Cuando se pierden los valores y principios, que no han cambiado ni con el tiempo ni la tecnología, la vida no la vives por las duras.
Por ello, el condicionamiento social que te da la autopista digital, la teología cultural y los ejercicios electorales determinan esa ficción mental y terminas haciendo parte del rebaño.
La única moneda que se necesita es tiempo y es lo único que no tiene valor en tu realidad.
Son tus pensamientos, sentimientos y comportamientos los que determinan cómo vives y es la gran paradoja del mundo en el que muchos viven: les gusta mejorar su caverna mental con adicciones como las anteriores y su libertad no es real.
Siempre quieren opinar o participar de ideologías montadas por seres humanos que incluyen poder, prestigio y dinero.
Jamás se les ocurre preguntarse qué es soberanía emocional.