Tal vez la profesión de periodista o comunicador social y periodista, sea una de las más atractivas, bellas y completas del planeta. Un periodista es capaz de entrevistar a gran cantidad de profesionales y transmitir la noticia en el lenguaje coloquial para que todo el mundo lo entienda; es capaz de aprender de la persona más humilde y compartir con ella, como también estar con los personajes más adinerados y connotados políticos y sigue siendo el mismo. El periodista es capaz de amanecer debajo de una mata de plátano cubriendo una noticia; no reniega porqué tiene que salir corriendo a cubrir una información en sus momentos de descanso; pasa noches en vela con tal de llegar con la noticia completa; lo escuchan en la radio, lo leen en los periódicos y redes sociales, lo ven en la televisión, lo saludan en la calle, lo miran y le dan montones de quejas y siempre es querido por la mayoría de la comunidad y odiado por unos pocos integrantes de ella.
Un periodista se atreve a tocar temas que otras personas solo murmuran pero no son capaces de decirlo a la luz pública; se atreve a poner el dedo en la llaga, entrevista a políticos, sacerdotes, líderes comunales, empresarios, sindicados de delitos, etc. Un periodista pone al descubierto las necesidades de la gente. En fin “Un periodista es el piñón esencial en la construcción de la sociedad”
Después de esta introducción quiero contarles la otra cara de la moneda. Muchos de los colegas en algunas regiones de Colombia tienen que pagar para que los dejen trabajar.
Sí, así como suena y no es que los estén extorsionando: es la triste realidad de una profesión que muy pocos se atreven a estudiar y otros, de manera empírica, la toman como su proyecto de vida con el único propósito de mantener bien informada a una comunidad entera ávida de información.
Sin embargo, en algunos medios de comunicación locales y/o regionales, los periodistas tienen que pagar sus espacios a los dueños de los medios con el fin de poder trabajar. Esta es una realidad que ha obligado a muchos de los colegas a vender publicidad, tocando puertas de comerciantes y políticos para venderles la pauta y de esa manera pagarle al dueño del medio de comunicación, además de pagar salud y pensión, el celular y el combustible de su moto o carro y con lo que le queda… Subsistir. Esta triste realidad se vive a diario en donde muchos de los colegas siguen trabajando solo por el amor a esta, la más bella profesión del mundo.
En las facultades de comunicación nos enseñan lo que es el cupo publicitario o qué es trabajar por porcentaje. En las aulas no nos enseñan a vender publicidad. En las aulas nos enseñan lo bello de nuestra amada ciencia de la Comunicación.
¿Será que algún día algunos empresarios locales de los medios de comunicación le dan el verdadero valor al periodista de la región y le brindan condiciones laborales dignas para que pueda trabajar? No digo que sean todos los dueños de los medios locales o regionales de comunicación. Pero que los hay, los hay.
* Presidente Corporación de Periodistas del Putumayo
