En Santa Marta un padre de familia observó los libros de texto de una de sus hijas. Para el responsable de la alumna, que en ese momento estaba en séptimo de bachillerato, no era adecuada la información expuesta en el documento. Por una parte, en el libro de matemáticas no había un procedimiento claro de la obtención de la respuesta y tampoco se observaba de forma lógica el valor calculado. No había solo un problema.
Al padre de familia se le sumó el disgusto extra de haber pagado más de ochocientos mil pesos por los dos tomos. Un gasto obligatorio, los materiales se debían usar durante el año escolar y debían comprarse a más tardar el 17 de febrero de 2023. Por el error en el libro de cálculo, el interesado decidió mirar otros documentos de manera rigurosa.
El padre de las alumnas encontró varios errores en otros textos. En efecto, decidió elevar la queja a los directivos del colegio, quienes son los encargados de la educación de sus hijas.
La respuesta fue clara: el colegio no se hace responsable por las fallas en las publicaciones de la editorial Santillana que en Colombia tiene como representante legal a Rodrigo de la Ossa Izquierdo, tampoco le correspondía a la institución educativa analizar los escritos de forma minuciosa. El contenido de ese tipo de libros esta supervisado por el Ministerio de Educación para lo cual tiene un viceministerio de educación básica y media que vigila los colegios y los contenidos pedagógicos que ofrecen los claustros educativos.
El padre de familia reclamó entonces ante el Ministerio de Educación. Los funcionarios encargados del ministerio escalaron la queja a la Superintendencia de Industria y Comercio, por ser la entidad encargada de velar por la calidad de los productos que se comercializan en el país.
La Superindustria tomó en serio la queja, primero llamó a las partes para que rindieran sus versiones y en un segundo momento miró los argumentos de los interesados. Varios interrogantes estaban sobre la mesa: ¿Cuál era la responsabilidad del colegio si finalmente son los profesores quienes recomiendan las lecturas a los alumnos? ¿Cuántos libros presentaban problemas? Y ¿Cómo subsanar las posibles erratas de la editorial Santillana?
La investigación de la SIC
Para la entidad de gobierno primero fue necesario averiguar las razones del colegio para seleccionar a Santillana. La investigación mostró que no había motivación distinta por parte de las directivas que la tradición y pertinencia de la editorial en libros de texto enfocados en educación básica y media.
Santillana, una editorial de origen español, fue fundada por don Jesús de Polanco en 1958, llegó a Colombia en 1988 y a comienzos de los años 90, con el expresidente Betancur poco a poco fue ganándole terreno a Norma. Betancur como director de la Fundación Santillana le dio un importante impulso en el país. En el 2020 fue adquirida por la gigante finlandesa Sanoma, líder mundial en el negocio de textos escolares.
En el caso del colegio no faltaban razones para confiar en la calidad de las publicaciones de una muy experimentada editorial. Sin olvidar que Santillana se diferenció de la competencia al complementar sus materiales con un portal web, UNOI. La combinación de textos escritos y plataformas de internet generó confianza en las directivas, sin olvidar que la mezcla era acorde a una formación integral y pertinente a los tiempos modernos. Con las explicaciones de las directivas se pasó a los libros.
El análisis del material, que comenzó con el de matemáticas llevó a la SIC a identificar 38 textos con fallas, al menos eso encontró la investigación. Había inconsistencias en Lectura Crítica 2, 3, 4 y 5, Ciencias 6 V1 Siglo XXI, Matemáticas 6, Sociales 4, 6, Ciencias 2 B1 Sistema Unoi, Matemáticas 3, entre otros.
La Editorial representada por Rodrigo de la Ossa Izquierdo respondió los cuestionamientos de la SIC: Si bien los materiales son sometidos a una revisión cuidadosa es imposible evitar errores y para ello existe una política de fe erratas en la página web UNOI. En esta no solo se identifican las fallas, sino que se actualizan los contenidos. Para la Super la explicación no fue suficiente.

Para la SIC si bien la editorial tenía una forma de corregir errores, el sistema UNOI no era lo suficientemente claro en las correcciones, con lo cual la editorial no brindaba información oportuna, clara y adecuada a los consumidores.
El dictamen de la Superintendencia que no favoreció a Santillana
Evaluados los argumentos, la Superindustria decidió sancionar a la editorial Santillana y le ordenó pagar una multa de $407.771.436 por no brindar información oportuna clara y suficiente a los consumidores respecto a la “fe de erratas”. Con esta la SIC quería mandar un mensaje y advertir sobre la importancia de la fe de erratas en cualquier publicación. Se trata de una sanción en primera instancia que puede ser impugnada.
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