Hay que poner el contexto de la situación. Al igual que en Colombia, las élites Venezolanas en sus diferentes facciones gobernaron al país por décadas, pero no solucionaron los graves problemas sociales y económicos de ese país, hasta que apareció Hugo Chávez, un líder populista, carismático y mezcla de izquierdismo e ideas Bolivarianas que en 1999 accedió a la presidencia. A su muerte lo sucedió Nicolás Maduro, del mismo corte de Chávez.
Estos personajes poco a poco fueron consiguiendo el control de los demás poderes, especialmente el de las fuerzas armadas, que son las que nuestros países de América Latina, con sus democracias deficientes, deciden en algún momento quién puede gobernar.
Entonces se puede decir que la actual situación de Venezuela es en gran parte responsabilidad de las élites que no hicieron los cambios que necesitaba el país. Permitiendo el acceso al poder de estos dictadores. Se sabe que Maduro y sus partidarios cometieron fraude en las últimas elecciones presidenciales, pero era ingenuo creer que este régimen iba a aceptar tranquilamente su pérdida y mientras las fuerzas armadas lo respalden, es imposible que salga del poder. Surge entonces la pregunta por si Colombia debe asistir a la posesión de Maduro, desde un punto de vista emocional y sentimental la respuesta es un rotundo no, pero como siempre, hay que ir más allá.
Colombia no está en la misma situación de otros países como Paraguay, Argentina y Chile, que no tienen frontera con Venezuela. Colombia, por su parte, tiene una extensa frontera con Venezuela, así que debe pensar muy bien las consecuencias de una ruptura de relaciones. Esto como se sabe afectaría las relaciones comerciales, la seguridad en la frontera, las relaciones familiares de los habitantes de la frontera y agravaría la situación de los emigrantes ¿Es que acaso en los gobiernos de la derecha como el de Santos, Uribe y Duque, enemigos acérrimos de Maduro, con el rompimiento de relaciones mejoraron la situación del pueblo Venezolano? ¿En algo cambió la situación? La respuesta es clara: en nada cambió la situación, por el contrario, empeoró.
En conclusión, la decisión de Colombia de enviar una representación diplomática de bajo nivel a la posesión de Maduro, al igual que lo hace México y Brasil, es lo más conveniente para el país.