Una escena común en varias localidades rurales y urbanas, que se ha incrementado durante los últimos años, es la de observar algunos habitantes quemando objetos que encuentran en la basura, tales como cartón, madera o plástico, para obtener una fuente de calor, útil para afrontar el frío de la noche, o en algunos casos excepcionales para cocinar sus alimentos; sin embargo, es más común ver a estas personas quemar elementos como conductores eléctricos (cables eléctricos) o partes de dispositivos electrónicos, con el objeto de extraer metales como el aluminio y el cobre, para venderlos en los centros de reciclado o chatarrerías, y de esta manera obtener recursos económicos. El problema asociado con la quema de todos los materiales antes mencionados, es su contribución a la contaminación del aire, a través de la emisión de material particulado, óxidos de nitrógeno y azufre, monóxido de carbono, y otros compuestos tóxicos como las dioxinas.
Las dioxinas se originan principalmente a partir de la combustión incompleta de elementos con alto contenido de carbono y cloro (PNUMA 2005), como los plásticos, con los que fabrican bolsas y aislantes de cables eléctricos, entre otros. Estas hacen parte de los compuestos conocidos como organoclorados, quienes guardan una relación de tipo estructural, conociéndose más de 400 tipos, de los cuales se ha documentado que aproximadamente 30, son de importancia toxicológica; destacándose entre estos la tetracloro dibenzo-dioxina (TCDD) como la más tóxica, debido que daña el ADN de las células y produce cáncer (Dai et al. 2008). También se ha comprobado que las dioxinas afectan negativamente la reproducción, el sistema inmune y endocrino de los animales, principalmente del hombre, en el que es notorio su efecto sobre la piel, en la que produce lesiones de tipo acné, que se distribuyen prevalentemente en el rostro y en áreas del cuerpo que usualmente no son afectadas por este tipo de alteraciones, conociéndose esta enfermedad como Cloracné (Passarini et al. 2010)
Figura 1. Producción de compuestos orgánicos persistentes (COPs), a partir de la combustión de residuos, y su impacto en la salud del hombre.
Además de lo mencionado anteriormente, cabe la pena destacar que las dioxinas son altamente estables, por lo tanto, logran permanecer por mucho tiempo en el agua, el aire y el suelo; razón por la cual se les ha clasificado como compuestos orgánicos persistentes (COPs) (Frejo et al. 2011). Además, estos pueden ingresar al cuerpo del hombre a través de la vía dérmica (piel), aérea, por inhalación, o por la ingesta de alimentos y agua contaminada con estos xenobióticos (Samsing et al. 2011; Kawamoto y Miyata 2015). Debido a este y los anteriores problemas descritos sobre el impacto ambiental y en la salud que ejercen las dioxinas producidas por la quema de residuos se hace necesario que la ciudadanía tome conciencia de las implicaciones que tiene la presencia de estos contaminantes en nuestros ecosistemas, y la manera como pueden afectar nuestra salud, razón por la cual se deben disponer los residuos de forma adecuada, principalmente los que contengan plásticos, capaces de generar compuestos como las dioxinas, y otros contaminantes asociados a este material (Ej. Furanos). Igualmente es indispensable que las autoridades mejoren sus intervenciones en las comunidades, con el objeto de prevenir y controlar la quema de residuos, lo cual seguramente reducirá el riesgo de afectación potencial del ambiente y de la salud de las personas.
Referencias
Dai, D., y Oyana, T. J. (2008). Spatial variations in the incidence of breast cancer and potential risks associated with soil dioxin contamination in Midland, Saginaw, and Bay Counties, Michigan, USA. Environmental Health, 7(1), 49. http://doi.org/10.1186/1476-069X-7-49
Kawamoto, K., y Miyata, H. (2015). Dioxin formation and control in a gasification-melting plant. Environmental science and pollution research international, 22(19), 14621-14628. http://doi.org/10.1007/s11356-014-3104-4
PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente). (2005). Instrumental Normalizado para la Identificación y Cuantificación de Liberaciones de Dioxinas y Furanos. Edición 2.1. Programa Interinstitucional para el manejo adecuado de los productos químicos.
Passarini, B., Infusino, S. D., y Kasapi, E. (2010). Chloracne: Still cause for concern. Dermatology, 221(1), 63-70. http://doi.org/10.1159/000290694
Samsing, F., Bustos-López, C., Schoffer, J., Mattar, C., González, A., Robles, C., … Valdovinos, C. (2011). Insumos utilizados en la preparación de alimentos en producción porcina y su potencial de contaminación por dioxinas en la carne. Archivos de Medicina Veterinaria, 43(3), 287-294. http://doi.org/10.4067/S0301-732X2011000300011
Frejo T., Moya, M., Lobo A., García M., Díaz J. (2011). Dioxins and enviroment. Rev. salud ambient, 11(12), 52-63.