Es bien sabido que las ratas se multiplican políticamente, perdón, es prolíficamente, pero para el caso de la sociedad colombiana, donde casi todos los cargos públicos provienen de la misma camada, no está mal el uso del adjetivo. En un artículo académico de la Escuela de Agricultura de la Universidad de Kentucky, el profesor Michael Potter se refiere a estos animales —los ratones, no los políticos— y explica por qué se deben controlar: transmiten enfermedades y contaminan todo a su paso; además demuestra que su comportamiento es bastante notable porque corren y chillan por todo lado (como los políticos).
Al escribir en el buscador google “Peñalosa y ratas”, el primer vínculo que aparece es el de un medio de comunicación colombiano en el que se lee: …“a los ciudadanos les parece muy sexy el metro subterráneo porque no lo han usado, pero cuando ya tienen que meterse bajo tierra como una rata todos los días, en unos túneles que huelen a orines con mucha frecuencia…”.
No contento con quedar como un iluminado y buscando superar tan magna expresión, vuelve a salir en los medios de comunicación con otra máxima que usted también puede “googlear” como “Peñalosa y helicóptero”: …“como es un metro elevado, los ciudadanos van a poder disfrutarlo inmensamente, va a ser casi como volar bajito en un helicóptero, atravesando toda la ciudad con luz natural, disfrutando del paisaje de las montañas, disfrutando de la vista de la ciudad…”. Para ser sincero, quedé confundido: ¿volar bajito? Yo pensaba que volar bajito era como fumar marihuana tendido sobre la arena en una playa, “¿así o más bajito?”
Camada, según la Real Academia Española, RAE, puede definirse como: cuadrilla de ladrones o pícaros; pero para no sonar tan gracioso, prefiero referirme a la camada como el conjunto de crías de ciertos animales. Algunos de estos, suelen ser unos chupasangre que viven ahí, pegados, chupando y mamando del erario sin control (como los Galán); en otras camadas se matan entre sí, como la del tiburón toro que desde el vientre materno el tiburoncito mayor se come a todos sus hermanitos menos a uno (como los Castaño).
Y claro, cómo olvidar al suricato africano que es muy buen maestro con sus camadas, es una especie con costumbres sociales, tutores pacientes que enseñan de todo a sus cachorros, hasta cómo cazar un escorpión sin salir lastimados: La camada de Peñalosa salió así. Peñalosa el papá, fue ministro, embajador, gerente y hasta concejal. Por allá en 1954 tuvo una cría en Washington a la que le puso su mismo nombre y le enseñó de todo, cómo proyectarse para acceder a los mejores cargos públicos (sin salir lastimado).
Hoy en día esa cría, “el dotor kike” dirige nuevamente la capital de Colombia. No sé aún si por ignorancia o maldad pura, él tiende a comparar los metros subterráneos con ratoneras. A finales de 2016, asistió al evento Hábitat III en Quito, Ecuador: fue una conferencia de Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible cuya importancia radica en que se realiza cada 20 años y se establece la nueva agenda urbana. Quienes lo seguimos en Twitter vimos cómo “Kike” paseó más de lo que asistió a eventos académicos y técnicos (viaticando por supuesto). Me encantaron las imágenes que él mismo iba publicando en su cuenta para mostrarnos su recorrido:
17 de octubre de 2016: “Visitando obras de metro de Quito en construcción” (metro que es subterráneo en su totalidad).
18 de octubre de 2016: “Trineo de verano en Austria como el que tendremos en San Parque de San Rafael” (en este punto no sé si reír o llorar, qué trineo ni qué putas).
19 de octubre de 2016: “haremos un cable turístico, con porta bicicletas, de Usaquén al parque del embalse de San Rafael” (en Quito es así, con portabicicletas. Menos mal no fue a Suiza o le daría por hacerlo con portaesquís).
Antes de que el “dotor kike” nos siga confundiendo, repasemos las experiencias del desarrollo de sistema de transporte masivo de nuestros vecinos. En Lima, Perú, la primera línea fue una parte a nivel y otra elevada, y se inauguró en 2011; la línea dos que ya se encuentra en construcción, es totalmente subterránea y tiene una longitud de 27 kilómetros. En Quito, Ecuador, donde ya existen los buses tipo Transmilenio con alimentación eléctrica y diesel, el metro subterráneo que está en construcción, tendrá una línea de 22 kilómetros. En Panamá, República de Panamá, la obra del metro duró tres años en construcción y fue inaugurada en 2014, cuenta con una extensión de 15.8 kilómetros; es una línea aérea y el principal constructor no sé si les suena: es un tal Odebretch. Caracas, Venezuela, tiene metro hace más de 30 años; Río de Janeiro, Brasil, construyó su línea de metro hace décadas.
Y así como nuestros países vecinos desarrollan su transporte masivo, Medellín implementa tranvías y busca expandir sus líneas ferroviarias; la capital de Colombia, Bogotá, con un tráfico que enloquece, que genera pérdidas multimillonarias a la economía y desmejora brutalmente la calidad de vida de sus ciudadanos, el elegido y mayor de la camada determina que: ”el TransMilenio en la práctica hace lo mismo que un metro pero más barato” —también lo puede “googlear”—.
Hablemos ahora del olor a orina. La estación Union Station en Washington es, para que me entiendan, como la Estación Caribe del metro de Medellín que comunica al metro con la terminal de buses intermunicipales; la diferencia radica en que a Union Station llega la red estatal interurbana de trenes de pasajeros, los trenes de cercanías regionales y suburbanos; los buses interestatales y la línea roja del metro de Washington que es subterránea y no huele a orines.
Union Station es una estación bella, que nos deja con la boca abierta, parece de película, con locales comerciales de marcas reconocidas y restaurantes en la plaza de comidas que es subterránea. La relación más cercana a orines que hace mi cabeza, quizás es con la ropa interior que venden en un local dentro de la estación, un almacén llamado Victoria's Secret; ese mismo Victoria's Secret que en Colombia se ubica solo en los más prestigiosos centros comerciales, resulta que en muchas ciudades del mundo se puede encontrar en locales comerciales ubicados dentro de estaciones de metro (como en Washington, su ciudad natal “dotor Kike”).