“Vaca vieja no olvida el portillo” y “las uñas del ladrón largas siempre son”, he aquí dos refranes populares que con la escandalera que han originado los televisores, los plumones de pluma de ganso, las cubiertas vitro cerámicas, la sartén antideslizante o la plancha vertical comprados para las casas del presidente y vicepresidenta, son muy dicientes y cobran plena vigencia para explicarse lo sucedido. Por eso, Francia Márquez debe estar con el ojo puesto.
Y es que dados los antecedentes de los protagonistas, Petro y Francia, acostumbrados a vivir con parquedad ajena al lujo, es imposible creer que por su gusto y gana hubiesen pedido tal clase de enseres. Ambos se habrán preguntado, y más Francia, qué son esas cosas, para qué sirven, cómo las utilizo, cuando en mi casa las cobijas y sábanas las comprábamos en Tierra Santa, la sartén en un “agáchese” y la plancha era de esas de mis ancestros que se calentaban con carbón.
Y Petro cuando en sus carcelazos se cubría del frío zipaquireño con periódicos y los noticieros y partidos de fútbol iba a verlos en el TV del vecino. Por eso durante la campaña predicaron sobre la necesidad de la austeridad y en contra de la corrupción uno de los males mayores del país.
Mas resultó que por esas necesidades de la política, para poder cumplir sus compromisos de cambio y beneficio social, Petro y Francia Márquez tuvieron que hacer acuerdos con aquellos partidos o fracciones de estos, que por años de dos centurias largas y en particular de las últimas décadas, han gobernado al país y pelechado de las prebendas del poder, sin reato alguno y con una sinvergüencería y cinismo tales, que uno no sabe si el fiscal Barbosa atendiendo a sus perros iguala.
Pero "ahí están, esos son, los que roban la nación” gritaba la consigna callejera. Y en efecto, los vemos no en puestos y cargos subalternos sino en la misma dirección de ministerios y dependencias nacionales como el DAPRE, que como ya es sabido, su director aparece como el responsable de las compras suntuarias, hechas por sí y ante sí, sin que mediara consulta o autorización alguna por parte del presidente o la vicepresidenta.
¿Lambonería? ¿Estupidez ? O simplemente atavismo malévolo, costumbre acendrada de rapiñar el erario público haciendo "jugaditas" en beneficio propio o de terceros amigos políticos o familiares.
La escandalera de hoy que armaron la actual oposición sin seso y la gran prensa que se atragantaba con los desperdicios del poder y huérfana hoy de esos bocados, lo más probable es que se repita, pues no faltará el alto funcionario que operará de quintacolumna infiltrado en el gobierno y que quiera hacer daño a las ejecutorias de este o a sus protagonistas. Ese atavismo acendrado de corrupción se les volvió costumbre en el actuar político, costumbre difícil de cambiar.
Por eso se hace necesario que a Francia Márquez como vicepresidenta se le asigne una tarea más a las que ya le definieron. Y esa tarea no es otra que velar por que en su gobierno del cambio no se presenten casos de abusos del dinero público, ni trapisondas dolosas, ni abudineadas. Que todo se haga con prístina trasparencia para que el pacto histórico logre afincarse más definitivamente en las elecciones regionales.
Francia Márquez que habló a Colombia de luchar para que la dignidad se vuelva costumbre, es la llamada a encabezar esta cruzada contra la corrupción, caiga quien caiga, duélale a quien le duela. Ese atavismo corrupto de la clase política colombiana debe llegar a su fin y ella, acompañada de un equipo de investigadores, poniendo a funcionar las veedurías ciudadanas, con los recursos necesarios y sin temores de ninguna naturaleza, logrará por fin que la dignidad se vuelva costumbre.
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