El régimen de esclavitud obligó a las afrocolombianas y los afrocolombianos a partir del escalón más bajo de la sociedad. Muy a pesar de la Ley 70 para las comunidades negras, la racialización en Colombia sigue siendo un hecho y, pese a los intentos tibios de superarla, tiene una grave influencia negativa en el sistema pedagógico para la Comunidad Afrodescendiente, dificultándoles el acceso a las universidades públicas. Por eso no tiene nada de extraño que aún persista un enorme abismo. No se puede esperar que las afrocolombianas y los afrocolombianos consigan superarlo con la misma relativa facilidad que aquellas personas que no son afrodescendientes. La barrera principal, que es la prueba de todo prejuicio contra la igualdad de oportunidades racial, permanece relativamente intacta: la racionalización de estilo eurocéntrico en nuestros intelectuales blancos-mestizos de categoría científica “avanzada”.
Se trata, en fin, de asumir el horizonte de una subjetualidad donde sea posible establecer —no obstante ese pasado histórico torcido— una nación para todos los grupos raciales que quedó mal parida tras el mal ejercicio de la razón por parte de nuestros intelectuales etnocentristas de principios del siglo XX. Los de hoy (del siglo XXI) han reinventado después de un siglo lo que se mal interpretó. Por lo tanto, el deber es, abrazarse a la fuente cristalina de la racionalidad desprejuiciada de forma tal que la desubjetivización racional devenga en concepto personalista y comunitario. Abriéndose por fin decididamente a la experiencia de gratuidad donde la relación con lo fundante no sea el estar sometido a un poder ajeno que impide el libre desarrollo de la naturaleza humana, sino donde la autonomía se experimente como autonomía verdadera. Donde, en definitiva, el ser de todos los tonos de piel y de las culturas múltiples se descubra en Colombia como realizado en lo social, la justicia, y en lo espiritual, y no en la inhumanidad del hecho racialista.
Por lo tanto, el pensar, estima Frantz Fanon, no puede cruzarse de brazos ante semejante situación. En consecuencia, Wade (1997) dice: “Sorpresivamente, y de manera similar a lo expresado en épocas anteriores, la simple condena de lo negro todavía es evidente en publicaciones bastante recientes”.
En efecto, Lorenz Prescott y Peter Wade han señalado, que existe aún una racionalidad imperfecta en la Intelectualidad colombiana y una racialización para designar a las personas afrocolombianas, basada en razonamientos torcidos provenientes de los ilustrados colombianos y occidentales del siglo XIX, que lleva a la razón intelectual colombiana contemporánea (siglo XXI) —situada en lo alto de la estructura de poder— a atarse al mástil de la sinrazón y denegar de las potencias cognoscitivas del ser de las y los afrodescendientes. Hay también en ella una arrogante conducta perfectamente racional que presume de lo que ignora y carece, y hay por fin una racionalidad modesta —de intelectuales—, donde cuentan la razón y la coherencia con respecto al ser de la y del afrodescendientes.
Referencias utilizadas:
Rodríguez Bobb, A. (2023): Racismo estructural y sistémico en Cartagena de Indias. Debate en la relación: exclusión e inclusión racial, Berlín, Wissenschaftlicher Verlag,
Rodríguez Bobb, A. (2024): Deconstrucción del pensamiento colonial desde la perspectiva de la Sociología. Memorias sobre: independentistas, ilustrados, expresidentes, cristianismo, esclavitud e injusticia epistémica. Berlín: Wissenschftlicher Verlag.
Rodríguez Bobb, A. (2024): Frantz Fanon: el concepto de racialización y la piel negra en Colombia. Berlín:
Wissenschaftlicher Verlag Berlin.
El autor: Arturo Rodríguez Bobb: trabajó como Profesor Adjunto en los Institutos de Sociología de las Universidades: Freie Universität Berlin, Technischer Universität Berlin, Humboldt Universität Berlin.