En 2018, cuando Francia aún no había ganado el premio Goldman, poca gente por fuera de su región conocía su nombre. Era ella la que tenía que buscar a los periodistas para visibilizar su liderazgo: “le vale dos millones, tres millones, hasta 15 millones” hacerle una nota, le decían, no daban un peso por ella.
Ese mismo año se lanzó a la cámara de representantes por la curul afro. Su lista por el partido Consejo Comunitario del Río Yurumangui consiguió más de 13.352 votos, no fueron suficientes para lograr que el movimiento afrodescendiente obtuviera una representación legítima en el Congreso.
Y aunque Francia ya había sido representante del Consejo Comunitario del corregimiento La Toma (Suárez) entre 2013 y 2016 y llevaba un largo camino defendiendo a su pueblo contra las grandes mineras y parándosele hasta la minería ilegal, no le alcanzó en las urnas, solo logró 1131 votos.
Y aunque no llegó al congreso, su valiente lucha fue reconocida un par de meses después cuando le fue otorgado el Premio Goldman, el Nobel verde, como lo llaman. Viajó con su mamá a recibir el premio en San Francisco, Estados Unidos en abril de 2018. Lo recibió entre aplausos y con la voz cortada, pero con la confianza que le habían dado las peleas ganadas; el mundo supo de La Toma, ese pueblo escondido en el Cauca que la había llevado tan lejos: “Soy una mujer afrodescendiente, crecí en un territorio ancestral que data desde 1636. Desde pequeños nos enseñan el valor de la tierra, sabemos que los territorios donde hemos cuidado…”
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