Pensar, para creer que existe otra realidad, distinta a la que es,
en realidad, es acometer una real estupidez,
porque la realidad no posee sustitutas, paralelas ni virtuales, sin embargo,
adentro del alma, cada individuo que realiza el intento de imaginar,
para analizar su validez, contiene un sentimiento de confianza relativa,
por más que sepa que desconfiar lo mantiene vivo,
en medio de la brega que inicia cada día, lo cual le impulsa a cambiar,
para mejorar, el escenario donde actúa su esperanza.
Siendo porfiada la ignorancia general sobre el mundo individual y personal,
aun así, hoy se descubren universos alternativos al semejante,
localizados entre tiempos y en espacios alternantes,
pudiendo hacer factible la posibilidad que vivamos existencias paralelas.
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