Nuestros ancestros indígenas en diversas culturas del mundo comprendían que el dolor y las heridas se curan solamente cuando las tratamos con compasión. En la actualidad, esa expresión del ser humano esta hundida entre el maremágnum de la corrupción administrativa, falta de idoneidad por parte de los servidores de la salud públicos (alópatas y homeópatas) y deshumanización de nuestras relaciones personales.
El fallido sistema de salud colombiano es presa de las prácticas facinerosas y anticonstitucionales e.g., Caprecom, Cafesalud. Estos sistemas colapsaron y dejaron una estela de inasistencia y desamparo total. La dualidad en la prestación de los servicios de salud vigentes i.e. POS, Plan Complementario/ Salud Prepagada brinda una alternativa aparente de cooperación de buen servicio y de calidad del mismo enfocada en el cliente, pero no hay tal. Aquí algunos ejemplos del por qué en Colombia la salud es una quimera macondiana.
No es cierto que las alternativas de plan complementario manifiesten calidad en la oferta de beneficios que no están incluidos en el POS. Los profesionales insisten en ordenar los mismos exámenes una y otra vez, sin la exploración de otras alternativas pensadas en la salud del paciente. ¿Qué tan necesario y esclarecedor es ordenarle a un paciente una colonoscopia cada tres meses, si revisan los resultados de la misma dos meses después de tomarlas? Ciertos exámenes tienen una validez limitada y los resultados de sus análisis no conducen, en la mayoría de los casos, a un diagnóstico certero y eficiente.
El POS y el plan complementario cuentan con una amplia oferta de especialistas e instituciones de salud de fácil acceso y de calidad. Esta afirmación esta lejos de la realidad. Hace algunas semanas consulté la asesoría de dos expertas en el aparato digestivo i.e. gastroenteróloga y nutricionista. Una por parte del POS, la otra del Plan Complementario. La primera ni siquiera me dirigió la mirada mas de 3 segundos, la pantalla de su computador y sus celular eran más importantes que el paciente al otro lado se su escritorio. En cinco minutos, dictaminó lo uno y lo otro, prescribió 640 pastillas y afirmó con el desparpajo de un matasanos con ansia de almuerzo ejecutivo ‘ si le sigue doliendo buscapina’. La segunda me hizo esperar 80 minutos. Después de tocar su puerta y radicar la queja respectiva a los funcionarios del plan complementario; la flamante respuesta de la prestadora del servicio fue ‘ no sé cómo le pueda colaborar, no conozco del tema; envíe sus documentos (privados por demás) por correo y consulto con un nutricionista clínico’. Aún espero la respuesta del correo y de la ayuda de la funcionaria (ya han pasado más de tres semanas). No queremos ser consentidos por el sistema queremos que nos traten con sentido de humanidad y respeto. No esperamos encontrar eruditos de la escuela hipocrática, sino funcionarios entendidos y comprometidos con sus promesas y diagnósticos.
Ni hablar de los homeópatas y bioenergéticos quienes, en la mayoría de las ocasiones, no saben interpretar los exámenes de laboratorio o exámenes particulares relacionados con la patología de salud motivo de consulta. Las flores de Bach, la Nux Vomica, la Valeriana, el Neurexan no necesitan de prescripción. No se necesita cancelar una consulta de $120.000 pesos m/cte ya que se pueden comprar en cualquiera de las 200 farmacias homeopáticas que tiene Bogotá. La terapia neural o los sueros vitamínicos deben ser prescritos previo análisis de resultados de laboratorio. En ocasiones, algunos de los prestadores de la salud ‘alternativos’ hacen caso omiso de las evidencias médicas y asocian todo perjudiciales condiciones emocionales del paciente. Si bien es cierto que la enfermad subyuga al enfermo, no todo depende el estado anímico, ni laboral o personal del paciente. Existen pruebas irrefutables clínicas que deben ser interpretadas y tratadas alternativamente con medicina no convencional. Los colombianos invertimos mucho dinero como para pretender que 5 gotas en la mañana y 5 en la noche sean la solución. Algunos juegan con la Fe y la salud a largo plazo de muchos de nosotros.
Compara siempre precios vs. beneficios, esto te permitirá evaluar si la inversión es acorde a tus necesidades. Este principio de salud es traído de los cabellos. Ningún colombiano que gane entre 1 y 3 salarios mínimos (el 80% de la población nacional) puede invertir mas de lo que ya es obligatorio por el gobierno. Por tal razón, estamos abocados a convivir con las ‘bondades’ del sistema. Invito a los prestadores de salud que ofrecen alternativas de solución a merced del dolor ajeno que brinden la asesoría sí y solo sí tienen experiencia en las dolencias, enfermedades y cuadros clínicos del paciente de lo contrario absténganse de sonsacar dinero de las arcas por demás vacías de los colombianos de a pie.
No hay ‘solución definitiva y permanente’ a enfermedades crónicas y terminales. Eso los sabemos. Curar la mente y el espíritu son claves para la recuperación física y orgánica; la relación simbiótica entre ambos es indiscutible. Invito a los funcionarios administrativos, doctores, enfermeras y demás involucrados en la prestación del servicio de salud en nuestro país a ser compasivos; es decir a entender que el dolor es inherente al ser humano. De su compasión, entendida como una practica dirigida al bienestar del paciente, depende significativamente la calidad de vida de todos nosotros.