó en dicha negociación, ni con lo esencial de lo acordado ni en la ausencia de participación de la sociedad.
Da la impresión de que para el ELN el Acuerdo significa que su contraparte debe aceptar todo cuanto ellos exijan. Pueda ser que su ahora asesor, Gabino, los ayude a aterrizar.