Con más o menos el mismo tiempo ‘al aire’, el formato digital 'La Pulla' y la faceta 'Youtuber' de Daniel Samper Ospina sirven como ejemplo para entender cómo se pueden usar nuevos lenguajes en pro de la sociedad, o cómo pueden seguir siendo estigmatizados como lo light. La puesta en escena de María Paulina -- sobria, recatada-- resulta ser arrolladora frente al pintoresco youtuber de 40 (o de 41).
Puede que no le apunten a lo mismo y que no se les pueda juzgar con el mismo rasero, pero hay que entrar a ver el mensaje que cada una de ellas está enviando. Samper Ospina parece entender estos nuevos lenguajes como la oportunidad de generar más contenido superfluo que lo sumergen en el denso volumen de alternativas de este tipo que, aunque necesarias, ya abundan. Su propuesta no ofrece nada nuevo, no es innovadora; está tratando de adoptar un lenguaje que no es el suyo y eso queda claro en sus videos.
No ocurre lo mismo con 'La Pulla'. Esta alternativa entiende el formato digital como una herramienta para generar contenidos que aportan; La pulla es la materialización en tres minutos de meses de investigación y trabajo periodístico serio. Es por eso que las críticas en su contra se limitan a ser ataques ad hominem a María Paulina pero no al contenido.
No es que le esté pidiendo a Samper Ospina la profundidad de La pulla porque esa no es su intención. La discusión aquí pasa por el significado de sus propuestas, por qué tanto le aportan a la sociedad. En su posición privilegiada, con el reconocimiento que lo legitima, es casi una falta ética que Daniel Samper produzca contenidos de semejante calidad y deje pasar la oportunidad de apropiarse de ese lenguaje para construir una alternativa que valga la pena.
@sebasforeror